Textos Grito de Mujer 2018-Jaén
LA
HERENCIA DE MI MADRE
Cuando nací me regalaron dos mochilas. Una
era herencia de alguna mujer de mi familia, que hacía años que había muerto. La
otra era especial para mí.
Crecí muy contenta con ella. Se fue
adaptando a mi cuerpo, de manera que las dos éramos una sola cosa. Todas las
niñas teníamos una, los niños no.
No recuerdo la edad que tenía, cuando mis
padres me llamaron aparte. Querían hablar conmigo. Al principio no entendí lo
que me decían, hasta que mi padre abrió la cremallera de mi mochila y comenzó a
llenarla de obligaciones y prohibiciones, sólo porque yo era mujer. Mi espalda
se resistía a ese peso que me cargaban y mi cabeza comenzó a decir que no. Pero
mi madre, cerró la cremallera y no me dejó hablar.
Aproveché la oscuridad de la noche, para
mirar dentro de la que había recibido como herencia cuando nací, para
compararla con la mía. Mi sorpresa fue que las dos eran iguales. Estaban
repletas de imposiciones, todas hacia los que me rodeaban. Estaban llenas de
privaciones, todas referentes a mi vida.
Esa noche lloré amargamente, yo así no
quería vivir. Decidí arrancarla de mi espalda. Al hacerlo, con ella se fue una
parte de mí. Desde ese momento, mi familia ya no me quiere igual, he perdido al
que creí mi compañero de viaje, se han quedado en el camino personas que decían
ser mis amigas…
Hoy, las tengo a las dos en una vitrina de
mi casa. Todos los días las miro para recordar cuál fue mi pasado y seguir
luchando, por un futuro libre de mochilas de madre para sus hijas.
Alicia Hortelano Nuño
LA
HERENCIA DE MI MADRE
Cuando nací me regalaron dos mochilas. Una
era herencia de alguna mujer de mi familia, que hacía años que había muerto. La
otra era especial para mí.
Crecí muy contenta con ella. Se fue
adaptando a mi cuerpo, de manera que las dos éramos una sola cosa. Todas las
niñas teníamos una, los niños no.
No recuerdo la edad que tenía, cuando mis
padres me llamaron aparte. Querían hablar conmigo. Al principio no entendí lo
que me decían, hasta que mi padre abrió la cremallera de mi mochila y comenzó a
llenarla de obligaciones y prohibiciones, sólo porque yo era mujer. Mi espalda
se resistía a ese peso que me cargaban y mi cabeza comenzó a decir que no. Pero
mi madre, cerró la cremallera y no me dejó hablar.
Aproveché la oscuridad de la noche, para
mirar dentro de la que había recibido como herencia cuando nací, para
compararla con la mía. Mi sorpresa fue que las dos eran iguales. Estaban
repletas de imposiciones, todas hacia los que me rodeaban. Estaban llenas de
privaciones, todas referentes a mi vida.
Esa noche lloré amargamente, yo así no
quería vivir. Decidí arrancarla de mi espalda. Al hacerlo, con ella se fue una
parte de mí. Desde ese momento, mi familia ya no me quiere igual, he perdido al
que creí mi compañero de viaje, se han quedado en el camino personas que decían
ser mis amigas…
Hoy, las tengo a las dos en una vitrina de
mi casa. Todos los días las miro para recordar cuál fue mi pasado y seguir
luchando, por un futuro libre de mochilas de madre para sus hijas. \
Alicia Hortelano Nuño
...........................................................................................................................................
AGUJERO DE ESPUMA
La crueldad detiene el motor. El bote de
combustible vacío y los kilómetros calculados. A la deriva. La desesperación se
aferra con uñas a la impotente luna.
Sus ojos negros y sus diez semanas se
resguardan del frio húmedo, acurrucada entre las telas de cien colores. El
golpe de una ola arranca a Sahira de los brazos de su madre. La ve desparecer
en el agujero de espuma que la engulle. Salta tras ella pero la sujetan cuatro
manos que soportan la mordedura de su dolor y de su espanto. Un grito. El
aullido penetra la boca salada del océano y va a fundirse con las mil estrellas
que pueblan la cúpula negra.
Noche de San Juan. Las hogueras, la fiesta
y el alcohol se adivinan desde la patera.
Carlos
Peris Viné
.............................................................................................................................................
MEDIOCRE, DE POCO MERITO, TIRANDO A MALA.
Introducción
Palabras. Estamos rodeados de lenguaje, de
narraciones, de frases, de verbos, de adjetivos, de frases, de narraciones. En
gran parte estamos hechos de carne y también de palabras. Palabras. Unas, la
mayoría, igual que se pronuncian, se van, se diluyen en el aire. Pero algunas
pueden marcarnos a fuego, se nos pueden enroscar en las entrañas y desde ahí
imponérsenos.
Frases hueras del político en campaña
electoral o del vendedor de sonrisa prefabricada. Términos palpitantes
confesados a la amiga íntima en el desahogo regado de llanto o en el feliz recuerdo
compartido mientras nos besamos.
Te levantas de la cama por la mañana y
cuando tropiezas con tu pareja en la cocina, tu máscara, automáticamente, dice
un “buenos días” maquinal e intrascendente.
Pero el día de tu boda dijiste “sí quiero” ante el juez y se abrió un
nuevo capítulo en el libro de tu vida.
Palabras que polarizan nuestra atención,
que nos hipnotizan. Que son pronunciadas en el momento propicio, cuando la
conjunción de los astros es la oportuna o cuando el gran Hado lo decide. Algunas
pueden ser mágicas y nos animan y dan poder. Pero otras, otras… se hacen
malignas y nos hieren y nos debilitan y caen sobre nosotros como una pesada
losa, como una auténtica maldición… ¡Cuidado!
1
Sucedió a finales de abril, un martes,
pasados unos minutos de las doce de la noche. Estela, trece años, hija única y
mimada, se había quedado dormida en un sillón de la sala de estar. Su madre,
Pepa, le insistió para que se fuera a la cama. Ella se hacía la remolona. ¡Se
estaba tan a gusto allí, enroscada sobre el mullido asiento! Su mente se
encontraba en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, un momento que dicen
que es propicio para el trance, para raros fenómenos de conciencia. De fondo, en la sempiterna televisión
ronroneaba un estúpido concurso, constituyendo así el fondo sonoro sobre el que
hablaban los padres de Estela.
Mientras recogía los platos de la cena, la
madre, enfadada con su hija, decía que estaba ya cansada de tener que forcejear
una y otra vez con la niña para que se marchara a dormir, que no lo hacía las
horas suficientes y que por eso luego no rendía en el colegio. Él padre,
sentado orondo en su mullido sillón, le respondió que después de todo no había
tenido malas notas. Entonces la madre pronunció una frase que no tenía nada de
especial, ni en el contenido ni en el tono.
-No, no ha tenido malas notas, pero tampoco
buenas. La verdad es que Estela es una estudiante del montón. No es que parezca
demasiado espabilada. Es… como decirlo… es… una estudiante mediocre. Sí, esa es
la palabra adecuada. Mediocre. Y no sólo en los estudios…
“Mediocre”. Estela tuvo un levísimo
estremecimiento al oír esa palabra. En
su duermevela, le pareció un vocablo feo, que sabía a…a rancio. Pocas veces la
había escuchado, nunca le había prestado una especial atención.
Pepa volvió a zarandear a Estela y, esta, medio sonámbula, fue a acostarse, con
la maldita palabra reverberando en su cabeza.
2
Al día siguiente, Pepa la despertó,
metiéndole prisa para que no llegara tarde al instituto. Estela no recordaba lo
que había soñado pero sentía un malestar sordo, una sensación desagradable. Y
en cuanto su mente aterrizó en el nuevo día, se le apareció, rotunda, pesada,
la palabra tóxica: “mediocre”. Sí, su madre había dicho que era “una estudiante
mediocre” … así que era, era… una
persona mediocre. Eso, alguien del montón. Sosa, gris, nada brillante.
“Mediocre”. ¡Qué mal sonaba la etiqueta que le había puesto su madre! De un
salto se levantó y buscó, entre el desorden de su libros, el diccionario. De
fondo se oía la cantinela de su madre sobre su tardanza. Pasó las páginas,
impaciente.
-Mediocre. (Del lat. Mediocris). adj. De
calidad media. 2. De poco mérito, tirando a malo.
“Tirando a malo”. Rápidamente fue al baño
y cuando se miró en el espejo, escudriñó como jamás había hecho su cara, que
exhibía un gesto de desagrado, casi de asco. Sí, era poco atractiva. Esa
pequeña asimetría de la nariz. La minúscula cicatriz en la mejilla. Esos
barrillos. Los labios algo resecos. No, no era guapa. Tampoco muy fea. Pero
tenía poco pelo, los ojos eran algo saltones, los labios demasiado gruesos. En
fin, que su cara era mediocre, como lo era su capacidad de estudio… como su
cuerpo, pues no podía negarse que tenía las piernas algo cortas y el culo más
bien gordito.
- He aquí alguien mediocre –murmuró muy
bajito mientras parecía saludar a la nueva versión de Estela que le miraba
desde el espejo, algo más fea que de costumbre.
Un chillido de su madre cortó el hilo de
su pensamiento. Salió rauda del baño.
3
Estela terminó de vestirse y terminó de
tomarse la pequeña botellita de batido por el camino hacia el instituto. En la
esquina de siempre estaba Mari, su amiga, esperándola impaciente. Estela pensó
que tampoco Mari era guapa. Más o menos como ella, la verdad. Pero, pero… sí,
tenía una sonrisa muy bonita, que reflejaba una alegría auténtica, contagiosa.
No como la suya, que no tenía encanto. ¿Pero qué encanto podía tener la sonrisa
de una persona mediocre? ¿Y no pensaría a veces Mari, todas sus compañeras, que
realmente ella era sosa, sin gracia…? Sí, tenía un nombre bonito, incluso
rimbombante: Estela. Estelar, de las estrellas. Sonaba a actriz. No como su
madre. ¡Qué vulgar suena lo de Pepa! Bueno, aunque realmente se llamaba Josefa…
que tampoco es que fuera muy bonito. Claramente Estela era más bonito. Estelar,
de las estrellas. Pero ella no daba la talla. La Estela de carne y hueso era
alguien gris, mediocre, que sacaba notas regulares y que desde luego no sería
elegida en un casting para salir en ningún anuncio de televisión. Mari… Mari
pues sí, podría hacer publicidad de un dentífrico.
- ¿Tía, que te pasa? Parece que estás
rayada –le espetó su amiga.
Estela sacudió casi imperceptiblemente la
cabeza, intentando poner punto y final a su rumiación mental. Y lo hizo
diciéndose interiormente otra frase que surgió así, sin más.
-No hay que darle más vueltas: soy
mediocre… ¡y amén!
“Amén”. ¡Vaya palabrita que había salido
ahora! La había estudiado hace poco en clase de lengua. La decían mucho los
curas y significaba “así sea”, pero también se empleaba para poner punto final
a una discusión. El veredicto estaba claro, pues: era mediocre, de poco mérito,
tirando a mala… ¡y ya está! ¡Amén!
-Oye, Mari, ¿no te ha pasado alguna vez
que se te ha metido una palabra en la cabeza y no hay manera de quitártela de
encima? Como una obsesión o algo así.
- ¿Qué? ¿Qué dices? –espetó su amiga con
exagerada cara de asombro-. Tú lo que estás es tonta…
“Tonta” …
Coda
1
Diez años después Estela estaba trabajando
en una tienda de ropa. Julia, la vieja y amargada dueña, la insultaba y,
obligaba a hacer tareas absurdas desde hacía un tiempo, pues quería que
renunciara a su contrato para no tener que pagarle la raquítica indemnización
por despido establecida por la ley. En
el sindicato le habían dicho que denunciar era inútil o hasta contraproducente
si no podía probar el maltrato psicológico. Estela tenía ansiedad y estaba
desmoralizada.
El médico de la Seguridad Social la derivó
a una psicóloga. La amable terapeuta le
comentó que, en su caso, el trabajo era como una guerra y resistir era ganar.
El tiempo estaba de su parte, pues cada día transcurrido generaba salario,
cotización y vacaciones, que era, en fin, una pequeña “victoria”. Ya se las
ingeniaría para lograr que alguien testificara o grabar las vejaciones. La psicóloga le insistió en que evitara caer
en la trampa del pensamiento “derrotista” y
en que se buscara un buen “escudo mental”. Escudo… le llamó la atención
esa palabra.
2
Aquel día Julia, aprovechando el que
encontró a Estela sola en el pequeño almacén de la tienda, cerró con llave la
puerta y siguió con su campaña de psicoterrorismo.
-¡Inútil!. Has colocado el género de la
mesa de los jerseys fatal. Estoy harta de ti. Eres la más tonta de todas. So
torpe.
“Mediocre”. La maldita palabra apareció de
nuevo en la mente de Estela. ¿Qué podía esperarse de alguien mediocre? Pues que
no fuera capaz de defenderse del maltrato de una arpía como la que estaba
insultándola. Llena de ira, Julia incluso levantó el puño derecho para hacer el
amago de descargar un golpe sobre su llorosa víctima. Esta, instintivamente, se
protegió con la mano izquierda abierta, a la manera de escudo.
- “Escudo” – pensó Estela. Y se imaginó
que en su brazo tenía uno redondo, de gruesa madera, que paraba el golpe que le
asestaba la maldita Julia, que soltaba un horroroso grito al destrozarse la
mano contra su defensa. Y un esbozo de sonrisa se abrió en la cara de Estela.
- ¡Si serás estúpida que hasta te ríes!
¡Realmente eres tonta!¡O masoquista!
-Si tú supieras lo que tengo en mi mente,
bruja –pensó Estela, regodeándose en su fantasía.
Al ver que continuaba la expresión de
agrado en la cara de la muchacha, Julia no pudo controlar su ira y dio un
grito.
- ¡Ahhhhh!
Estela la miró fijamente y se irguió.
Julia se quedó paralizada, con una ridícula expresión de sorpresa en la cara.
Contrajo un poco su cuerpo. Se oyó que alguien forcejeaba con la cerradura y
que al no poder abrirla golpeaba en la puerta.
- ¡Julia, Julia! ¡Por Dios! ¿Te ha pasado
algo?
Era la voz de Mari, también empleada en la
tienda. Estela dijo, lenta y enérgicamente:
-No pasa nada. Estamos teniendo una
conversación de trabajo, eso sí, un poco… tensa. Sí, eso es, tensa. ¿Por dónde
ibas?
Y mientras Julia seguía como petrificada,
Estela sacaba el teléfono móvil de su bolsillo, activaba la función de
grabación de vídeo y lo interponía entre ella y la acosadora.
- ¿Qué es lo que me estaba diciendo, doña
Julia? –dijo, mientras en su cara se reflejaba una actitud de decisión y una
sonrisa.
La jefa seguía bloqueada, y, perpleja,
dijo, balbuceante, mientras abría la puerta del almacén:
-Nada, nada. Ya volveremos a hablar.
-Primera victoria –pensó Estela,
sonriente. Otra palabra a la que nunca había prestado atención pero que le sonó
como algo fresco, nuevo. “Victoria”.
Antonio Miguel Quesada Portero
Psicólogo Clínico.
..........................................................................................................................................
LAZO
ROSA
Tu
príncipe cambio tu Risa por Llanto, y su color Azul, !! por Negro Cobalto…
Toda
una vida cuidando su pequeña cosa., Regaban de mimos el Jardín con su Flor
llena de olor..., Su Princesa.!! En su
Jardín de Ilusión y Plantas de Inocencia .. creció su Rosa.
Un
canalla pisoteo el Jardín de Armonía... sus Plantas, que tanto perfume
desprendía… Todo lo convirtió... ¿¿como un jarro de agua fría.?? En un Rostro Triste...
y unos Ojos sin Alegría…
Como
caballo de Atila todo destruido,.. Toda una vida Segada...
Sombra
y 0scuridad sobre un Amanecer que Deslumbraba,.. que solo quería Amar,.. Que
solo quería ser Amada…
Un
Padre con el rostro y los ojos pétreos por la Indignación… Pasan las imágenes
una tras otra…. denuncias,, ordenes de alejamiento,, y minutos de silencio. Qué
más da,.. otra mujer Asesinada otro número más...
A
la madre de ojos sin lágrimas.. por tanto llorar,!! le han cortado su pequeña
Flor,.. Sus Pétalos llenos de Fragancia y Vida se han marchitado.., Un
maltratador a su pequeña Rosa.. la Vida le ha segado…
Alejandro
Vico Alonso.
.............................................................................................................................................
Madre por encima de las
cosas
Me gustaría acordarme de
mi estancia
en
tu vientre madre, en tu vientre
me hubiera gustado haber
podido.
Concentrar los recuerdos,
En tu vientre madre, en
tu vientre.
Seguramente, el mundo
hubiera cambiado
y entenderte madre, fuera
del cariño,
en los anales del tiempo
madre,
mi mejor símbolo.
Y por nacer hombre veo,
grietas en la roca
y no lo entiendo, pero sé
que te amo
por tu inmensidad,
pariéndome sola.
Son sentimientos manados
de tu cuerpo
desde tu vientre madre,
desde tu vientre.
Ya ves, lo perdido que
estoy madre
aunque confiando en tu
fuerza madre siempre
al caminar al lado de tu
mejor viento
aprendiendo de ti, los
sueños y el significado
del amor inmenso.
¡Cuántas cosas me
gustaría saber
y sentir igual que tu
madre, cuántas!
Para poder desterrar la
violencia,
que el hombre ejerce
sobre la mujer,
posiblemente, solo por
ser mujer.
¿Quién marcaría la
diferencia
entre los dos sexos
madre?
Si tu eres, el milagro de
la naturaleza.
¡Como me hubiera gustado
haber tenido conciencia!
En
tu vientre madre, en tu vientre.
Sabes, esta noche voy a
taparme con la vivencia
de todos los años
contigo, perenne como las rocas.
23/2/2.018
Autor: Eufrasio Navarro
Fernández
........................................................................................................................................
DICEN
Dicen
que vive solita
Y
que nunca quiso hablar
De
los problemas que tuvo
Al
quedarse embaraza
Dicen
que van comentando
Que
le propuso abortar
Y
aquello fue para ella
Una
mala puñala
No
quiero tu poderío
Porque
ella vivirá
Para
llevar mis apellidos
Y
de ti nunca sabrá
Preguntas
que van surgiendo
Que
no puede responder
Como
de la mala hierba
Hierba
buena va a nacer
Tiene
diecisiete años
No
para de preguntar
Observa
atenta a su madre
Haber
que le va a contestar
Quiero
saber madre mía
Cuando
me vas a decir
Quiero
quitarme estas dudas
Que
no me dejan dormir
Quiero
saber madre mía
Dime
mi padre quien es
Será
un príncipe o un truhán
O
una persona de bien
Tuvo
la culpa una noche
Cuando
perdí la razón
Con
la luna por testigo
Le
entregue mi corazón
Y
me iba proponiendo
Como
si fuera normal
Todavía
estas a tiempo
Si
quisieras abortar
No
me cuentes madre mía
Porque
no quiero pensar
Que
mi padre sea el hombre
Que
te propuso abortar
El
fruto de aquella noche
Fue
el rayo de mi ilusión
Para
quitarle las penas
A
mi pobre corazón
Juan Antonio Noguero
.............................................................................................................................................
LA MADRE
Mujer,
antes que todo tú eres madre.
Dichosos
los que todavía la tienen
gozando
de su calor en páramos
de
penuria, olvidos, soledades.
Alegría
grande en los ojos dichosos
de
quien aún puede abrazar a su madre;
nadie
como ella nos comprende siempre,
siempre,
a pesar de las adversidades.
Amor
sublime, desinteresado,
puro,
traspasando sutil el tiempo
e
impregnando nuestros corazones
de
alegría, risas cariño y risas.
Salta
de alegría si vive tu madre;
huérfano,
sin la mía yo lloro triste.
Ella
alumbró mi vida de colores,
y
alentó con fuerza mis ilusiones.
Siempre
en su rol con los hijos, la madre,
cubriendo
devaneos, poniendo parches,
aplacando
las sanciones del padre,
escudo
de su prole y la barbarie.
¡Ay!,
quien te da tanta fuerza a ti mujer,
para
proteger lo insalvable, roto,
lo
abandonado que no quiere nadie;
lo
pariste tú y quieres aún salvarle.
Recordándola
mi alma se serena,
mil
imágenes en mi mente vuelan,
su
mirada plena me acariciaba,
su
pérdida, a mí el aliento me ahoga.
¡Vientos
fuertes, rayos y tempestades,
que
nadie hable nunca mal de mi madre!
Que el
Todopoderoso la acoja,
y en
la tierra blanda, en paz descanse.
Manuel
Ochando (Muhâmmad)
.........................................................................................................................
“MADRE”
Madre,
que acunas
en
tu regazo un aliento de amor y ternura.
Madre,
que con tu calor
arropas
la sonrisa de esa niña que fui.
Madre,
que con tus manos hoy arrugadas por el paso
del
tiempo, encontré el hueco de suaves caricias
en
mi primera piel.
Madre,
que con el brillo de tus ojos
hice
que tu corazón
latiera
con mi primera sonrisa.
Madre,
que con la fuerza de tu pulso
y
el calor de tu corazón,
me
llenaste de vida y distes sentido a mi existir.
A
ti madre, que colmas con tus
abrazos
a este pobre corazón.
(En
memoria de mi Madre Ana Piedra, a la que tanto quise y también a la que tanto
amé)
.............................................................................................................................................
ENCARNACIÓN
SÁNCHEZ ARENAS
“A MI MADRE DOLORES ARENAS HUERTAS”
“A MI MADRE DOLORES ARENAS HUERTAS”
He
surcado mares que buscan la desembocadura de tu río,
seguro,
apacible, confiado en su curso fluvial.
He
conocido contigo la autogestión drástica de las circunstancias
que
me han ayudado a sobrevivir.
Tu
letargo me muestra el abrazo lleno de ternura que muestro al planeta.
Perdiste
miles de horas conmigo desinteresadamente
en
el crecimiento de mis intereses sociales y culturales.
Yo
crecía, y tú, a la sombra, conmigo también.
Me
acurrucan tus caricias
que
me hacen tocar el mundo en busca del amor constante de mi marido.
Tu
legado es la herencia de una sociedad más humana y justa.
Me
pariste, con dolor empático, y sufro ante el dolor de los demás.
Los
olivares de nuestro pueblo
encorvan
su cintura y caderas ante el trabajo que me dio de comer.
No
me faltó plato de cerámica, ni alimento abundante y próspero.
Preparas
una receta de comida ante las horas tan perdidas
en
el sabor del placer y deleite de la vida y cuidas de no indigestar
las
ideas de los pensamientos que comulguen correctamente con las emociones.
Agua
cristalina,
flor
de almendro,
rubí
de azahar,
letargo
próspero,
caricia
sublime,
beso
limpio,
jazmín
de la alameda,
sombra
del olmo,
sol
entre tinieblas,
luz
ante los miedos.
El día que me muera, en la
eternidad, quiero volver a tu letargo y regazo materno.
.............................................................................................................................................
MADRE
Las
raíces de tus entrañas
Dan
cuerpo a la vida,
Floreciendo
en tu tronco
Halos
de sentimientos eternos.
Siempre
enseñando a vivir, a soñar,
A
pensar para que otros vivan,
Sueñen
y piensen en volar por sí mismos.
¡Siempre madre,
siempre!
Tu
corazón susurra placidas olas emocionales
Que
envuelven en una melodía divina.
Siempre
la vida insignificante a tu lado es grande,
Buscando
el amanecer que ilumina el día.
¡Siempre madre,
siempre!
Hilvanando
momentos te has entretenido,
Para
crear historias que en silencio has sufrido.
Siempre
buscando un sentido
Al
cómo, al cuándo y al tiempo consumido
Que
hace crecer los sueños compartidos.
¡Siempre madre,
siempre!
Cuando
la tierra te arrope
Como
tú arropabas a tu niño,
Entonces
ahí estaré llamándote madre,
Siempre,
siempre.
Juan Costela Serrano
.............................................................................................................................................
ALGUNA MUJER
Llegará el día,
con tu risueña ceguera
y una escarcha de estrellas
en las manos,
en que bruto
devore tus entrañas,
esas que le diste
en dulce hogar;
en que ufano
de marchitar tu corazón,
intuyendo
el haber pisoteado
tus momentos mejores,
persuadido
de haber robado
tu cálida sangre
y ajado,
sin miramientos,
tu altiva alma:
cual vieja carga,
de ti se alejará.
Para entonces...
ya tu mar
no será mi mar,
encaje de plata y seda,
y tus lágrimas
solamente serán tuyas.
Juan B. Serrano Cueva.
Poeta de Jódar, residente en Granada.
.............................................................................................................................................
La crueldad detiene el motor. El bote de
combustible vacío y los kilómetros calculados. A la deriva. La desesperación se
aferra con uñas a la impotente luna.
Sus ojos negros y sus diez semanas se
resguardan del frio húmedo, acurrucada entre las telas de cien colores. El
golpe de una ola arranca a Sahira de los brazos de su madre. La ve desparecer
en el agujero de espuma que la engulle. Salta tras ella pero la sujetan cuatro
manos que soportan la mordedura de su dolor y de su espanto. Un grito. El
aullido penetra la boca salada del océano y va a fundirse con las mil estrellas
que pueblan la cúpula negra.
Noche de San Juan. Las hogueras, la fiesta
y el alcohol se adivinan desde la patera.
Carlos
Peris Viné
Comentarios
Publicar un comentario
Muchas gracias por tus palabras. No olvides visitar nuestras otras paginas y correr la voz sobre nuestra labor.