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Textos Grito de Mujer 2020-Ponferrada y Lugo-España



_POEMAS FESTIVAL PONFERRADA_




CARTA DE UN PADRE A SU HIJA

   

Hija, soy yo, papá. Te escribo estas líneas para que, cuando yo no esté, puedas leerla una y otra vez, una y otra vez. Hay en este mundo instantes en los que el corazón te latirá deprisa, tanto como el viento surcando el mar, otras, en las que la noche será oscura y el amanecer, lejano, permanecerá imposible e impasible. Pero no temas, si necesitas ayuda, yo gritaré por ti, tanto como el silencio que acalló la tormenta.
El mundo no es sencillo, ni fácil, es una lágrima continua y perenne. El mundo, a veces, es triste y doloroso. Pero a veces también maravilloso. Contigo, descubrí mil motivos por los que vivir, y uno indudable por el que morir. Por eso te digo, con la sinceridad de cada uno de los latidos de mi corazón ya cansado, que nadie te diga nunca, jamás, que no eres capaz. Porque ser mujer te capacita para todo y no te impedirá, jamás, nada. Que nunca nadie te diga que no podrás hacer algo, que nunca nadie te diga que no estás capacitada para ello, que nunca nadie te diga que no puedes soñar, ni volar, que nunca nadie te diga que no lo lograrás, que nunca nadie acabe una frase con un ‘porque eres mujer’.
Y cuando yo ya no esté, no dejes de mirar, en la oscura noche, el cielo estrellado, porque allí estaré yo, tu papá, para sonreírte una vez más, como siempre, como nunca. Prometo visitarte en los sueños, prometo acariciarte en la mejilla, con la mano fría, cuando el invierno llegue, prometo no alejarme jamás de ti, de mi niña, de mi hija, de mi cuento más hermoso y mi realidad más certera. Nunca olvides que, ocurra lo que ocurra, yo gritaré por ti.
Ya me despido, no sin antes volverte a mirar a los ojos, a través de estas líneas, para susurrarte una nueva canción y recitarte un nuevo poema, en el que todos somos iguales y lo único que nos diferencia es lo que precisamente nos hace mágicos y únicos, pero nunca mejores.
No olvides gritar porque, ¿sabes? A veces un grito, sea como sea, acalla un imperio.
Te quiere,
Papá…                   



Ruy Vega (Ponferrada-España)






Cómo empezar a revivir una historia, si el pasado sigue en el presente del dolor diario...

Eres tú?, o soy yo la causa de tus problemas que plasmas en mi cuerpo a modo de golpes?, cada lagrima que desbordan mis ojos tienen valor para ti ?, no eres capaz de ver la realidad en un espejo, ya que temes ver el monstruo que eres?, creo que es así ya que con tus ojos sedientos de violencia admiras con diversión mi malherido cuerpo y mi destrozado corazón.

No quisiste coger mis te quieros  ni mis besos que al llegar a casa del colegio te daba con cariño y trasformaste mi inocencia en una esclavitud.
Cada suspiro al borde de mi ventana cada noche veía mi final estampado en el asfalto pudiendo así disfrutar de la Libertad, encadenaste cada suspiro de amor que me quedaba y enmudeciste mi voz al cantar, para ti sólo era un estorbo, una mierda en el camino más.

Tantas veces escuché humillaciones que me hicieron llorar y palizas en el velo que cubre la noche hasta mi alma hacer sangrar, aunque el peor castigo no fue dejarme echa una superviviente del holocausto, fue quemarme los sentimientos para afrontar una puesta de sol, hiciste de mi persona barbaridades que muchas nunca daré luz, pero siempre tendré hábito de vivir en mi difunto cuerpo en mi pérdida cabeza, en mí sangrante alma, en el roto y quemado corazón...,en esta realidad implantada.

Por las noches el fantasma del recuerdo me crea una pesadilla de hace tiempo, me estremezco sin poder evitar que por la puerta a las 3:00 aparecerás, el llanto amargo comienza a derramarse y toda entera me siento vulnerable, podrían las cosas haber sido distintas si hubieses sentido el dolor de cada golpe?

Me ha causado tremendo temor toparme cara a cara con el espejo, ya que, es mi verdad, el que sin decir ni una palabra me hacía ver la realidad, echo la mirada atrás en el mismo espejo de hace 4 años y puedo sentirme orgullosa de mi misma al estar aquí hoy de pie y poder gritar HE GANADO LA BATALLA DE MI VIDA.


Valkyria Archer (Fabero-España)








Norma Domancich (Argentina)


Desmadrados



Y van
con su orfandad a cuestas
los niños desmadrados de un zarpazo.

Y van
Creciendo sus retazos infantiles
entre soles negros y flores de ceniza

Y van
amordazando odios y venganzas
con los ecos sangrientos del silencio

Y van
amnesiándose del vientre-madre
para siempre exiliados de su abrazo

Y van…
Náufragos de todos los naufragios.
Sobreviviendo a costa de migajas…

Y van…
Los niños desmadrados.
De un trago se bebieron todos los infiernos





Graciela Paoli (Federación-Argentina)

EL DADO DE LA VIDA

                          Hay una lágrima
que rueda permanente en el rostro de la luna
un ojo que sangra y desangra día a día
vertiendo el dolor que le provocan las llagas que a aquel niño
le dejó la mordedura de la bestia
cuando impunemente  le arrancó de cuajo
la falda de su madre,
los algodones de su abrazo
los pétalos de sus besos.
Rosedales mustios ennegrecen en el cerco de ese niño.
Su agonía atraviesa las murallas y se estampa en la mirada
que deja a sus ojos como cuencos vacíos a cielo abierto
que se interrogan y se empozan en esa llaga
y en tristezas e intemperie se derraman.
Dulce niño de las manos tiernas
Al que se le mueren las caricias preparadas de antemano
la soga aprieta y ahorca el gorrión de tu pecho
cada vez que intentas abrazar la figura de tu madre.
Es que el puñal de su ausencia se hace carne y duele
porque el dado de la vida se dio vuelta de manera ignominiosa
para poner en tu camino la peor zancadilla,
la de dejarte sin mamá y sin su abrazo,
cuando tus ojos se abrían
al misterio de estar vivo.



Pilar Mata (París-Francia)

El GRITO CAUTIVO


Huérfano el faro ufano fiero era
Huero silencio amordazado

Silencio impotente
Sordo
Soledad omnipotente
Ciega
Desesperada inmersa
De amenaza
Inmenso destierro de lienzo

Riñe el terror de cara al miedo
por la carne a la lumbre feroz del palo
al diente de la hiena
a los ojos que señalan
Calla… Callas… Callan

La voz traga la existencia
Pateada
La soledad omnipotentemente
Sorda
Desespera
De silencio inmenso
Amordazado

La tormenta revienta el tímpano sangra
Inmersa de orfandad de lienzo
La mortaja acribillada, el bulto
Apaleado por los suelos

La voz estrangula la existencia
Golpeada por la amenaza del gesto
Calla… Callas… Calla
Cierra tu bocaza

La garganta coagula
El grito
Sordo
Tras la puerta clausurada
Sordo… Sordos… Sordo
El grito ahogado en el silencio
Omnipotente soledad
De lienzo

La amenaza del gesto calla
Callas… Calla… Cierra tu bocaza
Cuaja en la garganta
El cautivo grito

¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!
Al que se suma el número
Yo:
UNA






Noelia E. Rionegro (Valdeorras-España)



ENTRE BRECHAS ABIERTAS


La humedad de las paredes ocultaba heridas
cosidas a las agujas
con las que tejías la lana
que, después, deshacías con las uñas.

Nunca fui capaz de entrar allí…
y mirar hacia las grietas abiertas
donde se estremecían los cuerpos,
amontonados,
en aquel cuarto de techo alto
y suelo en carne viva.

El viento silbaba entre las brechas abiertas en las ventanas,
y se oía el eco distorsionado
de voces fragmentadas
mientras apurabas la última puntada.

Nunca fui capaz de entrar allí…
y atravesar los muros que nadie derribó,
deshacer los nudillos contra la piedra…
y lamer la sangre,
que mana de la piel cuarteada
y sabe a victoria…
…brindar con el herido
romper
cristales de Bohemia…     










GRITARON JUNTOS
Edith Fdez (Ponferrada-España)







( Adultos )




Ella:Amor: _¿recuerdas como empezó todo?_

( Niños )

Día 1º- Ella: ¡Hola!
Él : ¡Déjame en paz!

Día 2º- Ella: ¡Hola!
Él : ¡Que me dejes tranquilo!

Día 3º- Ella: ¡Hola!.
¿Por qué no juegas? ¿por qué estás en este rincón solo, con los ojos rojos
y esas ojeras tan feas? ¿quieres ser mi amigo?
Él : Tú, por qué no me dejas en paz y te vas a la mierda?

Día 4º- Ella: ¡Hola! Siempre estás enfadado.
Él : Y tú muy risueña abrazada a un muñeco, ¡das pena!
Ella: Es que mi osito es mágico.
Él : Tú eres tonta de veras, como todas las chicas. ¡Márchate! a que esperas?
Ella: ¡Que noooooo! Si quieres te cuento un secreto y por qué estoy contenta.
Él : Pero, ¿por qué no me dejas en paz y te vas a la mierda?
Ella: A mi no me engañas. Me sentaré a tu lado aunque no quieras.
Él : ¡Como si a mi me importara mucho! Habla cartucho que no te escucho.

Día 5º- Ella: ¡Hola! (Y se sentó a su lado)
Él ni la miró si quiera.

Día 6º- Ella: ¡Hola! (Y se sentó a su lado)
Él solo la miró.

Día 7º- Ella sin mirarlo se sentó a su lado: _¿Sabes?_
Yo los oía de noche.
Ella lloraba, callaba. Él gritaba y le pegaba, pero yo cerraba los ojos y
tapaba los oídos con las palmas, como si así pudiese conseguir que aquello
no existiera, ocurriera o pasara.
Ella sonreía cuando en la mañana me hacía cosquillas para que despertara
Yo veía su labio roto
que el maquillaje no tapaba.
Sus ojos llenos de lágrimas
que disimulaba diciendo:
_se me metió una pestaña_

Ella me cantaba que mi osito,
mi osito hacía magia.
Que si un día mamá desapareciese,
se transformaría en mi osito
y me cuidaría por siempre.
Él : ¡Vaya chorrada! Yo no creo ya en cuentos de hadas.
Ella: ¡Que no es un cuento! Es mi mamá que en sueños me habla.
¡Me voy! (dijo enfadada)

Día 8º- Ella se sentó a su lado. Él no dijo nada.
_Una mañana llegué del colegio.
Había luces azules, amarillas, blancas.
No me dejaron entrar en casa.
No volví a ver a mi mamá
y a mi papá vi como se lo llevaban.

Así fue como mi madre cumplió su palabra
y todos los días la abrazo
y por las noches me abraza,
por eso me ves feliz
aunque esta no sea mi casa.
Siempre está conmigo
y tú ¿por qué estás aquí?
Él, no dijo nada.

Día 9º- Ella se sentó a su lado
Él: _Siempre había problemas en casa.
Ella no nos quería.
Un día me levanté
y bajo la almohada, una carta.
Era de mi papá.
Me pedía perdón porque ya no aguantaba.
¡Yo lo quería tanto!
Me cuidaba. Jugaba conmigo.
En las noches me arropaba.
Lo echo de menos. ¡Me dejó solo!
¡No tengo nada! ¡solo rabia!

Me decía que esta vez ya no soportaba
que le amenazase con acusarlo
de hacerme a mi cosas malas.
Que esa mentira era
la más cruel de las patrañas,
que ya nadie le creía
que o moría o la mataba.
Que yo era su vida
pero las fuerzas no le alcanzaban.
Me pidió perdón otra vez
y así terminó la carta.

Fui corriendo a la cocina
como hacía cada mañana.
Me quedé petrificado
al ver que del techo colgaba
y mi madre sonriendo
mirándole allí sentada
con un café entre las manos,
sentí como disfrutaba.

No me quito de la mente esa escena
por eso no duermo nunca.
No quiero cerrar los ojos
para no recordar nada.
Ella se levantó,
me quitó la carta con rabia
dijo: _¿qué voy a hacer contigo?_
yo no articulé palabra.

No recuerdo nada más
que a mi padre allí colgado
y luego venir a esta casa.
Yo no tengo nada mágico.
No me quedó ni su carta.

Ella: _Pero tienes que dormir
o enfermarás de nostalgia.
Ahora entiendo tus ojos rojos
y esas ojeras tan marcadas.
Te prometo desde esta mañana,
que siempre estaremos juntos.
No temeremos más nada.
Esta noche si tu quieres
te dejo a mi mami,
para que duerman tu alma y la suya abrazadas...

(Ancianos)

Ella: ¡Viejo cascarrabias!
¿Quién nos iba a decir
que pasarían 80 años nuestras vidas entrelazadas?
Tu padre y mi madre desde el cielo
nos cuidaban ¿verdad amor?
¡Amor!
¡Espera que voy contigo!
Ya voy amor.
Yo también estoy cansada.
Ya voy mi amor.
Cierro los ojos amor.
Ya me voy
a ti
abrazada.
                          



CELSA SÁNCHEZ






Delfín Nava (Piedralba-León-España)


GRITOS SORDOS.



Las piedras, mamá, las piedras, los cuchillos, las tijeras…
Yo escribiré una carta a los reyes magos y les pediré carbón
para que duermas calentita en tu cuna cuando llueva.
Y voy a cortar las rosas de nieve de la madrugada blanca
para tejerte una bufanda y hacerte un parchís de agavanzas
y un abriguito de lana para que te abrigue en invierno el corazón.
Las uñas, mamá, las uñas, los almohadones de agujas, las escobas de las brujas…
Yo guardo el pan de la merienda y la nata de las fresas y la espuma de la luna
para cuando vengas con hambre a arroparme y a darme un beso en la frente.
Voy a hacer un avión de papel y una barquita de corcho con velas de telarañas.
Y te sacaré del pozo y navegaremos los océanos y volaremos entre las nubes
como dos mariposas locas dibujando rayuelas, ranitas verdes y caracolas de azúcar.
Los hierros, mamá, los hierros oxidados, la noche negra, los tenedores que se clavan…
Cuando vengan los ángeles a barrer las calles con sus alas de algodón,
cuando hierva la leche, el pan se queme y el aceite silbe brincando en las sartenes,
cuando me corte el cabello la señora de los ojos de fuego y el espejo de azabache,
cuando subamos la montaña por una escalera de aire verde  y salamandras dormidas,
entonces tus dedos de algas marinas cosquilleándome dentro las tripas.
Los cristales, mamá, los cristales, las espinas de los peces, las hojalatas, los dragones…
No te pierdas por los pasillos largos ni por los laberintos de los bosques encantados;
dame la mano, he sembrado de miguitas todos los caminos que llevan al cielo.
He abierto todas las puertas y tirado las llaves al mar de la ceguera.
Mira dónde pones los pies y no tropieces; los días son oscuros,
déjate guiar por el canto de los grillos y la luz de las luciérnagas.
Los palos, mamá, los palos de punta, las sogas, los alambres, las correas…
Ese sayal embarrado, esa mortaja de silencios apretados, esos gritos sordos.
Esta lumbre que corroe y escuece, estos dedos que escarban la penumbra.
Esta casa sin cimientos abierta a la intemperie, esta jaula llena de excrementos.
Las moscas de oro que se comen el pastel de aniversario, la isla de los mil silencios.
Tu vestido de diosa ante el altar, mi traje de comunión, nuestra total desnudez.
Los clavos, mamá, los clavos, los ogros, las astillas, las zarzas, las ortigas…
Un faro que parpadea en la distancia, aquel lago que amamantaba pececillos rojos.
Estas libélulas que nacen de los arcoíris, todos los temblores, el hacha del leñador.
Las tocas negras que me dieron de beber la negrura de las cucarachas.
El cuenco de tus zapatos de charol donde cabe entera mi sombra acurrucada.
La sangra, mamá, la sangre desatada, las zarpas, la carcoma, los gusanos…
Voy a escribir una carta al dios de la lluvia, al del pan blanco, al dios de la sal.
Bajaremos con el río, subiremos con las gaviotas hasta llegar al sitio de las moras.
Tengo para ti gorjeando en el bolsillo muchos besos de mermelada, un puñado de risas,
un manojo de flores marchitas del jardín de mis ojos ciegos y una cucharada de miel.
El ogro duerme en la cueva, el dragón que escupe llamas encadenado en su ciénaga;
no tengas miedo, ya puedes salir, mamá, voy a contar hasta diez.
Las piedras, los cuchillos, las tijeras, las agujas…
Vuelvo a empezar a contar, mamá: Las escobas, los hierros, los tenedores, las uñas…
Vale; puedo contar hasta cien, lo que tú digas: Los alambres, las correas, los clavos,
 las astillas, las ortigas… Todos los días voy a contar, mamá, todos los días de mi vida.
Las zarpas, las espinas, las sogas, las hojalatas, los palos…
Hasta que se me acaben los números… y los días.
Los cristales, las zarzas, la carcoma, los gusanos…













Hijo del infortunio

Emilio Vega (Ponferrada-España)




Cuando cierro los ojos puedo ver tu mirada
desangelada y rota del niño que sospecha
que su injusto abandono, su soledad desnuda,
difícilmente resistirá otro invierno.
Y con dulce inocencia, con candidez incluso,
en su hatillo anudado que acumula derrotas,
reúne fuerzas sin mover los labios
para gritarle al mundo su derecho a la vida.

No muy lejos de Arbat (el Moscow periférico)
ante un muro de piedra plagado de grafitis,
cuyos signos ignora y apenas hace caso.
Un niño solitario, desconsolado y triste,
se interroga en silencio sobre su desamparo.

Al balcón de sus ojos se anticipa la noche.
Puede verse en su rostro la cicatriz del hambre.
Y es su cuerpo menudo, como el junco del río,
azotado a capricho y a merced de la brisa.

Vaga en su soledumbre como sombra embozada
menesterosa de la luz de otras estrellas.
Y quiebra el cierzo sus espaldas rotas
bajo el peso infeliz de su miseria diaria.

No es más triste su causa que la de tantos otros
creciendo en su indolencia al albur de la calle.
Pero duele su historia, cuando se tiene en cuenta,
que a pocos metros de él –aunque lo ignore acaso-
coexiste con un mundo de insultante opulencia,
sordo en su egolatría, insolidario a veces.
Y ajeno en su estulticia a todo drama humano.

Él apenas comprende. Nunca le han enseñado
que hay miles de universos más allá de sí mismo.
Él no sabe qué ocurre. Yo, que lo entiendo todo,
Rehúyo esa mirada que me avergüenza entero.
Y aunque su faz me dicta que alivie su desgracia
y que alfombre de rosas su porvenir incierto,
le ofrezco solamente mi mano compasiva.
La impotencia y la rabia que envenenan mi sangre.
Y este sabor de acíbar, que como hiel amarga,
me abre a golpes los labios y se hospeda en mi boca.

Cuando cierro los ojos puedo ver su mirada.
Se clava en el alma su dolor interno.
Y hago mías sus noches ásperas de vigilia;
hijas del desamor y esclavas el sustento.

Él sería feliz con sólo una sonrisa:
con alejar la lluvia de sus ojos de acero.
Su amoratado puño, derribando la inercia,
se aferra a las aldabas donde  habitan los sueños.
Y sueña con ser otro traspasando las puertas.
… Pero ningún postigo se le muestra entreabierto.

¡Que me lleven con él!... Y enjugaré su llanto
de ilusiones vencidas por la mano del tiempo.
¡Que me lleven con él!... Y esos pies tan descalzos
-peregrinos de sol y ávidos de ternura-
Hallarán un concierto de manos oferentes
al arrimo y calor de mi pecho fraterno.







Huérfano lamento


©T. Luisa Calderón  (Puerto Rico/California-EE.UU.)




Gime el aire un salmo de letra grande,
gime el aire un salmo de dolor,
despunta en mis ojos una triste aurora
y en las noches inunda mi lecho de lágrimas.
Oigo el cuchicheo de las pequeñas almas
quisiera callarlas, mas yo no puedo.
Acaso el mundo se ha vuelto un hoyo negro,
acaso el mundo se ha vuelto insensible,
una cama cubierta de polvo,
una cama empapada de huérfano lamento
porque matar es una respuesta social
y no es castigado por Dios. Si no es así,
Señor, llena de bondad a los hombres
para no enfrentar el fruto de su fiera salvaje,
para no enfrentar el fruto de su brazo violento.
¡Pongamos a salvo mi Amado ese huérfano lamento!
Que arda el filo de tu espada en versos de vida,
que arda el filo de tu espada en versos de piedad,
sácalos de las aguas profundas
para que no haya gritos,
para que no haya lamentos.
Haz que viva en sus mentes, los sueños
haz que viva en sus ojos, la sonrisa
haz que viva en sus labios, el perdón
haz que viva en su corazón, tu amor
y al final, que no sea en vano esta lucha
poética de palabras con luz,
y letras escritas por la obra de tus manos.






Rosa Melia Henríquez de Nájera (El Salvador)



INHUMANO                            



Muéveme tu dolor gigante,
pequeño niño, de amores ignorado.
Muéveme el abandono ...
Que ésta indolente humanidad
en tu corazón ha plantado.
Muévanme tus lágrimas congeladas, como cristales filosos en ellos clavados.
Muévanme los dolores de tu pequeño corazón agigantado
por tanto sufrimiento en él acumulado.
Muéveme tu niñez truncada
como truncas tus alas sin haber nunca jamás volado.

Muéveme hasta el infinito más inalcanzable todas las tristezas
que habrás soportado desde ese día que a tu madre te quitaron.

Muéveme aún más ese amor inocente,
desinteresado, fiel, genuino y puro;
superándonos a los humanos, por tu mascota a ti entregado. 

Donde está el amor del que hacemos alarde llenando letras en canciones,
dejando vacíos estos corazones.

Donde la fidelidad que pedimos para sí,
pero incapaces de darte a ti?
¿Dónde la compasión enseñada?
¿Dónde nuestras piernas podrían llevarnos, si la compasión nos impulsara?
¿Dónde llegaremos por éste camino sembrado de indiferencia deshumanizada?
¡Despierta justicia!
y pare esta cruel osadía de dejar a los niños sin sus madres, o nos destruiremos a sí mismos.                 (RONAH)






Marcelo Oscar Barrientos Tettamanti  (León – España)





Pronto entendí
que las tormentas pueden
darse bajo techo, en un momento,
gritos como truenos negros,
lágrimas como granizo helado;
me hacia pequeño bajo la mesa
o escondido en el armario.
Salía cuando la lluvia
sonaba a un sollozo,
abrazaba a mi madre
nos mirábamos,
sobrevivientes de un naufragio.
Así las tormentas
unas tras otras,
así yo,
lloviendo en mis ojos.
Un día cesó la tempestad,
el aire olía metálico,
un río rojo de silencio
ahogó la vida.
No llueve desde entonces,
aunque dentro de mi
permanece la borrasca,
doliendo en el alma
un petricor huérfano,
como yo.







_POEMAS FESTIVAL LUGO_






                                                  A TÍ…YO TE RECLAMO!


Isabel Rodriguez Losada  (Monforte de Lemos-España)





A ti …     en quién he confiado
para compartirlo todo
año tras año.

A ti ...      a quién presté mi cuerpo
para traer al mundo
nuevas vidas.

A ti,         mi compañero,
te reclamo!
No te reclamo
dulce y silenciosamente…
NO!

Te lanzo un grito,
un alarido que sale de mi alma…
Se me acabó la calma …
porque estas vidas tan valiosas,
estas dos criaturas tan hermosas …
unas gracias del cielo bienvenidas
no reciben de ti
ejemplo ni amparo …
las dejas desvalidas …
echas todo a mi espalda …

Y así,
año tras año,
nos vas haciendo
cada vez más daño.
Quiero pensar
que no es maldad
sino inconsciencia,
Pero ...

A ti, mi compañero …
TE RECLAMO!
Se agotó por completo
la paciencia.









ACURRUCADITO


Dámaris Marroquín (El Salvador)




Acurrucadito, abrazando el hambre,
extrañando tus brazos y tus caricias,
tu beso en la noche antes de soñarte
y el susurro de tu arrullo mamita.

Escondías siempre las lágrimas,
con un nudo en la garganta…
sonriendo a esa tierna y afligida mirada,
con el corazón destrozado.

Te escuchaba llorar por las noches
y de repente callabas, un silencio llegaba,
yo bajo la sábana me guardaba,
esperando que el sol llegara.

Por qué llorabas te preguntaba,
un mal sueño mi pequeño
y me abrazabas… y me besabas
pero en tu abrazo temblabas,
tienes frío mamita… y te apretaba.

Escondías dolores en tu piel,
tu mirada cabizbaja…
Buscando una respuesta, una salida,
pero era peor cada vez, cada día.

Hasta que un día te opusiste
a los celos injustificados,
un golpe certero dio en el blanco
Y tus ojos se cerraron.

No entendía qué pasaba,
te pedía que te levantaras
tu cuerpo se congelaba,
y yo te calentaba.

Ahora así acurrucadito, abrazando la tristeza
en la angustia de buscarte,
mis ojitos se entristecen
se enmudecieron mis pequeños labios,
me quedé… Buscándote en los sueños.

Tamaris













ANTE VOSOTRAS… MUSAS DE LA LUCHA


José Carlos Ulloa García (Lugo-España)




Ante vosotras, arrodillo mi pluma luchadora.
Ante vosotras inclino mis respectos y mi admiración.
Ante vosotras reverencio y os muestro mi dolor y mi pena.
Ante vosotras, sufridoras de la peste machista, con corazones de niñas.


Mentes enfermas convivieron con las reinas de la inocencia.
Monstruos sin alma, sin escrúpulos, nidos de víboras
violaron los anhelos de los ángeles de sentimientos puros,
ellos que presumen del poder físico en los hogares de las criaturas más
[tiernas.


Vergüenza, vergüenza siento de este machismo horrible,
que llena de lloros, de lágrimas de indiferencia los ojos de las sirenas.
Vergüenza de los que quieren la posesión de la mujer, de las divas
colocándoles marcas y límites como si fueran posesión suya.

Por donde pasaron sus manos dejaron  secos vuestros cuerpos.
Sus desprecios llenaron de enfado y de odio vuestros inmaculados ojos.
Sus vomitivas palabras lastimaron vuestra inocencia.
Sus miradas amenazantes llenaron de miedo vuestro mundo.

Os confío mi pluma, mi sentir, mi adoración y mi cariño.
Contad con el calor de la protección literaria del poeta herido.
Os ofrezco mi humilde ayuda desde los versos del respecto y de la rabia,
porque permaneceré con vosotras por siempre y para siempre…

… MUSAS DE LA LUCHA
                   











María Sánchez (Cádiz-España)       
BASTA


Llega el momento para la serpiente,
que continuamente nos muerde por dentro
y nos clava sus envenenados dientes,
deje de robarnos la identidad de lo que somos...
Llega el momento para decir: «YA BASTA»
a esa fuerza que nos atrapa,
a los parásitos viviendo de nuestra piel,
a todo aquello que nos quema por dentro
y perdemos la energía de nuestro aliento.
BASTA,
de tanta podredumbre y toxicidad
 produciendo ese amor muerto,
a las falsas amistades y la hipocresía barata.
BASTA,
para poder volver a nacer virgen,
morder la manzana y poder vestirnos de blanco.
Desintegrar a los átomos de nuestra conciencia
y encerrar a los miedos de nuestros ancestros .
Atender a la magia de los caprichos
 dirigido por el corazón de nuestro cuerpo
al compás de su batuta, en cada momento.
BASTA,
en el dominio de nuestro ser y de nuestra mente.
BASTA,
en el alma de la Eva que llevamos dentro,
en la Eva que heredamos de nuestro pasado,
en la Eva valiente y dueña de nuestros sueños.
 BASTA!




José Pedreira. (Sarria/Lugo-España)


CALLADA QUEJA DEL VIENTO.


Una queja trae el viento
en la noche trastornada,
el gemido de un lamento
con la mano levantada.

Las dudas sin fundamento
por todo lo que imagina,
el fantasma de los celos,
la confianza perdida.

Desconcierto en los hijos
presos de sus emociones,
inseguros de si mismos,
sin entender las razones.

Educar en los colegios,
luchar por erradicar,
la violencia de género
que existe en la sociedad.



                               

Emilia Martínez Fuentes (Vilalba/Lugo-España)

DOLOR...


Siento la tristeza
como lágrimas de sal,
que poquito a poco quema mis mejillas,
escuchando su llanto triste y desconsolado.
Tirada en el suelo
su último suspiro... entre mis manitas
se quedó... su vida.
En sus tristes ojos muere la esperanza,
muere la alegría, muere esa infancia... oscura y perdida.
Filo de cuchillos segaron la vida,
de la madre buena que tanto me amaba.
Ese padre fiero, bestia asesina
me dejó sin madre, una tarde fría.
Miré que sus ojos, sin luz se quedaron,
escuché su corazón tan roto,
que ya no latía...
Tirada en el suelo, mi querida madre
a manos del padre,
entre mis manitas... se quedó sin vida.
Abrazo perpetuo lleno de tristeza
cesó tanta pena que tanto dolía...
tantos días temiendo
lo que hoy pasaba,
Pobre triste madre, aplacó la ira
de ese gran cobarde,
entregando su vida.
Sucedió una tarde, lluviosa y fría,
tirada en el suelo... vi que se moría.








Saturnino Valladares (Lugo/Manaos-Brasil)


Domingos de fútbol


De camino al estadio, iba mi mano
en su mano, mi silencio en el suyo.
También, en ocasiones descuidadas,
soltaba su mano por mis cabellos,
descansaba ternura sobre mi hombro.
Era un niño nervioso aquella tarde
de tan feliz, con un padre, el mío,
sabiéndole la luz entre los párpados
del alba, la melena de mujer,
y la sonrisa de azul Galicia.
Al escuchar su voz, todo un Jordán
acudía con su eco milenario
para esparcir salivas y lenguas,
alientos de paz y de sendero
sobre su boca casi adolescente,
que me llamaba José y me hablaba
de hombre a hombre, de niño a niño.

Los gritos se extendían
por las gradas encendidas de hombres
y jóvenes y niños con sus padres.
Y allí estaba yo, emocionado,
con el corazón doblegado al gozo,
cerquita, siendo el hijo de mi padre.

Los domingos pasaron con su fútbol.
Sucedieron las jornadas, los goles
que tardaría algunos años en ver.
Él no estaba, creo, ni yo tampoco.
Lo esperé. No volvió a buscarme.
Soy un niño que ha envejecido.
Desde entonces y para siempre, el Lugo
empata, en su casa, 0-0.








Mascab Asunción Caballero (Madrid-España


HE VISTO NIÑOS


He visto a unos niños correr
levantaban sus brazos implorando
otros más fuertes que les cobijaran
Les vi llorar
tortuosos cauces de lodo púrpura
marcaban mapas en sus mejillas
Tras ellos
el horror que pretendía darles caza
enmudecía sus lenguas
estrangulaba la ternura de su infancia
y asfixiaba la luz de sus ojos.

He visto a una joven madre muerta
su cuerpo yacía con la obscenidad
de las vidas rotas
silenciada para siempre sin emitir un grito
un grito contra la violencia y el miedo
al hombre que se come la barbarie
en el intento de ocultarla a los demás
Murió sin ensañar a sus hijos cómo gritar
la voz que disuelve el pánico.

Abrazo a los niños mudos
me bebo a besos
los mapas de barro y sangre
de sus caras
cubro con mi cuerpo
sus cuerpos
miro de frente al monstruo que acecha
con perversa lujuria en los ojos
y la frialdad de la niebla en el corazón.

Levanto mi rostro al cielo
y grito contra él
desgarro mi garganta con aullido de loba
convoco con mi alarido
a mujeres y hombres capaces.
Capaces de gritar juntos
y proteger a los niños de la maldad
que anidan algunos padres.






La mujer maltratada

Alba Lara (Monforte de Lemos-España)


Roto
quedó
el lazo
de la mujer maltratada
que de la Torre del Homenaje
colgaba

Roto
y con heridas
en el corazón
y en el alma
quedan
las vidas
de esas mujeres
para siempre
marcadas.

En sus labios,
una sonrisa
y en la profundidad
de sus ojos,
lágrimas desgarradas,

porque “aquel” a quien amaba
les partía
el cuerpo y el alma
cada mañana.



Susan Fernández




Mario Luis Altuzar  (Chiapas-México)

La Resistente


“¡Nooooo! ¡No te vayas, mamita! ¡Quédate conmigo!” es el grito infantil aferrado al ataúd de pino que cuatro hombres de sombrero de palma, con ropaje de manta raido y aliento al fuerte aguardiente heredado por los mayas como pox y que algunos castellanizan como posh, en medio de los cánticos religiosos y llantos de las mujeres con vestidos de percal blanco y tejido con vivos alegóricos al viaje eterno.
Una mano arrugada en combinación con el rostro ajado, la mirada triste que se pierde en el infinito de los recursos al momento que la boca desdentada musita el nombre de la hija y contenida la rabiosa impotencia de buscar justicia para aliviar la desgracia que les sorprendió en un segundo, que apareció de la nada en una esquina cualquiera de esta ciudad pequeña, ahora bautizada con la sangre femenina que se derramó al intentar defenderse, inútilmente, del brutal ataque de una horda de salvajes y embrutecidos por las drogas comercializadas por policías y narcomenudistas en las puertas del Palacio de Gobierno.
A los gritos desesperados de auxilio de la Resistente a la violación masiva, llega un hombre delgado con un machete que descabeza a uno de los atacantes y espanta a la horda de drogadictos que cobardemente huyen del escenario dantesco en que, ahora sí, aparecen los hombres de uniforme que dicen representar la ley. Arrancan violentamente al hombre desesperado que busca tapar las heridas y cubrir la desnudez de la intimidad de la que, después se supo, era su esposa.
Lo golpean y con las manos en la espalda, amarradas, lo avientan como bulto a la camioneta policiaca. Se dirigen a la comandancia y bajan al detenido para seguir con los golpes mientras caminan hasta el agente del ministerio público que recibe el parte: “Con la novedad que detuvimos en flagrancia a este sujeto, cuando golpeaba a su mujer. Según dijeron algunos testigos, la había perseguido varias cuadras y cuando la alcanzó le pegaba y reprochaba su engaño”. El letrado pregunta al acusado la veracidad a lo que mueve la cabeza afirmativamente porque un policía le jala de los cabellos de arriba abajo, aprovechándose de su inconsciencia.
Pregunta la máxima autoridad por los testigos y aparece otro de los cómplices con los salvajes violadores que aleccionados previamente, confirman la versión y con esta investigación científica reinen las pruebas que tipifican al criminal con premeditación, alevosía y ventaja. Y se podría reafirmar la acusación con la palabra de la víctima. ¿La víctima? ¡Ah cabrón! ¡Se quedó tirada!
Cuando llegan al lugar de los hechos, encontraron únicamente el charco de sangre con cuatro velas blancas. Los vecinos llamaron a la ambulancia y la llevaron al hospital local en donde, los médicos informan a los cumplidos agentes del orden que… ¡había fallecido!
Las noticias malas vuelan rápido. Los padres de la occisa recibieron la información y con dolor en el pecho sin dejar de llorar, pagaron los costos con los impuestos correspondientes al hospital y al médico que extendió el acta de defunción, después al Servicio Médico Forense y al médico con sus secretarios que asentaron la hora y causas de la muerte, al servicio funerario que arregló el cuerpo para acomodarlo en el ataúd de pino y llevaron a casa de sus padres, rentar el carrito de descanso del féretro, los cuatro candelabros y la imagen de Jesús Cristo. ¡Todo a crédito con fáciles y cómodas mensualidades!... aunque los deudos desconocen de donde van a obtener ese dinero para pagar.
“Vení, hijito, vení” dice el desdentado anciano para tomar del brazo al infante de seis años: “No se acabó la familia. ¡Quedas tú! Y te ayudaremos con lo que podamos porque, ese grito de mujer, el grito de tu madre, contenido en nuestros desgarrados pechos que atribulan nuestras almas, jamás desaparecerá”.
Mientras, allá, en otro cuarto, unos vecinos que preparan café con pox para los dolientes y visitantes, escuchan las noticias en la televisión, una voz para muchos conocida: “Combatiremos a los criminales con abrazos, no balazos. Es el decreto de su Presidente”.









MI MAMÁ DE MIL COLORES



Mil colores tiene mi mamá:
dulce rosa cuando me abraza
azul del cielo cuando me canta.
Ohhh! Cuantos colores tiene mi mamá!
Y tiene el amarillo cuando ríe
y el naranja cuando baila
con olor del alelí
y yo em sus brazos, al ritmo de la danza.
Y es verde su amoroso mirar
mientras juega conmigo a la orilla del mar.
Blancas como merengue
son sus tetas de manteca
con sabor a galleta y a cereza.

Pensamiento mío
no me dejes diluido
el arco iris maternal, ahora
que ya no hay cuna para mecerme
llamando por mi sueño descontraído.
Ven amiga pintora, ven a pintar
los colores de mi mamá
antes de que se desvanezcan
entre la lluvia de mi llanto
de mis ojos abiertos con espanto
que contemplan mi infancia destrozada
sobre las baldosas negras y blancas.
Mi mamá tirada em el suelo
pintaba de rojo el lecho frio y bicolor
con su último aliento.
Me quedé sola con nuestro sueño
aplastado
ya por siempre teñido de color violado.




Adela Figueroa Panise  (Lugo-España)
Raquel Villanueva (Mugardos-A Coruña)



NÚMEROS


Las ciencias se equivocan. He pensado siempre que, más allá de todas sus certezas, todo ese dechado de conocimientos precisos, exactos, que sus reglas pudieran albergar, se equivocan.
El peso es algo más que la intervención de la gravedad y la fuerza con que la Tierra atrae a un cuerpo debido a ella. La ciencia, tan certera, tan precisa, no podría decirme cuánto pesa el silencio, cuánto pesa el miedo, cuánto pesa la soledad. ¿Cuánta es la atracción que la gravedad de la ausencia ejerce sobre algunos cuerpos? No, no encontraréis la respuesta en ninguna fórmula matemática, en ningún cálculo numérico, por mucho que este pueda ser infinitesimal.
Desearía hacer callar esos ojos que en silencio lo dicen todo, borrar las interrogaciones de las miradas, dar alas a quien el peso de las lágrimas postra en el suelo. Transformar por qués en no sucedieron. Darle la vuelta a los relojes, a los calendarios, regresar al ayer y creerme a pies juntillas lo que la lógica me enseñó, eso de que uno más uno siempre son dos, nunca menos uno. Y de que el tres, el cuatro, cualquier número surgido más allá del dos y por ende surgido del dos mismo, sean siempre números naturales, nunca números mutilados, partidos, desolados, callados, anulados…




María (Madaly) Gómez  (Lugo-España)


“QUIÉN GRITA POR TI”

La noche era un infierno,
sus llamas quemaban las entrañas,
entre gritos, se quebraban sueños
y entre golpes se moría vuestra infancia.
Los platos rotos en este angosto camino
desgarrando el alma.

Os despertaba el ruido
de la puerta a medianoche
provocando taquicardias,
acelerando el pulso de aquella
triste vida,
cortando vuestras pequeñas alas.

Los ojos abiertos por el miedo,
gritos de fe,
en una justicia sin castigo,
ansiedad, desasosiego…
Siempre  un refugio seguro,
incondicional, infinito:
mamá, sus abrazos, sus besos,
su fuerza, su cobijo.

Un día  borroso, confuso,
de primavera sin flores,
sin luz y sin motivo,
se hizo un silencio eterno
terminó este profundo abismo
y comenzó otro infierno…parecido.

Soy  la cicatriz de este infierno,
una rabia muda, austera,
desconsolada y fría.

Unos ojos sin brillo,
lágrimas de sangre en un corazón roto,
herido.
el grito eterno y silencioso
que no llega a tus  oídos

Soy esa ilusión hecha pedazos
 El trauma de un futuro sin vida…
La soledad el único cobijo
de esta horrible pesadilla

Soy el miedo huérfano
de lunas ensangrentadas
Y rosas marchitas.
                                 




Zulma Quiñones Senati (Yauco-Puerto Rico)

 Sin despedirte



Mi madre era mi norte, mi abrazo,
mi todo, soy un pedazo desprendido
de su cuerpo. Fueron mías sus alegrías
y sus tristezas. Sus manos de paloma,
mis caricias. Su voz, mi arrullo nocturno
y el gorjeo matutino que oí desde su vientre.

Se marchó su aliento, sus manos suaves
volaron y no encuentro sus ojos negros.
Duele su ausencia como fuego calcinador.
No pude decirle cuanto la amo. Sin adiós,
sin despedida, sin darme un beso postrero.
Se marchó de repente, como un aguacero.

Le robaron tantas ocasiones de felicidad.
No me verá desfilar en mi graduación,
no podrá ser aliciente en mis fracasos
ni sentirá el orgullo de mis triunfos.
Transito por  las calles de la orfandad.
Y se me atasca un grito en el dolor.

¿Quién gritará por mí en esta hora

de angustia? ¿Podrá alguien entender
mi doble orfandad? Mi padre segó
la vida de mi madre querida y la suya.
No hay razones ni explicaciones.
Solo un dolor que no acaba.

¿Quién, quién me ayuda a que suene
el grito de mi garganta? ¿Quién grita por mí?

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