Poemas Grito de Mujer 2018-Pamplona
“GRITO DE MUJER” PAMPLONA
Jueves, 1 de marzo del 2018, Planetario de Pamplona
(Coordinadora: Isabel Blanco Ollero)
S i n r e t o r n o
Dónde queda la puerta que cierra
las heridas, dónde la tienda del
punto final no hay nada que hacer.
Dónde, el sustantivo de lo sin nombre,
de lo que escapa al recipiente de lo
servido en bandeja de letras y
de aroma de flores muertas.
Dónde, la blancura de hilos que tejen tu cuna en estos brazos vacíos;
dónde, las manos que no supieron
salvarte del peligroso oficio de ser mujer.
El tiempo manchado de dolor
se ha detenido con tus latidos,
tus libros dormidos junto a tus sueños;
en aquel dintel, tu adiós abrazando mi
cuídate y disfruta.
Sin retorno, ya no tienes nada
que temer y ya no temes nada.
Silvia Marambio-Catán, 2018.-
LUCHADORAS DE SEDA
Tienes que verlas, ausentes de voces,
rostro abajo y huérfanas de luz.
Tienes que verlas, apesadumbradas,
temerosas, ciegas.
Como animales amputados,
trabajan el juramento de madre.
Heridas de muerte, arañan
las noches. Todas ellas sienten las uñas
de su llanto híspido.
Tienes que verlas.
Con la atadura de un
nuevo amanecer, se acarician el vientre abierto,
no encuentran nada, nada…
como si la hija nunca hubiese existido.
Se levantan como aguas
desnudas y se visten de piedra.
Tienes que verlas, ni un
mísero soplo materno
en la boca consumada y en
el dolor de madera y labios.
Y maldito bailarín de
lengua oscura, en su negra danza
rasgó la suave carne. La
hija muerta y ellas vivas.
En continentes de silencio
se acarician el vientre abierto,
no encuentran nada,
nada…como si la hija nunca hubiese existido.
Pero sí en su abrazo
roto, hondo destello
de certidumbre y locura.
Luchadoras de seda.
Como animales amputados,
trabajan el juramento de madre.
Tienes que verlas, tienes
que verlas.
Son el dolor del mundo.
ISABEL BLANCO OLLERO
Las madres de las muchachas muertas
No habría querido escribir esto…
Un
día se te acaban las lágrimas,
pero
entonces sigues llorando de otra manera.
La
mirada, perdida, llena de silencios, en un horizonte que ya no existe.
Todos
los días, con la rabia encendida ante cualquier comparación,
ante
cualquier ignorancia o desprecio.
El
juzgado se vuelve tu casa, pero al cabo del tiempo,
extrañas
la justicia porque se te quebró hasta su deseo.
Entonces
regresas a tu interior
a tu
silla de enea, a la habitación del fondo
-la
que ella ocupaba-,
al
tacto de su ropa, al desorden de su joyero,
y
añoras el nudo que hubo en tu matriz,
el
olor de almíbar de su cabello,
las
pequeñas manos que cabían en tus manos.
Y
sientes que, cuando más callada es la noche
más
claras escuchas sus palabras colgadas de esa voz que temes olvidar.
Así,
hasta que un día la desnuda eres tú,
tú,
la que vives en la intemperie,
tú la
que pasa frío y miedo en la calle,
en la
plaza, donde ella fue encontrada…
Iosu Moracho Cortés
Vivir con la dignidad honrada del afecto no te hizo inmortal,
tampoco lo querías.
Ser rebelde cuando todo estaba prohibido no fue temeridad,
sí valentía.
La lucha, la contienda, pelearse el día a día y ganar
sin rendir las victorias, no fue romanticismo,
sino generosa conciencia que hoy nos deja dormir.
Hoy que te has ido.
Hoy el consuelo sobra, no hace falta.
Nos hablarán del tiempo, de la esponja salada
que escurre los cristales desde el aire.
Pero todo es mentira porque tú y tu memoria
no sois enfermedad, tampoco herida.
Estarás en la casa, entre mis libros,
en el brillo del fuego, en los diptongos,
hasta que llegue el día en el que volverás desde la tierra abierta,
en carne viva,
con una atemperada melancolía.
Pero eso será luego, después de lo más tarde,
después de que engendraras poesía.
Juan Andrés Pastor Almendros
DIENTE
DE LEÓN
Como partículas vegetales de
diente de león,
así duermen en mi pecho los
días. Difuminados
por el aire entre horas de
ensueño o amarga luz.
Tiempo infantil, tan dulce en
racimos de gozo:
algodón de azúcar, muñecas,
caramelos y tío vivo.
Tiempo inevitable. Luz
cegadora entre mis brazos,
desbordada felicidad, única e
indisoluble, océano
de azules, pequeña diosa
fuiste para mí.
El tiempo dicta sentencia, no
se demora,
no se detiene ni se adelanta.
No sale del instante.
El tiempo implacable, ejecutor
maestro,
perfila el minuto exacto,
riguroso, ajusta la hora
de aquella noche en que galopó
inoportuna la muerte,
tu muerte, aquel íntimo cuchillo
en la garganta,
nuestra muerte.
Teresa Ramos
Cardelinas
A Asun Casasola, madre de Nagore;
a todas las madres
a todas las madres
Vivaz
cardelina que vuela por encima del sol,
que
cubre con sus trinos la piel del mar.
¿Dónde
quedaron sus 20 años?
Era
tan igual a ti.
Todo
se lo diste.
Luz
incandescente que alumbra tu hogar
incluso
hoy
diez
años después de que el cazador
partiera
su cuerpo delicado, su canto radiante
luz
de tu casa.
Y
todo este tiempo
has
sostenido en tus manos
las
flores hermosas de su alma
has
paseado su luz y su canto que fluyen por las calles
a
través de ti.
Has
alzado tu voz
para
que pueda oírte este mundo cretino
que
disculpa al cazador
y sospecha
de las alas
del
pájaro que vuela.
Itziar Ancín
Un Canto
El viento dulce
por la tierra áspera
acarrea un canto de
mujer
que en mí rebosa de
ternura.
Un arrullo de amor entre
lirios
que con sus senos desnudos
y la fecundidad de su cuerpo
nutre de amor a la
Tierra.
Suave la lluvia en los
campos del exilio
con los pies sucios de los
pueblos
descalza e invisible
y entre frontera y frontera,
lleva
el Universo dentro.
La oscuridad avanza en el
desamor
de otras manos,
irrumpe en su estancia
y quiebra su canto.
Mientras lágrimas y alaridos
se desparraman
ella, queda atrapada en la
irracionalidad
del ultraje.
Seamos claridad que
rompe la tiniebla,
seamos la expansión
de su canto.
.
Sagrario Lecumberri Seviné
DESAPARECIDA
La noche no tiene la culpa
del ladrido de los perros.
A las 12 se cierran los teléfonos
se abren puertas y ventanas
de los vientos al galope
y se llora.
Negraluz en los ojos del espejo.
D
e s a p a r e c i d a.
Hueco útero. Queda solo
el espanto de una noche muda.
Y los brazos extendidos
y las manos adiestradas
manoslluvia de tan fría noche
no renacen ni devuelven a la hija
vertebrando la mañana.
Y en el cuerpo
una nuez de carne seca
un timbre sin sonido
un crujido sin voz.
Nada como la luna para soñar
o devolvernos al ladrido de los perros.
ISABEL
HUALDE
GOTAS DEL RÍO
Alma
Chavira Farel murió en enero de 1993. 1ª víctima
en
las estadísticas de asesinatos de mujeres en Ciudad Juarez.
Alma, fuiste la primera en morir cerca de Río Grande.
Te siguieron Gladys de 12 años y luego Silvia y
Sagrario, de 17.
Hoy las cifras gritan al mundo vuestro feminicidio.
Vuestra culpa ser mujeres. Trabajar de maquiladoras:
emancipación, cambio de estructuras ancestrales,
ruptura de cadenas a las patas de la cama.
¿Dónde el amor si un sexo domina al otro?
Alma, moriste cerca de Río Grande
y tu dolor y el grito en las entrañas de tu madre
que a todas nos resuenan,
fueron las primeras gotas de ese gran torrente
que desde tu ciudad se va vertiendo
en nuestro río.
En el caudal de ese gran río
que, nacido en las cavernas,
va fluyendo por la Tierra
nutrido por las lágrimas
de todas las mujeres del Planeta.
María Loyola
Amarras
Mi niña grande tan pequeña
asesinada: todo el dolor del parto
volvió a mí hecho cristales,
cristales en mis ojos y en mi garganta,
cristales en el abrazo de mi niña
tan pequeña
grande.
Me encerró el tiempo en largos días de túnel.
Ahora
todas las hijas mi hija:
en sus ojos sus ojos,
en sus voces su voz,
en sus manos su mano.
Y su mano en mis manos
y mis manos en las manos
de cada madre,
cada mujer
tirando del tiempo,
empujando al tiempo,
venciendo al tiempo
enlazadas.
Isabel Rivas Etxaniz
Ya no amanece ninguna mañana
ya no hay canto
ya no hay aire
ya no hay puertas
Se esconde el día detrás de la sombra
y un grito apaga el susurro
no hay ojos
no hay boca
un zumbido continuo de no hay
ahora
allá de donde dicen que no se vuelve
permaneces
mientras otros no saben gritar tu
nombre
hace tiempo que dejaste de escuchar
olvidaste tu boca
olvidaste tus ojos
se ciegan con el día que pretende
esconder la sombra
recuerda el aire
recuerda el canto
¡amanece!
no estás todavía muerta.
María
Cano García
Naciste temblorosa
en medio de la selva,
desconoces la paz
por tanta guerra.
No temas, Samia hermosa,
ríe, niña pequeña
que oculta en su regazo
tu madre vela.
Guerra y espanto
triste condena.
Los brazos de tu madre,
dulce colmena.
MERCEDES
VIÑUELA
MARIPOSAS NEGRAS
Aquel jueves
cientos de negras mariposas
se columpiaron en mis
labios,
las fui tragando sin remedio a la vez
que cientos de
nauseas trepaban por mi garganta.
Aquel jueves el mundo no se paró
y sentí cómo mi
corazón se desmontaba del cuerpo
y como un loco se
puso a buscarte entre la lluvia,
y loco chapoteó los
charcos y loco él, como loca yo.
Aquel jueves,
a mi pesar, los trenes llegaron,
los
restaurantes seguían abiertos y
en las
iglesias: los mismos mendigos
las mismas plegarias, el mismo crepitar de velas.
Sentí que Dios
también esa mañana había muerto.
Desde aquel jueves
cientos de negras mariposas
se atrincheran en mis
entrañas,
en el mismo sitio
donde tú estuviste.
A veces disparan y
dan en tu nombre.
Aquel jueves me
clavaron en el suelo
y desde entonces en
mi memoria anidan
todos los pajarillos
que no volverás a ver.
TASÚS
BURGUETE LACALLE
LOS ABRAZOS
ROBADOS
El miedo te robó los abrazos
aquellos que tal vez quisiste darme.
El viento asesino que se instauró
por dios y por la patria
congeló los besos con los que
quizás
quisiste arrullarme.
No había espacio para anidar sentimientos
En aquel árbol seco,
podrido ya tras más de cuarenta años de largo
invierno.
Y a cambio
entre canción y canción
convertiste el amor
en tortilla diaria a las once de la noche,
en ropa bien planchada
y en dinero para un taxi.
Hoy, anegado aquel miedo,
me pides y te doy
los abrazos robados en otro tiempo,
madre.
JAVI MARTIN
...eres
Naciste de las
primeras,
continuando
otras tu vida perpetua,
Eros, tu aquí y
ahora.
Safo, parturienta.
Moldeada con
manos de hombres,
amor,desamor,dicha,
tragedia.
Membrana
rodeando la espina dorsal,
añoranza en las
letras.
Segmento
inferior entre el útero
de uvas enveras.
Abuela con manos
dulces
tendiendo los
siete colores del iris
bajo la no vida
en la tierra.
Ilimitada tras
el desastre natural del duelo,
surges como
enfermedad
y dicha,
respiras y respiro,
mientras te
paro.
Eres madre, eres
hija, eres tuyo
y eres mía.
Eres libre:
poesía.
CARMEN PUERTA
MIEDO
Has
conocido el miedo
en su cara más
amable.
Lo has visto de
cerca
y has cargado con él
como peso natural,
indeleble.
Miedo
a cultivar tus afectos,
a la no aprobación,
a la expresión
libre, al disfrute.
Miedo a ser tú.
Se ha traspasado la
línea
Y tú, lo has
aceptado.
Y
ahora que has descubierto el antídoto,
no
te sirve.
No encajas este
desorden.
No estaba
programado.
No disfrutas en este
juego
que es la vida.
Se
ha derrumbado tu aposento, tu cárcel,
donde todo estaba en
su sitio.
No
es fácil salir de nuevo.
INMA BIURRUN
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