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Poemas Grito de Mujer 2018-Puerto Rico






ARRÁNCATE ESA PUNZADA DE MIEDO


Tu mirada
en la rigidez de la mañana
ha coagulado el susto
de la noche de pánico.
Tus ojos hinchados
como iguanas des
plo
ma
das.
Esos labios de arena mojada
ciernen tu amoratada desventura.
Inflamados los ganglios de tu desamparo.
El animal llegó jamaqueando su hongo
mirando con sus ojos de achiote
chorreando una baba de avispas
desviril alarde del macho
fabricado en moldes oxidados.
Mujer
has apurado las intermitencias del terror
tiemblas en esa silla
como un parabrisas desdentado.
Es hora de que arranques esa punzada de miedo
hipnótico crespón en tus minutos purulentos.
Sacude esa impotencia acalambrada
desgreña los colmillos de su asedio.
Escupe las promesas contrahechas
de tu príncipe de astillas.

Queremos ver tu piel con rebeldías.
No más horas roídas
no más zumbido de vértebras
no más la gruta del suicidio.
Te traemos la ternura en nuestro lebrillo atormentado
es tiempo de bracear
al lumínico faro
donde te espera una aurora de rubíes.

© Pedro Juan Ávila Justiniano

BALIZA DE PLATA

porque corre plata
por sangre;
se sacia de Insomnio esa Mar sin plenilunio.
Hilos, filigrana sin remiendos,
respiran, palpitan
estallan           para dispersos
absorberse.

La luna hala la mañana con o sin ganas
y el tiempo es Ola y divaga.
Derivan los plenilunios


sin sueño, sin ganas, coqueteando en ansias
de acantilado.

Huye la Rosa
quiere abrasar vientos, olvidar el catalejo
Ser                  astrolabio.

Hija                 Selene
Madre             Selene
Esposa Selene
¡CANCELA SELENE!
solo mujer
y te besa

Gritan Olas. Rompen piedras.
Hienden el crepúsculo austero,
dónde se despeña el dolor
de una matriz herida de muerte.
Negra oscuridad
violenta sin rumbo.
Aprieta sus silencios, recuerda a Selene
sonríe
y es baliza de plata       rumbo seguro en calma.


© Marieli Calderón




RUTA DE MU-J-ERES

desde la cuna nos designan un nombre
que sabe más a muerte que a vida
nos denominan mujeres

¿y si le quitamos la j? ¿qué nos queda?
comenzamos a caminar en la vida
y de pronto nos vemos solas
tan solas como al salir del vientre de nuestra madre
pero frente a todo pronóstico
creamos, vivimos
hemos vivido y renacido una y otra vez, a tanto
violaciones, maltrato, discriminaciones, partos,
amores maltrechos, amores intensos,
hijos buenos, hijos retantes, hijos ausentes
soledad, esclavitudes, libertad
una y otra vez revivimos
y en este caminar ya no vamos tan solas
nos llevan de la mano otras que no mueren
tías, abuelas, madres, hermanas, amigas, mujeres todas
eternas, intensas, benditas, caderonas, pechugonas, hermosas

mujeres vida, sabor
magas de ideas
cocineras de sueños
gestoras de amores grandes
arquitectas de corazones y seres pequeños

nos multiplicamos en millares
caminamos juntas
desafiamos al destino



© Waleska Victoria Castillo


RULETA DE AZAR



¿Que es pesada la espada?
En la siniestra se balancea
la culpa o la inocencia.
Se quiebra la fuerza.
Desfallece mi constancia.
Su desnudez es tortuosa.
La pureza niña, en ruleta de azar.
Se vive o se muere.
¿Qué más da? En su mano está...
Detonarás su ser.
Tiñes su terso lienzo con rojo final.
Se escapará el grito, acallado.
El morbo se crece, lo ha de gozar.
La venda cae de mi rostro.
En filial llanto... ¡Ay, dolor maternal!
Te buscaré en la existencia
entre testigos sombríos
esquivos e indiferentes.
En la urbe de trenes sin hora.
Pues soy dueña del carnero al sacrificio.
Me llamo Justicia. Camino con Esperanza.



© Lourdes Y. Crespo





GRITO

Jamás dejaré de gritar por aquellas
que gritan en silencio.
Porque soy hombre,
porque soy mujer,
porque cargo humanidad en mis tejidos.
Hoy me hago su voz, su llanto, su fuerza.
Hoy seré su palabra, su puño cerrado,
su lengua dibujando un
“BASTA YA”.
Hoy me convierto en su marcha,
en su lucha, en su victoria,
en su libertad.
Grito por la oscuridad de sus vidas.
Grito por las humillaciones sufridas.
Grito por los golpes, grito por las heridas.
Grito porque en el amor no existe
espacio para las cadenas.
Grito por las mujeres que aún no
reconocen la magnitud de su poder.
Grito por aquellos seres que desconocen
que el verdadero amor es compartir; no poseer.


© Antonino Geovanni

LAS EQUIS EN LA SANGRE

Medito en el espacio entre clases,
tales sincronías: que un meteorito
llamado Hypatia
sea de lo más extraño caído
en nuestro universo.

Camino por donde y a la hora que quiera,
a mi propio son
(recuerdo entre pomarrosas a Ivania).


En alguna marcha digna,

seré una valiente Lola.
Llevo siglos de luchas en las venas.

Me dolerán más que los golpes,
la anonimia de tantas otras,
cuyo eco es tortuoso y no cesa.


Buscaré despalillar la injusticia
de las leyes con mi tarjeta electoral
y esencia de Mariana Morales Bernard.

A veces me reiré con Julia de Carolina
y las Juanas (la Sor, la de Arco y hasta La Loca),
y por no llorar, dividiré,
con rabia sublimada en común cero entre cero,
la razón machista de algún meme.

Porque es aún la desigualdad
camino oscuro de unas y todos,
porque yo también
soy, tengo y quiero dejar en herencia
la esperanza y realidad de un mundo
donde no haya que inmolarse para ser faro,
ni llevar en duelo las equis en la sangre.


© Willmarie Lebrón García


MUJER

Esa mujer que ves
tras el cristal de tus ojos,
mutilada por tus sentencias,
¡es una mujer libre!
más libre que el soplo de vida
hija de una memoria
y del dios de los inmortales
esa mujer noble que recibe
los espasmos de tu ira
y deja vacíos tus saqueos de maldad
esa mujer que mancillan tus manos
hace florecer pájaros en los jardines
esa mujer con alma que desconoces
siembra inmensidades
que nunca alcanzarás a sentir
esa mujer de voz pulsante
de espíritus encendidos
donde ni siquiera podrías nombrarte humano
y donde no tienes derecho a saciar tu sed
porque no eres ni semilla,
ni tierra, ni agua, ni tiempo
solo un despojo de hombría
sintiéndose enardecido en tu propia bajeza
esa, esa misma gran mujer de cántico de lunas
te ha de dejar sentenciado
irá por ti y te llamará por tu sombra
y bajo su amor y fuerza, sucumbirás.



© Luz María López







MUCHACHA EN LA CALLE

(BIANCA asaltada en el gesto,
alentada en el apoyo de sus amigos )


Caminabas sola y anónima por la acera, calles duras,
desiertos de tristeza. Calcina el sol cerrado de mediodía,
se oprime el ancho del cielo, ruinoso el concreto agrietado,
el  vómito de los carros nos pone a comer polvo y veneno,
enajenada la ciudad, entontecida, huye la amabilidad
 de las sombras, los musgos, los pajarillos,
las flores, los sueños, las palomas.
Allí se prohíbe el tránsito a la ternura, la que hermana
 a la naturaleza, la que hermana a los humanos.
Siguen otros (los verdugos), las viejas rutas
del desprecio que lastima, codicia del depredador:
te  hurga, te tasa, con la mirada carnicera ya te toca,
como mercancía de vitrina desnuda su violento asalto de lujuria
en el mezquino escaparate de su auto transita 
el truculento ocaso, solo a objeto de uso y desecho te reduce,
a quien poco importa el dolor mudo que produce.
¡Huye muchacha!
¡Huye de ese asco vacío, patea al rufián errante escarnecido,
escupe a quien los valores de la vida lleva invertidos!
En su hambre enferma, inútil furia
dispuesta siempre a la mordida.
Regresa al camino del rocío,
donde los que te apreciamos te esperamos.
Tus pasos te anuncian en desparramado horizonte de colores,
aquí aguardamos, intacta nuestra esperanza,
con la alegría de cantar amigados juntos,
también las armonías musicales de tu nombre. 



© Luisenrique  Lourido  Colón


MUJER


Mujer, inventa una sonrisa
lumbre amorosa que derribe al miedo
para que el verbo no sea murmullo desolado
sino voz clara, grávida de fuerza.
Cuesta mucho dolor urdir el sueño
y ahuyentar del cielo las cenizas.
Alzada en tu valor, derrota indiferencias
siempre en guerra en los campos del prejuicio
sin dejar de construir senderos nuevos.
Que tu voz herida arda en llamaradas
arrasando verdugos solapados
esos que en los caminos ponen trampas
para adueñarse de la fe y los pasos.
Columbra tu poder con ojos limpios
mientras vas desterrando esclavitudes
y rompiendo cadenas angustiosas
con las que ataron infamias a la historia
como piedras ceñidas a tu talle.
Nunca calles tu voz diáfana y alta
que suba al infinito en un danzante grito
creciendo, palpitando enardecido
enlazado al de todas las mujeres
que se atreven a cantar la libertad
en cada encrucijada retadora
donde para volar no faltan alas
y no golpea las alas ciega duda.
Un riachuelo de luz de anchas orillas
traspasará la noche más cerrada
cada vez que resuene vencedor
el grito sabio y hondo de esperanza.



              © Irma Antonia Maldonado Villalobos





REVERSO DEL ÉXODO



Los cristales de tu aura
respiran fecundos destellos
embeben oleajes de caracolas
en el cucubano.
Camándula desparramada que repica
campanadas de luz.
En ti habita
el reverso del éxodo y sus fragmentos
tus alas calzadas de luna
redimen a consagración
del uni̶̶ verso.
Abrigas en tu pecho
lágrimas del péndulo enmudecido
en tus manos reverdece
la palabra caudalosa
perennidad de tu género.
Ondulan en tu cosmos de sensaciones
faros de esperanza.



© Susie Medina Jirau






CULPA



Ese canto angustioso
en el camino de la añoranza
ese desasosiego
al no saber qué hacer.
Y el pájaro enmudece
en la noche de la tristeza.
Lo intuye la nube
cuando oculta la luna.
Esa culpa que no es mi culpa.
Esa…es tuya.
Pero yo me levanto
como el humo
cuando el fuego arde.
Como el pelícano
que va en picada al mar
y sube con la misma fuerza.
Y como el topacio del sol
que cada mañana sale
como faro de luz y esperanza
para alegrar y calentar el día.




© Elba I. Ortiz Bruno



PALACIO DE LAS BESTIAS



En los palacios de las bestias
circundan los dragones del olvido.
Se esconden en espejos de silencio
que luego se rompen a medio grito.

Ponen perlas en el cuello degollado
de las voces encerradas de jarrones
que detienen cualquier susurro
al borde de la mesa donde toman el té.

Allí los faros de esperanza se ven poco.
Sus tímidas luces se ocultan en las nubes
como cuerpos de mujeres mutiladas
que comulgan cebollas
para estrujarlas en sus pupilas.

Allí se cuentan las historias
de alguna oveja descarriada,
del cuerpo castrado y los labios cosidos,
de aquella mujer que perdió los ojos,
de las manos por debajo de las faldas,
de la cimarrona negra que escapaba,
de la iniciación a la servidumbre,
de la poeta de versos impuros,
de la cabeza llena de luz,
de la desobediente lapidada a palabras,
y las de tantas otras que atraviesan el túnel de la muerte
tan solo por ser mujer.


En el palacio de las bestias
queda hueco el cántico en la noche.
Al séptimo día podrán quitarse los collares
y los espejos se volverán cenizas
cuando el grito no se quede a medias…



© Solimar Ortiz Jusino




ME GUSTA CUANDO AMAS
(A la mujer que lucha)



Me gusta cuando amas
porque eres la palabra que completa el mensaje,
el milagro en la gente con tu manto sagrado,
el grito de este pueblo que tantas veces callan,
el pan del vecindario cuando el hambre le acecha,
como lluvia que esperan en medio de un desierto,
la consigna que grita por todas, por todos los que somos,
el afán de darle brillo a la vida en todos los rincones,
el resumen que brota de todas las bellezas,
el pañuelo que enjuga las huestes del llanto,
los pasos que nos llevan a cruzar la noche,
la risa que soñamos en todos los semblantes,
la ira que conspira contra cualquier déspota,
la cómplice de todos los oprimidos
aunque a veces ellos no se den cuenta,
la silueta de todas las invisibles

porque cuando estamos juntos llevas en la piel
una forma de amar que susurra rebeldías,
y porque, aunque haya quienes no lo perciban,
eres el amor en todas las conjugaciones del verbo
y finalmente, aunque a veces respiras hondo
como cuando rebuscamos en el fondo de los sueños
eres el futuro agazapado detrás de la esperanza.



© William Pérez Vega







SOLO UN TIEMPO, UN LAPSO
(A mi patria, mujer azotada por la fuerza de un huracán)



Corrí, extendí mis brazos
esconderme en tu regazo
no pude, el viento me alcanzó.
Con gran furia me azotó
A su merced quedé
Y hasta el color se me fue
Herida y desnuda
 buscando de alguien ayuda
El que mecía mis ramas,
Y hasta me arrullaba
Con gran fuerza me abatió
Mis entrañas estremeció
Más Dios que me vio primero
Y me entretejió en oculto

A mi ayuda acudirá
Y mis heridas vendará
Estoica, erguida
Levantaré mi bandera
Volveré a ser lo que era
Me ocultaré en el ocaso
Solo un tiempo, un lapso
Retornaré en alborada
Fresca, renovada
Cual mariposa alada
Sea el odio fugitivo
Y el amor redimido
Ven unámonos ahora
La madre patria te añora
Un pueblo unido florece,
Más dividido perece



© Lilliam Robles González







Los mares se asomarán algún día



¿Qué volver del sueño atado al peligro?
¿No basta con arrancarme la lengua?
La distancia de arena se retuerce
en el ser de la criatura.
Presagios del olvido invaden el coral.
¿En cuáles reglas se ama cuando el ciego
ve detrás de su máscara de arlequín?



© Emma Jeannette Rodríguez






ENTRE...


Parto mi piel en los centímetros cuadrados de la indiferencia, cuando el aquí y el ahora  se convirtieron en la mejor mentira. Cada diente resulta una sonrisa fingida, distracción para un ojo pobre que alucina con vida. Me encuentro fugada en cuatro vientos mal digeridos, aullando suavemente a un oído que ya no funciona. De qué me sirve ésto si todo aquel aquello es inservible. Lagunas putrefactas que calcinan los sueños, albergando disfraces y diásporas de encuentro. Quitaré la vida de este augurio y alzaré vuelo en la madrugada. Vestiré de negro, como siempre, para que no me confundas con la muerte. Quisiera me acompañaras en el tranvía, pero tu sexo desadvierte la necesidad, y mi pecho se revuelve. Avisémonos cuando sea ya muy tarde y engañemos a los oráculos, tiñendo el suelo en sangre. Marea de sudor, besos y carne.



© Laura Rodríguez Abreu







ELLA, ES ELLA



¡Ella, es ella!
Ella hilvana un lucero
en un frasco de luz,
justo en el hueco
de los amaneceres
de un pecho sin mañanas.
Grita un diluvio de sol
por las ventanas sedientas de arcoíris,
como quien silva un disparo
de hambre
sobre la mesa servida.
Ella no ignora la penumbra
rezagada en su huella
en mármol sin tregua,
para encender cirios de eternidad
en callejuelas sin nombres.

Ella no es la secuela de un costado arcilloso
envenenado de inequidades,
ni la rampa de acceso
al placer que no le pertenece.

Ella habita su soledad
en el asilo de su fuero
y aun tiende un faro en el horizonte,
porque al final,
ella es su propia consecuencia.




© Luis Enrique Romero














GRITO

Y estoy tan callada que a mí me doy pena,
y tan enredada; prefiero callarme...
que nada se piense, que nada se sienta...
que no mueva el viento la hoja verdosa
ni la que está seca...
que el tronco es robusto, erguido y muy firme
y si se deshoja, ¡qué será de ellas!

Y estoy tan callada que a mí me doy pena,
y tan enredada; prefiero callarme...
no sea que la musa vaya a delatarme
y le diga al miedo que venga a matarme...

He visto vestido el odio en cristiano...
sus ojos me tocan, más que con sus manos...
Y temo estar sola, libre, alborotada...
y temo no puedan oír mis hermanas...

Y estoy tan callada que a mí me doy pena
Y tan enredada; prefiero callarme...
y a ustedes suplico,

¡Griten por mi parte con voces que truenan,

(Sean mis faros de esperanza)
que yo en mi silencio, grito a mi manera!




© Gricelis Torres Cruz


SONÁMBULA



Sonámbula por los sueños
De un amor incierto
Apariencias de cristal
Todo lo que parece real
se desvanece en el ocaso…
Besos amargos con el dolor silente
En cada suspiro.
Caricias frías que llevan el roce del desprecio
Debo callar y disimular
Hoy, parece un cuento hermoso
Como si fueras mi príncipe,
Pero tú y yo sabemos que en realidad
Eres el verdugo, ¿existirá un final feliz?
Me exhibes, sonríes,
mientras pueda continuar
tejiendo mentiras de una felicidad fugaz
Solo tú puedes argumentar
Vociferar cuan inservible soy.
Vivo en mi Castillo
Aquí susurra el silencio
el día se siente oscuro, tinieblas en las noches
¿existirá un sol para mí?
Busco faros de esperanza
Los hallé en los latidos de tu corazón
Mi fuerza, mi niña, mi hija, mi gran amor





© María de los Reyes Ureña Medina










Tú,
sonrisa refulgente, céfiro de verano
Proclamas enardecida maravillada ilusión.
Besos robados, ternura compartida,
aurora pintada de etéreos rosados,
fogosa cadencia al tacto febril.
Filigrana de astros dibujada en el cosmos
cubriendo el ensueño de la intimidad.

Seducida, sucumbiste al amor.
Tú,
confiada entregaste mansamente la vida.
Guardaste tus sueños en cofres de marfil,
dejaste de ser tú, para ser quien él quiso.
Se apagaron las luces que alumbraban la dicha.
Con cada sufrimiento, la ilusión sucumbió.
Tus quimeras subieron como globos henchidos,
reventando de pena en el infinito azul.
La sombra de la noche desveló el encono.
tú, verdugones furtivos, él, súplicas de perdón.
Tu espíritu roto buscaba un respiro
en la tierna nostalgia de lo que un día fue


Avasallada, llegaste al límite del tormento.

Tú,

recobras conciencia del infame destino,
y aun siendo semilla que germinó en la angustia
arrancas tu alma del mismísimo infierno
e impasible, denuncias tu escarnio y dolor.
Logras romper la quejumbrosa cuita
vociferando al mundo tu voluntad de ser


Emancipada, reverberas luz





© Isabel Zorrilla

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