Poemas Grito de Mujer 2019-Las Palmas de Gran Canaria
POETAS VENEZOLANAS
JULIETA LEÓN
Nació en Caracas. Es Licenciada en Filosofía y en Letras por la Universidad Central de Venezuela y Especialista en Dinámicas de Grupo.
Participó en talleres literarios dictados por Eli Galindo, Eleazar León y Rafael Cadenas.
Entre sus obras figuran: “Tomo la calle”, “Enrique Octavo”, “Aguas de Santa Fe”, “Cartas Echadas”, “Arena del Desierto”, “Eterna Sed”, “Siete Noches, Siete Poemas” y “Mall” (merecedor de la XV Bienal Literaria “José Antonio Ramos Sucre”, 2005).
De su poemario Mall
La poesía está allí
no hago otra cosa
que salir al jardín
y llevar
la escalera a las ramas más altas
entonces siego la ambrosía
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Los higos maduros
tienen la sangre roja
la piel verde
se deshacen en los labios
como un amante núbil
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De Siete Noches, Siete Poemas
Poema I
Difícil sopesar las palabras
auscultar cada gramo
catarles el alma
dejarlas salir si se han equilibrado
una vez orquestadas
tan fácil aventarlas
arracimadas sin ton ni son
imposible resarcir el daño de las más filosas
sus desgarraduras
más profundas
que la más fina catana samurai
entonces decidimos esperar treinta años
antes de abrir la boca
veneramos el silencio de la prudencia
aún si llegamos tarde
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ANGELA MOLINA
Es Licenciada en Comunicación Social y abogada por la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado “Aclaratoria” (Editorial Bid&Co, 2013), “Imprudencias” (Editorial Diosa Blanca, 2015) y “Gula” (Editorial Eclepsidra, 2016).
Fatiga de los materiales
Dulce es la noche y sin embargo en cada madrugada
Aguardan insomnios terribles
Mis diosas me acompañan, las invoco
Hestia, dame paz y serenidad
Mantenme centrada en mí
Artemisa, recuérdame el lugar
de mis hermanas, guarda mis flechas
Al imponente Orión deja alejarse
Sea mi furia estratagema
que me mantiene virgen
Atenea, mantén mi cabeza fría en la batalla
Dame la lucidez de augurar el mañana
Hazme como los hombres
Dulce es la noche y el insomnio
tiene nombre de amante que no fue
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Se precisa la herida
Yo vengo de una generación de mujeres
solas como ángeles perversos
De aquellas que no saben renunciar
Yo vengo del naufragio
Yo nací de la casta de esas que no se distraen con los pájaros
Somos las que se asoman al vértigo
y una poblada de hachas y colmillos nos cercenan los pies
Yo soy la madrugada en pleno mediodía
No hay levedad en mí
Ráfagas de metralla el hielo el silencio que hiere los oídos
Roce lunar. Espejo
Todas llevamos esta herida que los otros no miran
La tachan de desdén de enfermedad de capricho de histeria
Las mujeres se enredan en sus ciclos de luna
Y nosotras partimos, derivamos
Tenemos lacradas las plantas de los pies
Yo soy punto de fuga y exilio
al otro lado, se llama Poesía.
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COROMOTO RENAUD
Nació en Mundo Nuevo, zona cafetalera del Estado Anzoátegui, Venezuela.
Es Socióloga por la Universidad Católica Andrés Bello, Especialista en Planificación de IVEPLAN, Doctora en Sociología del Desarrollo por la Universidad de París III y Facilitadora de Procesos de Desarrollo Humano.
Comparte su oficio de docente e investigadora con el de poeta.
Ha publicado “Azares”, “Enero”, “Preguntas a Rilke” y “Siete Noches, Siete Poemas”.
De Siete Noches, Siete Poemas
Poema I
Corregir un poema
exponerlo al salitre
dejarlo pasar la prueba del tiempo
escribirlo sin metáforas
a dos manos
dos cuerpos
me corrijo
lentamente soy otra
otra que mira más adentro
que encuentra palabras en lo oscuro
que escucha voces
la voz del río
la voz del amante
la misma
que secretamente invoca tu nombre
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De Enero
Las mujeres de mi casa
son raíces
sombra y fruto
sonríen
ellas saben
que el amor tiene hendiduras
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Me duelen más los árboles
dejar de ver el apamate blanco
las bromelias silvestres
el desfollaje
perder la fidelidad de la colina
no saber
si será más fuerte este verano
no estar en la ventana
cuando llueva
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MARÍA MONASTERIOS
Nació en Caracas. Licenciada en Letras y dibujante. En su búsqueda por hallar y madurar una forma de creación, eligió la palabra como medio. Perteneció al grupo “Los Tres Tristes Tigres”. Entre sus obras figuran: “Ritual de Abalorios”, “Circunstancial” y “Rastros”.
De Rastros
IX
No me detengas en la euforia
deja que entre
abre las manos
los dedos
la noche
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XVI
Las despedidas deben ser breves
el aire respirando en los ojos
la fruta abierta
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XVII
El miedo se irá como vino
no lo abrazaré con tanta fuerza
no lo aplazaré
dejaré que estorbe
cerrados los ojos se espantará
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XVIII
Vivir
no es decir
decir no alcanza
no hay palabra para la espesura
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XX
Deja ya de inventar la noche
no me nombres
para que dure el fragor de la tarde
cuando muera
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XXI
Este ojo ha decantado siglos
de arena
soy sólo
la palabra no dicha
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GABRIELA ROSAS
Escritora venezolana. Es poeta y narradora. Primer lugar en el Premio Nacional de Poesía para Jóvenes Pérez Bonalde (1995). Primer lugar en la Bienal de Literatura Lydda Franco Farías 2014, mención poesía.
Ha publicado los poemarios “La mudanza” (Eclepsidra, 1999), “Agosto interminable” (Eclepsidra, 2008), “Blandos” (Taller Editorial El Pez Soluble, 2013) y “Quebrantos” (Ediciones del Movimiento, 2015).
Traducida a varios idiomas. Incluida en diversas antologías poéticas y de cuentos.
Del libro inédito “La matemática de los cipreses”
Creí en gestos
como el olor del café al atardecer
una mano junto a la otra mirando al cielo
el trozo de pan cada mañana
que un abrazo salva
del dolor de partir
o rezar por todos cada noche
guardar sus secretos
serviría
creí en el hilo del mundo y en nosotros
que las casas nunca se desploman
desaparecen
caen
pero vivir en ellas siempre es el fin de algo
que volvería
para llenar mi vientre con memorias
antes del daño
en la bondad
que viajar tal vez
pero se quedó mi infancia en el olvido
el hijo lejos del vientre
las piernas colgando
el dolor de cabeza atado al cuello
las palabras fueron las que me negaron todo.
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Blue dancing
¿Quieres que mienta?
que diga que puedo defenderme
salir victoriosa de tanta palabra tuya
de la torsión que significa habitar también tu cuerpo
o que tú habites el mío como si no tuviese fondo
claro que me apena
la falta de cintura entre otras cosas
que no quiero que veas
pero tú las ves
porque para eso vives
tan curioso
me observas
como si toda la lluvia se contuviese
para caer sobre nosotros
dices:
tranquila amor
no pasa nada
Y pasa la ternura de tu verbo
pasa que me recitas al oído sobre tu cama
sobre la nueva sábana de hilos que has comprado
chocamos un segundo nuestros dientes
para cumplir el requisito de equivocarnos
sin agotar nunca todas nuestras destrezas
la próxima palabra es el siguiente baile
afuera en el mundo
no hay mayores secretos que en nuestro interior
y pasas la mano por mi cabello
junto a la caricia que lo aparta de mis ojos
como si tal vez por un segundo
la poesía no doliera
pero duele
duele ser el poema en una cama
como cierto dolor me es placentero
me dejo doler
hasta que pase.
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Agosto interminable
Quise escribir un poema redondo
de los que he visto quebrarse en tu lengua
pero ha sido imposible nombrar los gallos
llegar y partir de lo blanco
darte algo
que te lleve
que te traiga
del mar
doblar cien veces cada poema que habitas
perderme
invicta
en el color de los años
partir de tu risa hacia otra risa
arroparme en tu abrazo.
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Inédito
XXV
El hombre se desnuda por toda la casa. Se mece, prepara el café, enciende la televisión, bebe un poco de agua. No me ama lo sé, sigo viva. La cena no siempre es en la boca, me cuenta su parte de la historia, se arrodilla, lo levanto, le miento, nos mentimos, pasan dos años. El hombre llora, como un niño llora. Me niega, tres veces me niega, luego me acaricia. Vuelve con girasoles en una bolsa roja. Me planta su ternura en la cocina. Lo miro, trae un caballo, sin montura, trae un caballo. El hombre sabe que el abrazo pequeño me conmueve. Viene a decir que el mar, sus altas olas, sus orillas, no eran imaginaciones. El hombre se duerme sin dar la batalla. La noche se le quiebra junto al pecho. El pecho queda solo. No hay nada más triste, que la soledad de un pecho que pudo ser amado. La noche sobrevive, el hombre no, al hombre, se le mueren las caricias. A oscuras, todo es tan claro.
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DANIELA JAIMES-BORGES
Es profesora en Artes Escénicas por la UPEL-IPC (2005). Magister Scientarium en Estudios Literarios UCV (2009). Actriz y directora teatral. Ha sido merecedora del Premio de Autores Inéditos de Monte Ávila Editores en la mención Dramaturgia (2009) por su libro Breves. En el 2011 fue ganadora del Premio Municipal de Literatura, mención Dramaturgia por el mismo libro. Este libro fue traducido al inglés. Participó en el Coloquio Internacional Virgilio Piñera Tal Cual en La Habana, como ponente (2012). Algunos de sus cuentos breves han sido publicados en la Revista Asfáltica de la UNAM; ha sido colaboradora de la Revista El Salmón, Revista Babel y Revista Teatralidad: crítica y verdad. Desde el 2008 se desempeña como Profesora de Lengua Española y Literatura y Literaturas del Caribe en la Escuela de Idiomas Modernos de Universidad Central de Venezuela.
Nadie me ha dicho cómo se ve el pan duro en mi casa
quizás no sepa nunca quién lo tiró
aunque no dejo de contemplarlo
hasta que pueda tenerlo
el egoísmo es el hambre y el hombre
tal vez mañana nadie me de sobras ni pan
y la espera
muerda mi boca.
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La piel en tus manos
arquea
la única orfandad.
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Yo te dije
los finales no existen
y lloraste conmigo
pero tú sabes
yo no sé mentir
los finales son ciegos
se pierden en el humo, las madrugadas,
la lluvia, las invenciones, los pájaros en la ventana
de tu árbol
esta fuga
pero volviste a llorar
y entonces te pedí
camina conmigo.
Ahora lo sabes
seguimos donde hemos estado
detenidos apenas
los finales son ciegos
como no es el humo, ni las madrugadas
ni la lluvia, ni las invenciones, ni los pájaros
en tu ventana
esta meta
y yo empiezo a llorar
y tú caminas conmigo
y recordamos las fotos
con el mismo perfume.
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Poemas sin fuga, inéditos:
poema enclaustrado
dará contigo
centro sin ojo
memoria de la fuga
todo
declina.
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Y todas esas mañanas
en las que me atacó tu dolor
fue venganza
en un cuerpo que
se resiste a volver a mí.
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Y de tanto intentar el olvido
se me perdió la memoria
en la bolsa reciclable
del perdón.
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Una mujer se calla cuando salen sus pezones
Una mujer se calla cuando un aprendiz aprende con ella
Una mujer se calla cuando el amor es un ruido
Una mujer se calla cuando el lobo no es el de los cuentos
Una mujer se calla cuando ve pasar a los huérfanos debajo de una gallina
Una mujer se calla cuando doblegarse es protestar
Una mujer se calla cuando los celos no la muerden
Una mujer se calla cuando el vacío tiene forma de voluntad
Una mujer se calla cuando se calla un hijo
Una mujer se calla cuando golpea la puerta
un disparo preciso seco
en la frente.
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POETAS CANARIAS
PAULA NOGALES ROMERO
Las Palmas de Gran Canaria, 1966. Licenciada en Filología Hispánica. Socia Fundadora y de Honor de ASOCIACIÓN ASPERGER ISLAS CANARIAS – ASPERCAN.
Ha publicado dos libros de Relatos y siete de Poesía: Recintos (1994), Saludos de Alicia (Accésit Premio Tomás Morales, 1996); Manzanas son de Tántalo (1997); Esta falacia que se desangra impune. Antología 1990-2002 (2003); Vicios ocultos (2007); De la traición como arte (2008).
Ha participado en varias antologías nacionales e internacionales y sus libros y trayectoria literaria se reseñan en “Literatura Canaria II. Desarrollo del currículo. Bachillerato” de la DGOIPE, Consejería de Educación del Gobierno de Canarias, (2003), en la “Enciclopedia de la Literatura Canaria” del Centro de la Cultura Popular Canaria (2007), entre otras obras de divulgación.
¿Qué más?
¿Qué más podemos pedir, amor,
si no es esta complicidad culpable
que nos lleva a forzar el tiempo en palabras oscuras
que vestimos como niños en día de fiesta?
Sólo queda el usufructo de nuestros cuerpos,
Blancas ovejas desvalidas que regalamos
Con la rara alegría de quien ahoga una conciencia.
De Contra reloj, libro inédito, 1991
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Emboscada del espejo
Por más que huyo, perseguida, siempre caigo
en la emboscada del espejo:
esa luna burlona que devuelve mi estupor
ante las cosas y el tiempo, el que todo lo lima.
Espejos son los libros, y espejos son los versos:
también tu cuerpo cálido que me abraza en la sombra
no es sino un espejo para mis manos ciegas
que tientan y se reconocen en el tacto de otra piel.
Espejos las palabras que escucho en otros labios,
que vuelan hacia mí, transparentes, ya son mías.
Espejo el celuloide de estilizadas figuras:
aquella Bette Davis, Lauren Bacall, la propia Greta,
prendiendo todas un mismo largo cigarrillo…
Y en todas partes me impregno de mí misma, reflejándome
en la inmensa laguna del mundo donde todo se confunde,
depredadora acosada por quebradizas imágenes,
pantera del deseo estéril que acecha desde lo oscuro
las miserias ajenas y las glorias incautadas
Todos murieron y fueron pasto de gusanos.
Ana, generosa, inmortalizó a la esquiva Isabel.
mucho antes, a ella, la había inmortalizado el amante marido,
en cada despertar jubiloso, en cada beso de despedida.
Isabeles, Lauras, Beatrices, apartaos. Reduce Ana como una moneda
caliente
que se guarda en la palma de la mano.
si Boscán reviviera,
yo sería su bandeja en la cama,
que grande y tierno esposo era.
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SALMA ABDOLA GUTIÉRREZ
Salma Abdola Gutiérrez (Las Palmas de Gran Canaria, 1980) tiene ascendencias libanesas, cubanas y guineanas. Hace tres años publicó su primer libro de poemas, 43 alas de mariposa, y, hace apenas dos meses publicó su nuevo poemario, Si yo te contara, una recopilación del trabajo que durante años viene compartiendo en las redes sociales. Ha colaborado en diversas revistas literarias, antologías y proyectos literarios.
La poesía
La poesía es como el espacio inabarcable
entre la medianoche y tu boca.
Un bote salvavidas a la deriva de un lunes
que avista tu costa, y que tras la despedida,
va recogiendo su estela con un quitanieves.
Si supiera lo que sucede en mi pecho
araría tu espalda para plantarte olivos
en los olvidos de tus lunares.
Tengo un destino que nunca se está quieto
y que me tira el hueso para que vaya a buscarlo.
Sé del instinto de un río que improvisa su cauce
lo mismo que de la vida.
Me fabrico un paracaídas con la sábana
y me lanzo de la cama para aterrizar de golpe
en medio de la esquizofrenia de un perro
que pasea a una señora que pasea un periódico,
santísima trinidad de los fabricantes de guantes de látex
para los que se reservan el tacto.
Este semáforo en ámbar me recuerda tanto a ti
que olvido para qué he venido.
En el mercado me cobran los buenos días
y me regalan el pan.
El tatuaje de un camionero toca el claxon
a ritmo de la Traviatta
y mi alter ego cruza con tacones de aguja
sobre la barriga de una cebra que nunca hace la digestión.
El caso es que tengo un alma que parece dos
y que le he pedido prestados a platero
sus ojos de escarabajos negros para escribirte un poema
y que parezca un accidente.
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Limpieza
Pasan los plumeros del cielo
buscándole la espina dorsal al aire,
ignorando los derechos y obligaciones
de estar vivos;
Ignorando esta moda de sobrevivir a los desastres,
por poseer un alma a prueba de indiferencias,
que la tierra, siempre generosa, cualquier día nos trague.
Es de agradecer que los genios guarden silencio
y nos dejen hablar a los tontos,
que nos rompamos en pedazos o en versos,
que nos pillemos los sueños al cerrar las puertas,
que perdamos las llaves
y que nos mordamos la lengua.
Pero quién va a quitarme a besos
este sabor a café y nicotina de las ganas
cuando las aves terminen su tarea de limpieza
y empiecen a suceder milagros.
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Era
Era la del andar nómada,
era aroma a libros viejos,
la que se hacía faquir sobre la hierba.
Era el cisne más solitario del lago,
era el lago más bonito del parque
y el parque más remoto de la ciudad.
La que en lugar de huellas
iba dejando puntos suspensivos
por la orilla de la playa.
Era Hera, la hija de Cronos
y la hija de magma,
del líquido amniótico del Atlántico.
Era lo que era y lo que aún no era,
la que se esfuerza por parecer
una sola el lunes por la mañana.
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AIDA GONZÁLEZ ROSSI
(Santa Cruz de Tenerife, 1995) es periodista. Ha colaborado en los espacios radiofónicos Recovecos y Poetas en Serie (PenS), ha sido guionista de La Calle Habla y ha dirigido y presentado el programa El Rompeolas. Ha publicado textos en revistas y webs, y escribe sobre edificios interiores en su blog La Ciudad.
Poetas dicen
Yo soy el aire y el polvo y yo hago los desiertos con mi desnudez: broten hogares de mi vello, broten seres de mis codos, broten sueños y limpios balbuceos de este cuello desmembrado. Si digo “viento”, morimos; si digo “fuego”, morimos; si digo “yo”, el día se cubre con estrellas y las grietas de los edificios son acero y laten y huele a menta y a los suelos de la infancia y el sol crea motas en las pieles y quienes habitan el pueblo (quienes brotan de mis codos) sonríen, besan pies y manos, besan el suelo y las paredes y llenan sus cabellos con las flores de un almendro. Y así entran ganas de irse.
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si lo dijera el campo
si lo dijera el campo y si el campo dijera la verdad o si las muñecas salieran de las cajas y lo dominaran todo o si la casa tuviera el sabor del cuerpo o si el cuerpo fuera una catedral y no una celda una cama una manta enredada con el pelo o si el pelo dominara la casa si creciera vello en las paredes o si ojos en las paredes o si las paredes dijeran la verdad si mis uñas les hicieran daño a las paredes y si el daño fuera un sitio seguro y si el tiempo fuera un sitio seguro y si yo fuera un sitio seguro una catedral una madre un campo si salieran de las cajas las muñecas y supieran a las pieles y si las pieles fueran catedrales y rezar y rezar y tentar al rezo con la lengua y edificar el rezo con la lengua si creciera el rezo si fuera el campo si dijera la verdad o si fuera un órgano si digiriera el cuerpo si pudiera arrancar sabores del cuerpo o corregir el cuerpo no entender lo que la tierra balbucea lo que dice la tierra cuando el agujero late y si lo dijera el campo si el campo fijara el viento aquí y en la sangre y en la cerca de otro sexo si el campo habla a través del dolor si el dolor es del campo y de las vacas muertas y de las moscas rapaces y de los pinos viejos o si trepa el campo con el vello y las paredes y la casa y ya no puedo ya no quiero ya no siento
nada.
me has roto como al campo existo? existo como el campo rompo?
balbuceo.
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ALBA SABINA PÉREZ
Nació en Santa Cruz de Tenerife en 1984. Poeta, traductora y licenciada en Comunicación audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. En el sector audiovisual, su corto 20 euros fue seleccionado para la Muestra de Jóvenes Realizadores del Festival Internacional de Cine de Gijón (2007). Ha publicado la biografía musical Algo que contar (2008), los relatos ¿Quién cuidará de mis guardianes? (2013), la novela Silence (2014) y el poemario Ya nadie lee a Pentti Saaritsa (2015). Ganó premio Pedro García Cabrera en 2018.
De su libro “Ya nadie lee a Pentti Saaritsa”
LOLITA HA MUERTO
Lolita ha muerto
Vieja y olvidada
Óxido de su adolescencia.
¿Para qué boca
Maduran ahora las cerezas?
¿Qué boca se posa ahora
En la punta de los dientes?
Hoy todas lo hacen, Vladimir,
Hoy todas lo hacen.
Lolita ha muerto
Y rugen las tripas del viento;
Y el pelo de Lolita, blanco,
Cruje en la tumba.
Redoblan sus huesos
Como un tambor de guerra
Lolita ha muerto
Y un mendigo en una biblioteca
Es el único que sigue
Leyendo a Nabokov.
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Manual de autoayuda
Espero a que sean las doce
para que abran el bar
y lamentar allí
sin atropellos, sin excusas,
que los últimos días de mi vida
están siendo felices.
Me hablo a mí misma:
Cálmate y bebe agua,
sal de ti y deja de mirarte,
entiende tus presagios,
aprende a pasear
sin contagiarte del color del suelo,
haz las tareas,
habla con propiedad,
exígete desobedecerte,
y que se te cuente
que has llegado aquí
y este lugar es una guerra
pero también
un trazo de tiza en el mar.
Hablo a los demás:
Concédete un perdón sin excusas,
no grites por hacerte oír,
elimina los enigmas
y dígnate al placer.
Sé un abrazo en medio de la calle
y deja pasar al peatón,
sé el vicio de la cerveza,
sé las horas que apetecen,
convierte esto en gloria
y renace,
has llegado aquí
y este lugar es una frontera.
Espero a las doce,
más que espero me ahogo,
pero espero.
En algún lugar de mi memoria,
me dije que esto mismo
era la vida.
**/**
POETAS SAHARAUIS
SALKA EMBAREK
Nacida en El Aaiún, Sáhara Occidental, poco antes del abandono de España vivió la Marcha Verde y, junto a su familia, huyó de la invasión marroquí.
Licenciada en Filología, con estudios superiores en Filosofía y Periodismo, esta escritora y poeta hispano-saharaui ha dedicado casi todos sus escritos al Sáhara, en los que se descubre su profundo activismo político a favor de la libertad del país que la vio nacer. Ha participado en las antologías de poesía saharaui en español “Retratos saharauis”, “La primavera saharaui”, “Poetas saharauis” y “Las voces del viento”.
Ahora ven
Ven.
La travesía es la lucha
sin asientos polvorientos.
Ven.
El desaliento no entiende más que de vacío,
pero la lucha enciende la vida y su sentido.
Ven.
Despejado a conciencia,
que el bostezo no llegue
en la luz plena del día.
Ven.
Eres desierto, mar yo,
me retiro y te beso
en un juego de amor
que desnuda fronteras.
Ven.
En la intuición que somos
acantilado afilado
liberemos los pozos
de palmerales azules,
entreguemos el agua a los remansos dulces
que en pálidas estrías
el Siroco nos deja.
Ven.
Con tu rostro desvelado
para que yo duerma
tu paz en mi guerra,
volvamos a la tierra,
ahora que estamos listos
para ser libres.
Ahora ven.
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Las reglas gramaticales
A los perros los habían azuzados después de varios días sin comer. Ellas solo pudieron protegerse la cara, pero las orejas, el cuello, los hombros y las rodillas quedaron al descubierto. La agresión duró unos segundos, las mordidas toda la vida.
Era un castigo conocido ese de lanzar a perros violentos para torturar a las presas. El cartón colgado junto a la escupidera avisaba de la prohibición de hablar o rezar en alto, salvo deferencia expresa del guardián. Incumplir esta norma conllevaba recibir castigos como el de los perros, pero de eso no se avisaba. Algunos de los castigos sorprendían por su detallada elaboración, otros más tradicionales, tenían nombre propio. Mi hermana Mamia me contó cómo la golpearon con garrotes de madera en las palmas de la mano hasta perder el sentido del tacto y de la realidad. Treinta años más tarde un informe detallaría el dolor.
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SUKINA AALI-ALEB
Hija del exilio, nació en Madrid por casualidad, de padre saharaui y madre gallega. Es miembro del grupo de escritores de La generación de la Amistad Saharaui y coautora del libro “La primavera saharaui, los escritores saharauis con Gdeim Izik”. Periodista y profesora de Lengua Castellana y Literatura y Artes Escénicas en institutos públicos de la Comunidad de Madrid.
Vida
He dejado de buscar tu nombre,
se había instalado en mí, no recuerdo desde cuándo,
quizá desde que la nieve cubría los bancos
y los paseos entre hileras de flores era nuestra rutina de fin de semana.
Dejé de rendirte cuentas,
de comer los domingos, de esperar tu llamada.
me dijeron que la vida pasa, y que no importan las palabras,
y así una mañana me arrancaron tu nombre
y desde entonces no he vuelto a pronunciarlo.
He dejado de buscar tu nombre,
porque grito y nadie me contesta,
porque pregunto y no hay respuesta,
porque el silencio lo llena todo,
y se ríe de mí sin decir nada.
Es solo una palabra, pienso,
y entonces busco entre mis recuerdos,
y se me escapa el llanto, y no debo,
es solo una palabra, pienso.
Y te veo bailar en la cocina,
una suerte de albóndigas y gazpacho,
de vino dulce, de risas,
y no sé qué hacer con tu nombre.
quiero decirlo, y no puedo.
De niña me enseñaron a unir sus sílabas,
pero nadie me dijo que un día tendría que aprender
a dejar de pronunciarlo.
A eso nadie te enseña.
Eso lo aprendes solo.
Mejor rápido que lento.
Es solo una palabra, pienso.
Aprendí tu nombre cuando el mundo era un lugar seguro,
y las amapolas dibujaban un mar rojo
en los descampados,
y nos divertía hacer ramos de novia,
con pétalos que se deshacían en nuestras manos.
Y jugar el balón,
entre hierbas silvestres, abuelillos, espigas,
y olor a campo.
La ciudad lo tenía todo.
Tampoco conocías otro escenario.
Y de pronto tu nombre, arraigado en mi cuerpo,
se me hizo extraño.
Nadie me avisó. Lo borraron de mi
un mañana, fría como todas,
como si estuviera escrito con mala caligrafía,
como si ya no valiera.
Como si se hubiera agotado.
Las palabras no pasan, pienso.
Pero la vida pasa, me dijeron,
y que el tiempo no espera.
Cómo utilizar esta palabra que tanto quiero,
que me enseñaron con tanto esmero.
No sé qué debo pensar.
Este vocablo, que me dio la vida,
hoy se me hace ajeno.
La vida borra con autoridad de un bandazo
vocablos de mi diccionario.
Me dicen que es una simple palabra, que es sencillo.
Mamá, decía ayer,
mamá, no volveré a decirlo.
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ZAHRA EL HASNAOUI AHMED
Nació en El Aaiún, capital del Sáhara Occidental. Tras la ocupación marroquí, prosigue sus estudios de secundaria en el Instituto Español de Tánger, para ir a Madrid a cursas COU y Filología Inglesa en la Universidad Complutense.
Amplía sus estudios en una facultad londinense, antes de partir para los campamentos de refugiados saharauis en Argelia. Ahí se incorpora a la programación en español de la Radio Nacional Saharaui. Posteriormente, regresa a España para instalarse en Guadalajara, donde trabaja como profesora.
En 2005, junto a otros compañeros fundaron el grupo literario Generación de la Amistad Saharaui, una importante plataforma para la difusión de la cultura saharaui.
El silencio de las nubes
A las nubes no les quedan pastores.
Se trasladan taciturnas
en busca de los rebaños de dromedarios,
las risas de los niños, los frigs de jaimas,
los pozos verdes y las melfas cantarinas…
Todo es distinto.
Se fueron…
y vino el silencio
a cubrir la infinidad
de narcótica pausa.
Enmudecen los ríos,
las palabras callan…
La sombra de una nube
consuela a una huérfana acacia.
No queda nada.
Las piedras que santifica el rezo.
Y la acacia.
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Mar
Colecciono tus sonidos,
en azul y verde
tus matices
en otros mapas.
En el enigma del exilio
los escucho.
Sordos,
a veces vivaces,
cual concertino en allegro,
que propone diálogos contigo.
Le pido tiempo al tiempo,
mientras vuelan las cenizas
que nos dieron refugio.
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Voces
Quizás pienses que tu voz no me llega,
que el malvado siroco la rapta
antes de llenar mis sentidos.
Quizás sueñes que el eco es mudo
el espejo ciego y los versos
se acobardan.
Se agolpan tus clones,
y alborotados pugnan
por salir en blanco y
negro de mi garganta.
A veces escupo,
casi siempre embucho,
ira, sangre,
paz, tierra.
Quisiera encadenar
tus manos en las mías,
el techo oscuro
abrir las estrellas.
Quisiera, los ojos,
limpiar de rabia.
Treinta voces,
repiten la historia
porque nadie pudo,
nada puede domar
las voces que rozan el alma.
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