Poemas Grito de Mujer 2017 Republica Dominicana
Ámbar Rodríguez
De La Romana. Es estudiante de término de la carrera de Educación mención Letras en la Universidad Dominicana O&M. Escribe novela, cuento y poesía. Ha sido invitada a lecturas en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo y la Feria Regional del Libro de Hato Mayor. Ha colaborado con revistas literarias digitales y pronto verá la luz su primer libro.
Musas del caribe
El cántico del Parnaso fue elevado ya
y las ninfas se congregan con sus cabelleras largas
sus ojos diáfanos videntes de la eternidad
brillan como luciérnagas en los adentros de la noche
tienen los labios llenos de rosas y versos
y toda la poesía las reclama.
Divinas criaturas de la belleza, asentadas bajo este sol
paradas sobre esta isla, tan pequeña, tan llena del estío
de tantas lluvias interrumpidas y de inviernos que nunca llegan
dominicana, así te llaman en otras tierras.
Te purificas en la inmensidad de tus costas
y reconoces el eco de tus gentes cuando cruzas los mares.
Golpeada pero guerrera, a oscuras pero repleta de lumbreras
nadie te ve mínima imponente criatura caribeña.
Su perfume, dulce bálsamo de los dioses griegos
queda esparcido en la memoria, sepultado en el inconsciente
porque ellas son como una brisa suave,
como el débil aleteo de un ave recién nacida.
Hacen florecer tierras muertas
luego de las grandes sequías
donde fueron posadas sus manos para la gracia o la desgracia
allí se alza la cúspide de la fecundación
alargando su paso sobre la vida.
Mujer dominicana
quédate esplendida
como la maestra
la guerrera
la diosa de las letras patrias
la que borda la bandera tricolor
la que muere con dignidad.
Quédate
así como las mariposas
aleteando nítidamente en la memoria nacional
atravesando mares en las imborrables páginas de la historia.
Darihanna Mesa Florentino
(San Cristóbal, República Dominicana, 01-01-2001) Poeta y narradora. Integrante de la Promoción 101 Niños poetas de San Cristóbal y de los Talleres Literarios Mi Barrio en Letras que dirige la Fundación Literaria Aníbal Montaño, FLAM. Su poema “Miles de hombres” fue incluido en una antología internacional en homenaje al poeta peruano César Vallejo, en Chile. Participa en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo desde el 2007 y en el Festival de Poesía en la Montaña en Jarabacoa, desde el 2009. Ha publicado “No puedo tocar el piano” poesía (2012), “El mimígena” Cuento (2016), entre otros.
A las niñas
A las niñas que sueñan con rosas cristalizadas
Y al despertar
Pisan sus sueños fragmentados en dolor
Alimentando sus heridas desesperanzadas en cicatrizar
A las niñas que guardan sus sentimientos en un peluche
Y lo ocultan detrás de sus almohadas
A las niñas que caminan las aceras abruptas
con la mirada en sus pasos
Para evitar a los que mutilan su inocencia
A las niñas con las suelas contaminadas de pecados
Y pensamientos inmundos de quienes la acompañan en su entorno
A las niñas que callan tantas cicatrices frente al espejo
Pero sueñan con un final feliz.
Desde tu puerta I
Por cada silueta que describe tu desnudez
Se rompe una hebra de las mentiras que haz tejido
Y abundan entre las paredes desde
que marchitan los charcos de lágrimas
Se escuchan tus gemidos
Quizás las cortinas reclaman tu presencia
Se extinguen los recuerdos en el espejo
Las sábanas trazan tu cuerpo sobre la cama
Y tu piel se deja llevar
Como las hojas que caen del árbol
Lo admira la soledad desde las ventanas carcomidas por la humedad de tus lágrimas.
Dayrobel Ramírez Rossó
(Azua, República Dominicana, 2001). Poeta y narradora. Forma parte de la Promoción 101 Niños poetas de San Cristóbal y de los Talleres Literarios Mi Barrio en Letras que dirige la Fundación Literaria Aníbal Montaño, FLAM. Ha publicado poemas en las antologías “101 Niños poetas de San Cristóbal” (2011), “Duarte sueña y otros poemas a la patria” (2013), “Mi muñeca y otros juguetes tradicionales” (2016), entre otros. Es autora del libro “Una flor en dos mitades” Poesía (2014).
Rutina silenciosa
Nadie sabe cómo resolver el dilema de nuestra vida
Nadie siente los golpes que nos atormentan la existencia
Nadie mira a través de nuestros ojos
Mientras nosotras
sin otra opción nos quedamos sumergidas en una rutina silenciosa
La rutina que nos quema la piel
y nos desgarra el alma
a este canto que se escucha alrededor
le contamos nuestras penas sin que el alba pueda respondernos
y nos quedamos con una interrogante que nos susurra al oído todo el día
mientras cruzamos la calle cuando el sol quema nuestra espalda
mientras la cobardía de un ser que no siente
nos marca los días
el cuerpo
y hasta los pensamientos.
En esta tierra tan grande
En esta tierra tan grande
No hay espacio para mis sentimientos
No se escuchan los gritos silenciosos reflejados en mis ojos
En esta tierra de gente fría
Construyo mi pequeño castillo a un lado de mis sueños
Construyo una rosa que crece con cada lágrima
Me encierro en la incertidumbre de mis penas
Al despertar de lo que solo era un sueño
Y ya no vuelvo a imaginar castillos ni rosas
Ya no vuelvo a vaciar mis lágrimas en el río
Dejando mis ojos con todo la carga
Hasta que llega la noche a traerle más penas a mi colección
Más frustraciones a mis pensamientos
Más palabras vacías a mis poemas.
Denisse Español
Arquitecta y escritora dominicana. Autora de la columna Animal Cotidiano y miembro del Colectivo Multidisciplinar Café de Artistas. Hizo sus estudios de arquitectura en la Universidad Pedro Henríquez Ureña en Santo Domingo y la maestría “Arquitectura y Proyecto” en la Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona en el año 2,001. Escribe la columna semanal Animal Cotidiano, la cual se publica en el periódico digital Acento y en el periódico local Bávaro News. Es autora de los poemarios Mañana es Ningún Día y Una casa en la palma de tu mano.
Tiritas rojas
Las hojas de los árboles rechinan cuando me arranco la piel.
Me deshago del estiércol,
levito sobre el charco de la habitación
profundamente desnuda (hasta los músculos),
desvestida del propio aliento.
Los pájaros llueven cuando descuajo mis cabellos
o cuando me desangro por las pestañas,
los veo volar humedeciendo.
Ellos saben que prefiero ahogarme,
adivinan cuándo se desmorona la vida
y por eso llegan,
para que se inunden las noches.
No vienen a jugar ¿entiendes?
las alas posibles escasean en el mercado de la esperanza,
visitan para ayudarme a morir una muerte perfecta.
Se desbandan si les hablo
solo el silencio vale.
¿Conoces algo más pesado que el silencio?
¿Sabes de un lugar más oscuro que mi pozo?
Las muñecas sin cabeza se burlan
si creen que lloro,
por eso me asilo en sus huecos
penetro sus cuerpos abandonados tratando de vestir otro nombre,
para que sepan que no lloro nunca.
Juntas vemos caer las estrellas,
recibimos sus golpes.
Las chispas incendian en el campo ancho de la penumbra.
Somos cuerpos de trapo amarrados al suelo,
a lo más bajo de la casa en sus estratos absurdos.
Las manos se estancan en los rincones,
nacen lazos que ahorcan como raíces.
Visito las ventanas, traspaso sus barrotes,
mi cara auspicia el frío que cae por los tubos de la sombra
recupero poco a poco mis plumas
como un ángel recién nacido.
Una sonrisa ajena se sienta en mi boca.
La brisa abona mis poros,
los brotes sacuden un escalofrió mutante
los pies se agrietan en el filo.
Veo a los pájaros pasar de nuevo
ellos aman las sonrisas prestadas,
mandan instrucciones en un vocabulario de viento.
Hoy no quieren quedarse,
tampoco desean que me quede
por eso lanzan sus piedras,
porque solo eso faltaba
para poder llover de rojo la casa.
Gabriela Arciniegas
Colombia-Reside en Chile
(Bogotá, 1975) Nieta del historiador colombiano Germán Arciniegas. Novelista, poeta, cuentista, traductora. Graduada en Literatura (Javeriana, 1999), especialista en Docencia Universitaria (El Bosque, 2007), Magistra en Literatura Latinoamericana (Javeriana, 2013). Docente de literatura en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la Universidad de la Sabana y en la Universidad Nacional de Colombia. Coautora de colección escolar Hipertexto, Santillana. Publicó “Rojo Sombra”, 2013, "Bestias", 2015, “Sol Menguante”, 1995. Premio Ediciones Embalaje, Museo Rayo, 2009. Finalista del Concurso El Tiempo, 2001. Participó en “Señales de Ruta”, 2008, “Ellas cuentan menos” (minicuento), 2011 y "13 relatos infernales", 2015.
Muñeca de cerillas
La muerte
astilló tu cuerpo
y dejó tu caja
vacía
¿Dónde
muñeca
quedó tu cuerpo
de palillos?
¿Dónde
tu vestido?
¿Dónde
tus delicados
brazos
de cerillas?
¿Y de tu carita
qué fue
apuñalados tus ojos
entre fauces oscuras?
Los ahogados
En los campos ya no florecen los ojos abismados de los niños. Ya nadie sigue el trayecto impredecible de las nubes. Nadie trata de darle forma a sus fronteras cambiantes. En las volutas de tiempo blanco, detenido, ya no viaja nadie.
Todos despertamos de repente inundados en la estridencia pegajosa del vientre de la moribunda. A todos nos jalaron del letargo, acaso sin saber que tenemos aún más de ave que de humanos.
Todos hemos cruzado la calle y nos enlistamos en la fábrica. Pasamos los días apretándonos
fracturándonos
incrustándonos
en los huesos de otros
ajustándonos
al cíclico paso
de los piñones y las poleas
Nunca nadie se preguntó para qué servía la gran máquina. Quedar quebrados e inútiles es simplemente lo que llamamos “el destino”. Al final del día contamos las tuercas que nos han dado y las vamos chupando, contando sus aristas con la lengua hasta que se cierran los ojos. Luego el gallo de la veleta rota nos despierta con sus chillidos.
Esta mañana nos han sacado a todos a ver cómo se arrojan a las llanuras los jinetes voraces del diluvio. Cómo se lanzan contra los edificios
las antenas
los cables, los postes
sus cuerpos de sal y barro
quebrándose
destrozándose
multiplicándose en las calles
Nos han sacado a todos
a ver cómo vienen
las multitudes del agua
cómo se arrastran, cómo ruedan
en cópula desaforada, desesperada
por las calles
echándonos sus rosas a la cara
sus rosas de ámbar turbio
sus rosas agrias
Hoy nos han sacado
para que los dragones del cielo
con brazos flácidos vengan a llevarnos
con encías bobas a roernos
a encallar sus millares de castillos
en nuestras orillas rotas
maculadas
su tierra firme
Nos han sacado a todos. Flotamos inertes con los dientes al aire
perlas del hastío
La divninté et l’enfant
Y hubo un día en que la divinidad
no amó más a su servidor
lo repudió
negó todo su amor por él
En el edén imperecible
lo marcó en los ojos
con el fierro en que se graban
las letras del infierno
Lo obligó
a arrancarse
una a una
las plumas de sus enormes alas
a rasgar su pico de arpa pura
contra la roca alta
a comerse las raíces de sus patas
La divinidad le fue esculpiendo en las carnes
le fue horadando con sus horrendos buriles
dibujos de otra alma
le borró de la piel eterna
el mapa del camino a casa
le puso el dedo enorme sobre los labios trémulos
y lo empujó al túnel de estas carnes
A medida que el niño fue cruzando los anillos
fue olvidando todas sus felicidades
ahí olvidó lo que es el silencio
ahí recibió en el pecho
el cencerro que siempre está tocando
ahí sus ojos angélicos
duraron un tiempo brillando
y luego comenzaron a apagarse
La última luz se extinguió
cuando aprendió a decir
te quiero
te deseo
Calla a la niña
Calla a la niña
silénciala
que no cante mi miedo
Calla a la niña
¡Cállala! ¡Llévatela!
que me rompe las células
sus células
Calla a la niña
Haz que no me tiznen
sus pupilas de carbón
Cállala
que me quiebro
Llévatela
no quiero ver la muerte
de sus flores silvestres
y del sol de su boca
Llévatela, cállala, confínala
Maté sus ángeles
Ella llora, ella llora
hace mucho frío
Llévatela, confínala
que cuando se canse
nos miremos ella y yo
quebrados
ancianos
sin sol
Juan Hernández Inirio
Juan Hernández Inirio nació en La Romana en 1991. Es poeta, compositor, guionista y gestor cultural. Actualmente trabaja como Director Provincial del Ministerio de Cultura en La Romana. Cursa una licenciatura en Educación mención Letras en la Universidad Dominicana O&M, y estudios de Cinematografía en el Proyecto Cultural La Flor del Este. Ha publicado los poemarios “Cantar de hojas muertas”, en 2010; “Musa de un suicida”, en 2014, y “El oráculo ardiendo en 2016. En agosto de 2016 se rodó su primer cortometraje, titulado “El último atraco de los Carecantina”.
Niñas de marzo
Invoco, por las niñas del mundo,
Un salmo de claridad desde las entrañas
Del océano neblinoso.
Cada niña sin sonrisa es un cielo tachado.
Esparzo un puñado de sílabas indignadas,
Ofrendo la herencia de mi voz
Contra el acoso y el funeral,
Contra la violencia y el hambre,
Contra los jinetes del Apocalipsis
Que hollan la inocencia.
La niñez es luna untada de porvenir
En lo alto de la transparencia.
A mariposas de marzo levantando el vuelo de los años, les canto.
Su grito raya la bandera de mi poema.
Su mal dialoga con el trueno y nos alcanza.
Por las niñas del mundo, en su belleza sufrida, me declaro en llamas.
Isleño
País de cadáveres anónimos
Como todos los lugares
Bajo la luz de este siglo.
País en el que acabo de nacer
Cuando las alas de una mosca
Se ciernen sobre septiembre
Como un ángel leproso flotando en público.
Mi ciudad tiene su propia muerte,
Y es tan pequeña, tan mínima,
Que arrastra hasta el litoral
La ficción de su estatura.
Cuando hablo de la noción de patria,
Las palabras salen de un espejo de niebla.
Los días aquí no se enderezan.
No acaece un solo milagro.
Cualquiera que lea detenidamente
Las sílabas de una promesa en blanco,
Sabe que ha entrado a la isla.
Cuando escribo ¨aquí¨, quizá sea
Por la plenitud de esta orilla gris.
Espuma de mar. Incansables vendavales,
Y al final, un horizonte digno de revertir.
Pensando con la lucidez de un trago,
Las olas, como un puño, abrigan mi corazón.
Yo soy el verso sin cumplir
En el escudo de incontables remiendos
De mi bandera apuntando hacia el naufragio.
Espejismo en la faz de la metrópoli
“Hay que quedarse en las ciudades mientras estén vivas”.
Jean Paul Sartre
Primera ciudad de la vida
que no canta sin suicidio-
hay un cielo para rapsodas
al doblar la esquina. Quizá es lunes.
El moño del viento ondea.
Humo de segunda y de primera mano,
lecturas amarillistas, mujeres o flores
traspapeladas en un callejón de la nada.
Despacio, los primeros goterones,
repetidos
en el espacio de una hora sin pico.
Criaturas de tiempo -primer defecto-
testando a favor de la muerte
con cada zancada,
sudando al unísono.
Tanta gente parece un yo plural…
Las jornadas,
subalternas del hastío,
reiteradas con su amplio sonreír de estrés.
La urbe, con el latir de sus tiempos,
predica cansancio. Luego de su sombra,
¿dónde acamparán
los luases ensimismados
y
los ángeles cimarrones,
todos adivinando del tambor afónico el sexo?
El orbe se corrompe con
este tráfico imposible.
Los pasajeros más simples,
como barones de luz.
Risa de hiena les sucede,
con un buen baño crepuscular.
Acontece la muerte del estío y de la algazara.
Las tinieblas ahora cuentan, y violan la noche.
Entre la multitud buscad de todo:
carroña de centauros,
tabloides en blanco y
una brisa sin denominación
en el contorno de las almas.
A la misma hora mañana,
ved la clase media hollando
un cruce de la tarde vencida.
En las alturas, luceros verticales
fraguándose a sí mismos.
Abajo, una cabaña del limbo
para que pase la modernidad.
En cada conversación sobre escaleras,
una ciudad sin consorte,
batiendo el pozo de sus muertos
y desandando futuros.
Luis Carvajal
Es Biólogo, ecologista y poeta. Miembro de la Academia de Ciencias de la República Dominicana. Egresado de la Universidad Máximo Gorki, de Rusia con Maestría en Ciencias Biológicas, en Fisiología y en Bioquímica de las Plantas. También es especialista en Biotecnología. Su poesía posee la cualidad de ser tribuna en donde se denuncian injusticias. Carvajal canta también a su madre, a sus hijas, a sus amigos, a la naturaleza, a las mujeres acompañadas y a las que caminan solas. Su poesía resume un gran amor por la vida en todas sus manifestaciones.
Muñeca Prisionera
Una muñeca
prisionera en su vestido,
desvelada,
no llora ni espera.
Desenhebra las agujas
y descose y deshilacha.
Trepa y trata de escapar
por la piel que se desangra.
Dibuja su casa y su destino
y el sol y el crisol
y el jardín y la ventana
y a un perro manso y torpe
que lame sin hambre un hueso
desnudo de piel
de pasado y de memoria.
La muñeca pone orden en la casa dibujada:
Hay que ensuciarse los pies para andar en los pasillos.
Hacer el mar, el amor y el café por los rincones.
Cocer a fuego lento las palabras.
Dejar regados, sin orden ni buen juicio los poemas.
Jamás, jamás, jamás dormir mientras se sueña.
La muñeca no juega con muñecas.
Ella vive
y vivir es un juego descarnado:
tornados y luceros en vértigo infinito e incesante;
desfile de razones, de asombros, de aguaceros.
La luz, tragada por sus ojos de vidrio
alumbra cuerpo adentro:
profundo e intrincado laberinto,
extraña borrachera de rubores y tripas
sin corazón ni sesos.
Eco de los ecos de las voces de lejos,
muy lejos de la risa, del dolor y del miedo
sepultan los recuerdos, los adioses, los abrazos,
los porqué y el silencio.
Quizás la muñeca pretende desnudarse.
Arrancarse los ojos.
Abrir su vientre a dentelladas.
Cortar sus pechos con las uñas.
Llorar, llorar, llorar
hasta vaciar sus orbitas,
borrar toda silueta de su boca,
vértigar para siempre en el vacío,
deshojarse cual rosa atardecida
o como simple muñeca abandonada.
Una muñeca
prisionera en su vestido
ya no quiere dormir
tan sólo sueña
en dibujar su casa
y su destino.
La Conjetura De Hodge y El Cuerpo Femenino
Ya sé que todavía la matemática no puede con la idea
y que también lo ignora la poesía.
El cuerpo femenino
no es conjunto abeliano
ni es entidad formada por partes que se integran
en ecuación solucionable o tesis demostrada.
Los ojos, por ejemplo,
no son un subconjunto del todo en que se incluyen
las curvas laterales y las protuberancias.
No importa cuán armónicas se muevan las caderas,
los brazos, las piernas y los sueños;
el tiempo en el que oscilan el coxis y el ombligo
suele ser infinito en la memoria,
no hay ciclos recurrentes ni historias repetidas.
Por tanto, por mucha semejanza o cercanía
no existen subespacios consistentes
ni oquedades finitas
ni dualidades simples:
la mirada y la lágrima y el éxtasis se escapan de los parpados
sin que varíe su masa o su energía
pero ¡cómo transforman el alma en que se anidan!
En el enigma de carnes y misterios de una mujer,
cuando se sabe cierta
y armada de palabras y motivos,
el cuerpo es mucho más que variedad compleja,
heteromorfia apresable en algoritmos,
en formulas complejas
o en barrotes de rimas y palabras en la cárcel sublime de un poema.
Toda humedad es insondable abismo.
Todo abismo es tan sólido y completo como un simple suspiro
o una piel recorrida por los dedos.
El cuerpo femenino no puede ser objeto matemático
ni cursi inspiración de la poesía.
Cada parte es el todo en que se integra.
Cada mujer es infinita y una.
No es posible rearmar su cuerpo fraccionado
ni moldear sin romper las infinitas cuerdas que la esencian
ni reducir a fórmulas o tropos la fuerza que la anima
ni doblegar su alma con el yunque o el beso
ni acallar su sonrisa con el puño o la ira.
Cada ecuación o verso es un fracaso.
Cada mujer es vida y es su vida,
infinita y total,
cierta y negada.
Cada mujer es toda explicación, toda poesía,
toda ecuación que siendo se valida,
toda verdad y toda perspectiva.
Cada mujer es siempre un desafío.
Cada mujer es Dios y es ella misma.
Flor Quebrada
Lágrimas, gritos, desamparo:
la sangre fluye desde una flor quebrada,
sigue la ruta ausente del arroyo
y se deja caer por la ladera.
Desnuda de sombras, de verdades,
de esperanza y mañana
no puede perfumar al puñal que la hiere.
Sobre las sombras del destierro
muere para nacer en los bosques nonatos
y morir otra vez y otra vez y otra vez.
Indolente, vestido de plástico y azogue
llena su vaso el carnicero.
La muerte ha añejado su vino.
Cuenta una historia ajena como si fuese suya.
Bajo las alas del silencio
las tinieblas duermen,
la lluvia se niega a caer,
un coro de pasos en la oscuridad
atraviesa mis oídos.
Escucho, escucho, escucho
dicen que las plantas
van a morir detrás de las colinas.
Derrotado por la calma de la noche,
sucumbo a las tinieblas.
Todos los cantos, todos los gritos, todas las plegarias
aturden mis oídos:
el canto del zorzal y de los grillos,
el silbido del viento entre las ramas,
el ruido de un lagarto en la hojarasca,
el grito de la sed y la fatiga,
los gemidos lejanos de un orgasmo en el bosque
y el tintineo del sol en la neblina.
Preludio del poema,
es tan alto el ruido de la flor quebrada,
tan sonora la sangre vertida en la ladera
que no logro entender como siguen cantando los poetas
tan sólo a su corola, al color de sus pétalos
y al sabor embriagante de su néctar.
MARLEX INDHIRA RODRIGUEZ SOTO
De San Cristóbal. Escritora y gestora cultural. Miembro de la Fundación Literaria Aníbal Montaño. Publicó en el suplemento literario coleccionable del periódico El Folio del Sur “Jóvenes Escritores de Mi Pueblo, San Cristóbal”, en febrero del 2009. Participó en la Primera y segunda Bienal Nacional del Cuento, San Cristóbal 2009 y 2011, respectivamente. Pertenece al grupo de los Nuevos Narradores Sancristobalenses. Publicó “Sinfonía Silente”, Colección Entre Amigos 2008. Es coordinadora del taller literario Los Molina en Letras y del taller de Narradoras de San Cristóbal. Ganadora del Primer Lugar en Poesía del Certamen Nacional Para Tallerístas, 2009, Ministerio de Cultura. Obtuvo el Primer Lugar en Poesía en el Certamen Literario de la Región Sur, organizado por el Colectivo de Escritores Sur-Sur. Actualmente trabaja en el proyecto educativo cultural de la Fundación Refidomsa “Aula Cultural”.
Pestañas adentro
Pestañas adentro está el mundo y su sequito de ilusos babeando el cielo, destilando en sus entrañas lo que murió en tus pupilas.
Pestañas adentro hay un silencio que sabe a lluvias, a la moneda que lanza tu pulgar con tantas dudas, a sueños que disparan caracoles y se untan pegamento para que no los rompa y la brisa la envuelve mientras sube y se abrazan y ahora me sabe a lodo y a suerte y a presencia y estado y dolor con ilusiones.
Pestañas adentro se esconde un arcoíris que grita y agoniza y se hunde con la tarde con colores que son solo otra parodia al llanto, arcoíris adentro se esconde un laberinto que se pierde en sí mismo y se desliza en la botella, laberinto adentro se esconde un ángel que no sabe llorar, que mira con nostalgia el mundo, un niño en el semáforo que pide una estrella a un dios cualquiera, el ángel mira y se asusta, el dios no ha dicho nada, el niño habla y se espanta pide cara y pierde.
Mikenia Vargas García
De Moca, República Dominicana. Licenciada en comunicación social de la Universidad Tecnológica de Santiago UTESA. Directora del Museo 26 de julio de la Provincia Espaillat. Forma parte del grupo “Octavio Guzmán Carretero”, del Ateneo Insular en Moca y miembro del Movimiento Interiorista. Ganó el primer lugar en poesía en el XXV aniversario de la fundación del Centro Juvenil Don Bosco. Ha participado en recitales, ha hecho crítica literaria y su poesía ha sido publicada en revistas y periódicos, antologada en A la zaga de su huella. En el 2016 publica su poemario Silencio y carne. Colabora con las tareas de investigación lingüística de la Academia Dominicana de la Lengua y en las realizaciones literarias del Ateneo Insular.
HIJA DEL FANGO
(Poema en homenaje a las niñas que trabajan, no estudian y se embarazan a temprana edad para repetir la historia).
El madero abriga un hogar,
rendijas y soles aprietan el pensamiento.
Una luz callada hace de una mirada ilusión,
sagrado anhelo de alfabetizarse.
Tierra,
fango de historias perdidas,
manos de barro con la rota esperanza de crecer.
Cambia la Luna y es verde la cosecha del espanto:
Arroz, cacao, café caído.
Profesión del fango
y un mundo privado que no puede leer.
Olor a tierra fría de invierno;
y en el calor del cuerpo se distrae…
Historia que palpita en el dolor del vientre.
Otra vida comienza a repetir su pesar.
FUSIÓN
Palpo el agua
en el tiempo de la espera,
traslación de una memoria líquida
en donde llevo sin habla tu recuerdo.
Pensarte
es ir saciando la sombra blanca de sed.
PRESAGIO
Todo está dicho en mi sombra.
Soledades que columpian
hasta rasgar mi cruz.
Las palabras engullen un
silencio milenario,
el verbo crea su historia.
Se antepone la lluvia a tu ausencia.
Torrenciales silencios se avecinan,
aún la palabra no nace en mi lengua
y ya dejo rastros de perversidad.
Por tu nombre soy
la fecundación perdida
y me detengo.
Hay cierta complacencia
en el dolor.
La muerte cumplirá su propósito.
Santiago García Castañón
España, reside en Cullowhee, NC. USA. (Avilés, 1959) Doctor en Literatura Española y licenciado en Filología Anglogermánica. Ha sido profesor de la Universidad de Oviedo y de varias universidades de los Estados Unidos. En la actualidad es catedrático de Literatura Española en Western Carolina University. Ha sido ganador de diversos premios literarios y es autor de ocho libros de poemas y dos novelas, además de otras obras de orientación académica. Reside en Cullowhee, Carolina del Norte, EEUU.Entre sus obras de creación literaria destacan los libros de poemas Tiempos imperfectos (1994), Entre las sombras (1996), Lo que queda (2002) y Rota memoria (2006). Es autor, además, de las novelas históricas El castillo de los halcones (2004) y Vida y fabulosas aventuras de Pedro Menéndez de Avilés (2006). Equis es su sexto libro de poesía recientemente presentado en la feria del libro de Buenos Aires.
Un Continente En Unos Ojos
Te mira con esos ojos negros,
enormes ventanales desde donde descubre
que el mundo no está hecho a su medida.
Te mira con un rostro inocente
y hasta parece ser feliz
mientras alguien con un iPhone le pide una sonrisa.
Aún no ha descubierto casi nada,
no sabe qué peligros aguardan
en la próxima curva de la vida.
Tal vez ahora, mientras contemplas la foto,
ya no esté sonriente,
tal vez ya haya dejado de ser aquella niña.
Hasta es posible que algo --o alguien--
haya apagado el brillo
de esos ojos inmensos con los que te mira.
Por eso quiero ahora perpetuar el momento,
congelar este instante
en que un iPhone capturó la inocencia
antes de que las lágrimas rueden por sus mejillas,
antes de que el silencio logre apagar su voz,
antes de que el camino se vuelva tortuoso
y se encuentre de golpe
con las curvas inciertas de la vida.
Homenaje a la niña / mujer joven
TRECE ROSAS
Era agosto en Madrid.
Era un verano caluroso,
cuando una hidra feroz y enardecida
entró con su guadaña en el jardín.
Y una mañana se quedaron
solitarios todos los jardines,
huérfanos todos los jardines,
vacíos todos los jardines,
mudos todos los jardines,
desiertos todos los jardines,
llorosos todos los jardines,
heridos todos los jardines,
sangrando todos los jardines,
muertos todos los jardines.
Los verdugos quisieron
arrancar las flores
pero no pudieron ni desprender sus pétalos.
Y es que no sabían
que hay rosas rojas que no mueren nunca.
URGENCIAS
llegó con una herida fea
en un pómulo
había sido
dijo
un accidente tonto
una caída
“el suelo estaba resbaladizo”
y la enfermera hizo
como que la creía
apenas diecinueve años
y ya sin inocencia
sin brillo
en aquellos ojos
ásperos opacos
endurecidos por el dolor y el miedo
pero nada hiere tanto
como los golpes
que no se ven
(De Objetos desechables)
ALOJAMIENTO ANTE UNA MULTINACIONAL
Ya había anochecido,
yo regresaba de un restaurante
nada lujoso pero
de muy aceptable calidad.
Fue entonces cuando la vi,
justo al pasar por delante de un McDonald’s
en la esquina de Corrientes y 9 de Julio.
Allí, entre unos cartones, una mujer
joven, seguramente no mayor
de treinta años
preparaba la cama --es un decir-- a tres bebitos
para pasar la noche
bajo los carteles que anunciaban hamburguesas
a quince pesos.
Yo, sin dejar de andar, miré a los niños;
eran como ángeles:
hermosos, desgreñados, sucios, inocentes...
Y entonces sentí que se me hacía
un nudo en la garganta.
Quise decirle algo, preguntarle “¿Necesitás ayuda?”
¡Qué estúpida pregunta!: “Necesitás ayuda”…
Pero no dije nada, pasé de largo,
llevándome conmigo mi silencio cobarde.
Y al llegar al hotel lloré de rabia.
Silvia López Gándara
México, Durango
De Durango. Se doctoró en psicología cognitiva en la facultad de psicología de la Universidad Autónoma de Madrid. Ha publicado artículos sobre educación y psicología. Ha publicado poesía, en varias revistas. Actualmente desarrolla su trabajo como pintora y promotora cultural; ha participado en diversas exposiciones colectivas e individuales.
Travesía
El alma se interna en oscuros laberintos
y se eleva sobre la superficie cotidiana
de la alegría sencilla,
del juego infantil.
Recoge su cuerpo del valle desolado
de la orfandad y el desamor
de la ausencia de placer.
Con experimentada sonrisa
repasa sus juegos; sus verdades, sus mentiras,
desvía su mirada ante la crueldad del silencio
esconde lágrimas y sueños
reinventa su aliento
con aire, fuego y cenizas
moldea con arcilla el azar, el sosiego…
Reino Animal
Afuera
la sangre dibuja las calles;
las viste
/ las vemos /
las morimos.
Desfilan rostros tiesos
/ como su empuñadura.
Fieras de territorio,
de carnadas sobre el cadáver
en la danza más obscena.
Adentro
la infancia derriba soldados
/ y suma puntos
con saña e ingenuidad.
Blande sus venas
conectadas a un videojuego:
macabro
cerebro
de marionetas.
Calendario Trunco
Mayo nació muerto
entre las hojas
de un calendario caduco.
Hoy es recuerdo numérico
de esperanzas que naufragaron
en el fondo silencioso
de una garganta estrangulada
por impronunciadas mariposas.
La filosa rutina
impidió que mayo existiera.
Travesía
El alma se interna en oscuros laberintos
y se eleva sobre la superficie cotidiana
de la alegría sencilla,
del juego infantil.
Recoge su cuerpo del valle desolado
de la orfandad y el desamor
de la ausencia de placer.
Con experimentada sonrisa
repasa sus juegos; sus verdades, sus mentiras,
desvía su mirada ante la crueldad del silencio
esconde lágrimas y sueños
reinventa su aliento
con aire, fuego y cenizas
moldea con arcilla el azar, el sosiego…
Victoria Herreros Schenke
Chile, Ancud
Ha ganado reconocimientos a nivel local sin embargo, no comienza dedicarse a la escritura sino hasta edad adulta. Nutricionista de profesión, ha impartido charlas sobre estereotipos de género y salud. Ha ganado el primer lugar en los juegos florales de poesía del festival de los Mil Tambores, participó en diversos actos culturales. Espera la publicación de su primer poemario. Colabora con las revistas Entreparéntesis y Puerto Poético. Ha participado en las antologías poéticas Usurpaestado (Editorial Conunhueno 2016) y prepara antología poética “Inframundo” (editorial La Gorra, 2017).
Rawan
Entre 2011 y 2020, más de 140 millones de niñas se convertirán en niñas-novias, según el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA). La Organización Mundial de la Salud (OMS), calcula que cada día se casan 39.000 niñas menores de 18 años.
(Poema escrito para convocatoria internacional “un grito de mujer”, y como acto de justicia, en memoria de Rawan)
Rawan tiene ocho años,
aún no derrama los hijos no concebidos,
es pequeña, es hermosa, es inocente,
sobre todo inocente,
y para cuando termine el día,
tendrá noventa y querrá morir.
La noche se cierne lentamente sobre ella,
como si el cielo fuera un gran tamiz,
por donde se cuelan las maldiciones,
los castigos, las condenas,
y no hay escapatoria, alguna,
de nada sirve gritar,
si no hay nadie quien quiera oír.
Su marido tiene cuarenta,
es inmenso, ambicioso y despiadado,
sobre todo despiadado,
la ha intercambiado por ganado,
como se intercambian todos los bienes de consumo,
y ya ha trazado líneas invisibles
como las constelaciones que quiere tocar
en el firmamento eterno
que es ese cuerpecito redondeado aún
por las curvas de la niñez,
y para cuando acabe la noche,
despertará a su lado una mujer sangrando la infancia,
herida, desnuda y niña,
que querrá morir,
si es que sobrevive.
46 (feminicidios en Chile hasta la fecha)
Esta mañana, no recuerdo lo que soñé,
amor mío,
pero he encontrado otras de tus pieles,
restos sobrantes de la transmutación de anoche,
he intentado remendarla antes de tu llegada,
con la premura de las pocas fuerzas que me quedan,
pero el crujir de las hojas
que parten bajos tus pies,
me anuncian tus pasos despellejados,
quizás yo también sea una hoja seca,
pisoteada por el viento.
Sé que vas a querer mi piel,
así como la vez anterior,
y la anterior a ésa,
y sinceramente no sé cuánta me quede.
Eres, amor mío,
el hombre más triste del bar,
el que bebe donde necesita de otros para estar solo,
y una botella le ayuda a sufrir,
por eso,
esta noche se derramará mi sangre y el vino,
más la sangre que el vino,
porque derramar el vino sería un crimen.
Esta vez, amor mío,
como no me ha quedado pellejo alguno,
has reclamado mi carne para roerme los huesos,
y ante la negativa,
te alzaste en toda tu terrible envergadura,
sobre mi pequeña existencia,
mi mísera existencia,
amor mío.
Para estas alturas ya,
soy lo que quedó de mí,
y al amanecer no quedará nada,
antes de extinguirme,
recuerdo que soñaba cada día,
y cada noche,
que la lepra de cada retorno tuyo no me rozaba piel,
porque mis brotes eran verdes,
y tú nunca volvías
porque no te espero.
Lumbre
En el medio de la habitación había una lámpara,
adentro de su estómago de vidrio templado
se combustionaba una camisa,
para ofrecernos la lumbre,
en la que habríamos de crecer para siempre,
la electricidad,
era un lujo reservado sólo para las ciudades,
nosotros nos conformábamos con eso,
y con unos cuantos candelabros,
cubiertos de velas consumidas.
Somos niños,
es invierno como de costumbre,
las sombras que se nos depositan alrededor de los ojos,
le dan un aspecto macabro a nuestro asombro infantil,
mi padre tiene cinco nombres,
el de mi madre es fatal,
deben ser claras advertencias de lo que avecina,
pero somos niños,
y ni siquiera conocemos las ampolletas,
no tenemos como imaginar lo que nos espera.
Mi hermana, la mayor, se llama Magdalena,
y desde que nació,
no ha parado de llorar,
mi hermano se electrocuta y se le quema la ropa,
con los faroles que crecen desmesuradamente
en el barbecho de su patio,
mi hermana la menor,
ya no está,
y quizás de alguna manera, nunca estuvo,
mientras que yo,
todas las noches, sin falta,
arrullo a los hijos que nunca tuvo,
antes de dormir, les cuento historias
sobre cómo era el mundo cuando ella estaba en él,
porque el que vino después,
no vale la pena.
Joel Julio García
De San Rafael del Yuma, 1984, es poeta, narrador, maestro y gestor cultural. Graduado en Ciencias de la Educación, mención Letras, de la Universidad Federico Henríquez y Carvajal de la provincia de La Romana. Actualmente imparte docencia en el Liceo Arístides García Mella y en el Liceo Salomé Ureña de Henríquez. Ha conducido en la televisión y la radio el programa El matutino de hoy. Es miembro de la Fundación Literaria de La Romana y de la Fundación Relevo. “El Salitre del cadáver” es su primera obra literaria. Tiene una segunda obra inédita titulada “Sinfonía Nocturna para Monserrat”. Obtuvo el primer lugar en poesía en el certamen de la Feria Regional del libro Hato Mayor 2016.
Alepinos
No hay tapones que sirvan para sus oídos,
aún escuchan una canción de balaceras.
Se les ha roto la paz debajo del sol.
A cada instante ven la muerte viajando
en proyectiles.
Lloran la sangre que se bebe la tierra.
Cuentan los orificios en las espaldas
vencidas de sus hermanos.
Cada día abren los brazos
cuando las bombas estallan,
y sus almas tiemblan como los edificios
en que nacieron.
Arrojan plegarias al firmamento,
gritan y se estrujan los dolores en noches
con cara de infierno.
En el fondo de la ciudad un Dios
articula su coreografía de rifles,
mientras un desfile de burócratas mastica
las páginas del silencio.
Sueños en el vacío
Estuve donde la sombra era el reflejo de una pantera triste.
Imité el silencio de una piedra y el sendero jamás me habló,
nunca supo de mis párpados cargados de utopías,
no percibió mis gestos en aguas detenidas.
Estuve en el camino y no encontré niños en la vieja escuela,
solo polvo y cadáveres sin sepulcro.
Estuve en la tierra desolada, en la tierra cegada por la pena,
en el páramo que no pudo verse en los cristales del sol.
Mi jardín, mi casa, allá ondearon los recuerdos.
Un sufrimiento llegó a mí como punta de lanza que todo lo atraviesa.
Corrí y el aire me abrazó con su diálogo incoherente, con áspera resonancia.
Allí permanecí hambriento de viejas tardes. Mis uñas eran de barro,
desearon arañar la lluvia. Quise volver a nacer con el beso del abuelo,
sentir el relámpago en sus brazos. Quise ver su colección de sueños
pintados en su barba, un río manando en su mirada y un sol
muriendo en su costado.
Y como nadie enterró al abuelo, ni a la gente que se fue con un abril
entre los ojos, yo clavé mi voz en el duro silencio que trajo la muerte.
Joel Rivera
De San Pedro de Macorís. Abogado, poeta, narrador, ensayista, prologuista, crítico literario y jurado en varios concursos literarios. Licenciado en Derecho (Magna Cum Lude) Ha realizado estudios en Ciencias Políticas, auspiciado y avalado por la Universidad de Salamanca, España; en Economía en la Universidad Interamericana (UNICA); diplomado en Legislación Inmobiliaria en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Es miembro del Consejo Provincial de Cultura y Presidente del Taller Literario René del Risco Bermúdez. Ha publicado “Soliloquio en el banco de polvo” (novela 2009) “Muerte en una sonrisa” (cuento 2010) “Vacío” poema (A viva Bosch 2010, cien poetas cantan a Juan Bosch) “Cáceres Plasencia, el último gavillero” (Novela 2015) Incluido en la antología “Nueva Poesía y Narrativa Hispanoamericana del siglo XXI” Ediciones Lord Byron, Madrid, España (2016) Tiene en carpeta dos libros de ensayos, una novela y dos libros de cuentos.
Crisálida
En cada poro de tu piel de niña
hay un grito de mujer encadenado
esperando que tus labios se hagan sombra
para robarle un beso a tu inocencia.
Eres crisálida encerrada en la cárcel de la infancia
tienes labios; mas no besos,
tienes boca; mas no lengua para decir te quiero,
tienes piel; mas no sientes las manos envilecidas que te tocan.
Sentado sobre el velo de tu cuerpo frágil
esperan tu adultez de mariposa
para saciar su carne con tu carne
y alimentar su hambre con tus pechos.
Una día el dolor brotará de entre tu vientre y serás Eva,
sin costilla,
sin serpiente,
sin Edén,
sin manzanas.
sin pecado.
Cuando quince primaveras amanezcan en todos los jardines
y tú seas los pétalos de todas las rosas
el sexo florecerá de entre tus piernas,
entonces, descubrirás que eres mujer
cuando tu cara de niña se esfume del espejo.
Los suicidas
Nosotros los suicidas, los que amarramos el polvo,
con los dedos del azar
y mordimos pastillas de insomnio para dormir el sueño.
He asesinado mi cuerpo, ¿cuántas veces?,
¿cuántas veces la sangre ha manchado el empeine de mis zapatos rotos
y el elipsis en mi aposento se ha escondido en mi memoria?
¿Quién se hizo poeta,
quién se hizo carne, y masticó el verbo, y la palabra,
quién vistió con plumas las primaveras y los espejos?
Cavilaciones
Nazco en la palabra que muere,
en la carne de un puñal y dos pecados.
No hay pétalos en la sombrilla que cobija la noche
ni en el pulgar derecho de la infamia
sudor , eternidad de manchas que gotean
y la vida, suma de gametos arrepentidos.
En la luz y el silencio hay un coro de difuntos
una habitación oculta, una sombra clandestina
no hay calor ni rayos en las estelas
la memoria es un copa, llena de residuos innecesarios,
se ha llenado la copa, se ha desbordado el olvido.
Una vida color mayo es todo lo quiero
y un pedazo de carne
para el ver el color de mis heridas.
Más allá de la carne
¿Quién soy yo para vestir mi muerte,
si de este suelo al otro suelo
la distancia es mi cadáver?
No diré nada, sólo callaré,
hasta beber mi lengua, y
hacer el viaje hacia la sombra…
¿Quién soy yo para vestir mi muerte
y hacer de mi esqueleto otro fantasma?
Judith Alayón
Nació en la provincia de San Pero de Macorís. Poeta y narradora. En el 2013, su poesía fue incluida en la antología ¨Alas de mar¨, como poeta invitada del taller literario René del Risco y Bermúdez, y editada dentro de la celebración de la Feria del Libro Regional del Este. En el 2014 ganó el primer lugar en el concurso de poesía, Víctor Villegas y en el concurso de cuento, René del Risco y Bermúdez, ambos organizados por el Ayuntamiento Municipal. En el 2016 su poemario ´´Desde algún fondo oscuro del silencio y de la noche´´, fue seleccionado dentro de la convocatoria abierta para publicaciones con motivo de la XII Feria Regional del Libro Hato Mayor , República Dominicana.
Sucesión de angustias
Está ahí y entrará, lo sabes...
Temerosa niegas su presencia
pero su hálito a ocre amanecido impregna el espacio.
La lluvia arde dentro
Blasfemas y susurras un canto parido del vientre del dolor
y tu mami no te cree chiquita no te cree
En esta sucesión de angustias
te forras de metal
moldeas de guerrera tus instintos para salvarte
y en silencio abasteces la mirada de esperanza
soñando con un presente feliz
que destroce tus lágrimas
y desvanezca las sombras
que impiden tu palabra.
Piel sudorosa de la tarde
Ahora
habla tu dolor
no solo de la voz
húmeda y desgarbada
con que te cubres
fatigando la soledad
y el miedo de los otros
Disuelve tus manos
por la piel sudorosa de la tarde
Ella aún es solo
una mirada ante los ojos de los hombres
Dile como debe morir
Tempestad de amor
Una mujer camina por la ciudad
mientras esconde tras sus larvas
la inmundicia de la voces
Supone lamer con un toque sensual
las vidrieras adornadas con maniquíes
cubiertos de trapos relucientes
y en la garganta guarda su negación
hacia un hotel cualquiera donde
tender el hambre
Se va arruinando frente al espejo
tras chamuscar la carne entre sábanas
Cierra los ojos como si exprimiera la mirada
espantada de su falsa entrega
igual a una tempestad de amor
esparcido en cimientos de una historia
sin contar
Raquel Salas
Nació en Santo Domingo, República Dominicana, Teatrista y actriz egresada de la Escuela Nacional de Arte Dramático (Bellas Artes), gestora cultural, locutora, productora de radio, televisión y cine, reside actualmente en Ciudad La Palma, Punta Cana. Dirige Teatro Trucano (grupo de teatro infantil) y la compañía de teatro distrital del Ayuntamiento Del Distrito Municipal Verón Punta Cana. Es docente teatral en la Universidad Iberoamericana (UNIBE) recinto Cap Cana) Punta Cana International y Redactora de sociedad y cultura en el periódico Punta Cana al día. En la parte literaria ha escrito varias obras, de las cuales han sido publicadas Poemas De Una Mujer, y el cuento infantil ilustrado Un Gran Deseo De Navidad.
El lobo si existía
Cada vez que escuchaba el cuento de caperucita
Mamá me decía que todo era mentira
que el lobo no existía,
Yo le creí.
Siempre jugaba a ser caperucita.
Danzaba con mi capa roja
por el patio trasero del rancho,
me columpiaba en las gomas
que colgaban de la mata de mango
la misma en la que fue asesinada mi primavera.
Para mamá, tía María y la abuela Ernesto
fue un día cualquiera.
Continuaron desgranando guandules, rayando yuca
y lavando en el arroyo.
El feroz lobo me robó todo.
No sabía cuánto dolía ser caperucita.
Ya la entendí.
Esperaba correr con la suerte de encontrar un leñador
capaz de asesinar aquel lobo
pero nunca nadie apareció.
El lobo siguió allí,
tomando café
dándome la bendición.
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