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Poemas Grito de Mujer 2017 Jaén España

 

 
 
 
Ana María Serrano Piedra


Niña de cristal (2)


Niña de cristal, de suave mirar, y dulce caminar,
que te fundes en un mar sin cantar, al despertar
de tu soledad.
Esa soledad, en la que te hundió el desprecio por el rojizo color de tu cabello
y en tu corta edad, has sabido en tus carnes tanto desagravio y desvelo,
de humillaciones y  vejaciones de hasta  por los niños de tu edad. ..
Niña de cristal, de terciopelada y porcelana piel blanca como
las inmaculadas nubes del cielo, y que en tu rostro, se desvela y se muestra
una suave y tenue sonrisa, pues, tu corazón herido de tanto agravio sufrido
no puede, ni sabe respirar con toda plenitud, en tu pronta juventud.
Tu sonrisa, se emborrona al atardecer en el silencio de tu habitación,
al contemplar, tanta maldad a tu alrededor y con dolor, no sabes
a donde acudir, para sobrevivir.
Niña de cristal, en cuyos huesos, debajo  de tu piel suave y tersa,
conservas aún tu fuerza de remontar a pesar de tu duro caminar…
pues, como el ave fénix, sabes renacer, con fuerza y tenacidad, para
lograr vencer en tu joven y prometedora vida, en la que con toda
tu energía y sabiduría, te harás toda una heroína de la vida.
Niña de cristal, que a pesar de tu sufrir, injusto e inhumano, en tu piel de sabor a miel
caminas por la vida, con paso firme y seguro, pues, tú, como el rico panel
tienes todo tu sabor y dulzor, y sólo tú, sabrás caminar y andar
hasta de sentir tu alma volar.
Niña de cristal…


Jaén, Febrero del 2017
Ana María Serrano Piedra. Pintora y Poetisa




Consuelo Galiano Santiago


Pasos rotos


En la choza común donde se aprende
lo de fuera y se olvida lo de dentro,
mi infancia se quebró por los sonidos de la guerra.
Dejé de ser niña sin buscarlo.
Los juegos inocentes se quedaron prendidos en el limbo
a la espera de ser algún día recuperados.
Con el fusil en el hombro y con mi pena en el alma,
desfilo a golpe de tambor
que redobla canciones esperpénticas
cuyo mensaje no alcanzo a entender.
Me cuadro a la voz de desgarra y golpea,
doblegada quiebro el cristal de la aurora.
Soy una y no soy nada.
Mi pelo sucio huele a pólvora,
a sangre y a tierra del campo.
La boca me sabe a ceniza, a cieno y a metal.
Estas ropas que me visten,
ocultan mis sentidos, arrancan mis alas,
mientras me convierto en mujer.
Quisiera estar en otro lado,
quisiera ser otra persona,
quisiera saber si en el otro mundo que imagino,
la vida no están grotesca como esta mía.
Cierro muy fuerte los ojos y me pregunto…
¿cuándo los mástiles de hierro se convertirán en flores?
De la palabra soldado, no se ha hecho el femenino,
es mejor no crear palabras nuevas
que supongan desolación y violencia.
Hoy, oculta entre la maleza,
en la quietud de la noche,
me miro en los charcos del camino
y no me reconozco.






Encarnación Sánchez Arenas


A las niñas sirias de los campos de refugiados


Vivo en una prisión
cercados de dolor
en tiendas de campaña,
hacinados en latas.
No tengo intimidad,
ni me puedo lavar
el cuerpo o la piel
con los hombres que ven
mis pezones erguidos,
mis glúteos lascivos.
Ni un lápiz de color
pinta un dorado sol.
En la escuela hay paisajes
blancos y negros, lastres
de un pupitre hacinado
sin cuaderno hilvanado.
La nieve fría  tersa
manos amarillentas.
La nieve fría hiela
mis pulmones, sus venas.
¿Dónde poner sus nichos
A los muertos sin sino?
 Ya no cantan las niñas,
no tienen alegría
¿Dónde se les ubica
descendencia marchita?
¿Quién asiste los partos
entre dispersos trastos?
¿Quién asiste los partos
entre un caos parco?






Eufrasio Navarro Fernández

Es la guerra contra las niñas


¿Cómo se detiene el tiempo, si no hay tiempo?
¿Cuándo se empieza a vivir, quien no vive?
¿Cuándo al nacer, nace triste?
Son los juegos de los niños el mejor evento
para ese tiempo, que aún no existe.
Observo,
la calle en paz con un viento siniestro
Observo,
que el cielo se olvida de esos juegos inocentes y
solo veo, violencia por la fuerza indecente.
Considero,
que el maltrato a las niñas es guerra abierta
de esta sociedad alimentada
con ruidos abstractos, que se enviciarán
por un poder sin control y sin alertas.
Y son mis preguntas
¿Cuándo se detiene el tiempo, si no hay tiempo?
¿Cuándo enterraremos las falacias, para mirar al mundo?
¿Cuándo aprenderemos de los defectos, para el progreso?
Basta ya de tantos argumentos
por los intereses del bien común, que matan
¿No será mejor ver a las niñas jugar, a princesas,
en la cúspide de su infancia?
No quiero ver más, niñas mujer y la intolerancia
por quienes levantan su arma amarga.
Verdugos de la inocencia son,
los predicadores de la nada en oración
con su maltrato por bandera en su creación
de ese poder absurdo y abstracto.


21/2/2.017
Autor: Eufrasio Navarro Fernández
Reservados los derechos de autor







Ivonne Sánchez Barea


Soneto: Hendiduras


Ellos, apretados en tiernas carnes,
hablan soledades apaciguadas,
dicen lo que llevan dentro a sabiendas
concluyen en distinción y otros fines.
Por pronunciarse, sus ojos jirones,
por hablar, son cruces, caras, historias,
saborean vidas de esos sus parias,
los besos hieren con amoricones.
Abrieron el corazón con sus sergas,
y la luna acabo llorando leche,
rompieron el alma, piel en cinturas.
Con sus juicios en convicciones vagas,
consumada entre la bruma de noche,
se adentró en sigilo en las HENDIDURAS.






Juan Manuel Villar Camacho


Ni dueña ni esclava1


Escogiste no nacer y naciste
Situada en cualquier lugar
De éste mundo
Y en el otro, de efecto iceberg
Jugabas conectando otros
Porque aquél que no escogiste
Se te ha impuesto
Huyes con la mente abierta
Y no es suficiente el fosfeno
Para cegar la realidad
Que tus ojos vieron
Entre el hierro y tú muñeco
Cuando a la fuerza
el despropósito de tu tierra
te arraiga a su hierba muerta
con los brazos que te atrapan
y las manos que te encogen
y ni el más bueno de los hombres
puede hacer nada por ti, pequeña.
El pozo negro de ese lugar
Está colmado de la maldad
Que con cabeza fría afirmaba
La cobarde realidad
De un pueblo sumiso
En esclava libertad
Donde el más valiente de los niños
Era Carne que quemar.
Con lo común, el coraje
Incipía en una escapada
Hacía una salida con aquella persona
que más te amaba.
Y llegaste a la orilla donde
el cielo se colmó de esperanza
entre caminos de arrozales
y granjeros arrieros.
País de murallas y pagodas
De espíritu limpio y trabajador
Más de las miserias se aprovecha
El impuro desdichado fisgón.
Ella
que contigo buscaba una vida mejor
Pasó penurias, poniendo cuerpo (y lo que quedaba de su alma)
Para protegerte,
para que no mancharan
Ni de babas insaciables
Los pensamientos enfermos de esos animales.
Bramido de las aguas chapoteando en el pelo
El espesor del fluido imperecedero
La agonía de un mar yerto que daba un fruto
Con sabor obsceno.
Y…
mírate,
ahora, eso atrás quedó.
Y que les quede claro, que robada la inocencia
el precio a pagar es
el impedimento a poseer y a ser
que aquel que te intentó tener
se encontró con aquella que le dijo a la cara
Ella, no es ni dueña ni esclava.

1 Éste poema, está inspirado en la historia real de una niña que escapó de Corea del Norte con su madre y llegó a China pasando penurias que ningún/a niño/a debería pasar.

Juan Manuel Villar Camacho. 09.02.17







Juani Lombardo González



El vuelo de la libélula


Ella, la niña.
Vuela,
vuela inocente.
Ella vuela con piruetas de azogue
que ahuyentan los malos presagios.
Sus alas escriben nerviosas
las dimensiones de un mundo
que se adhiere a su cuerpo
en un intento voraz
de negar su próxima identidad,
de mutilar su deseo.
Ella, la niña es esa microhistoria que revolotea.
El latido del corazón que pulsa la vida.
La geografía agitada desde su inicio
y la pregunta de por qué tanto terror.
Ella, vuela.
Vuela la inocencia de una niña
que un día quiso ser una libélula
para poder captar la medida de cuanto le rodea
y decirle al mundo:
¡Basta!.


22/02/2017
Juani Lombardo González.






Lola Quesada

Cuchilla


Toda la estancia se inundaba con un olor dulce a sangre y cebolla cocida.
Yo aprendí a no gritar, me lo enseñaron las mujeres de mi familia.
Yo no gocé nunca de eso que llaman orgasmo.
Nunca me llamaran madre.
No soy capaz de despreciar a ninguna mujer
Aunque sé muy bien que esa aberración
Transformó las honduras de mi espíritu.
Desde aquella mañana de abril
A menudo tengo la pesadilla de que
Me acecha la muerte.







Manuel Ochando (Muhâmmad)


Niñas saharauis


Las niñas saharauis, tiradas viven en la arena,
de la Hamada de Tinduf donde el siroco quema.
En los bidones de las dairas el agua se calienta,
en las jaimas por la noche, con mantas el frío ahuyentan.
Sus padres, huyeron de su patria para salvar la vida,
y hoy en campos de refugiados de Argelia vegetan.
Cuarenta años de penurias, de afrentas y de miseria,
¿quién se acuerda de ellos en este infierno del planeta?
Niñas saharauis nacidas en la abrasante arena
sin conocer siquiera la fronda de los árboles
ni los variados y hermosos verdes de la yerba
ni la frescura de las aguas, que los ríos de montaña llevan.
Se recrean en un inmenso cielo estrellado
que el desierto todas las noches muestra,
mientras escuchan lo que cuentan sus mayores
de los oasis, los pueblos y las playas de su tierra.
La naturaleza las dotó de belleza pura y salvaje,
y de un corazón puro que emana alegría a raudales.
Sus alimentos escasos con todas y todos comparten,
porque son un Pueblo que ha de salir adelante.
El Pueblo Andaluz pueblos de España,
con el programa de “Vacaciones en Paz”
a un mundo nuevo para ellos, aquí los traen,
malnutridos se recuperan y aprenden a raudales.
Abren sus ojos, se asombran, ¿se preguntan?:
¿por qué aquí todo es bello y abundante.
Aprenden a nadar en los ríos, en las albercas,
en las playas de las que le hablaron sus padres.
Niñas saharauis vestidas aquí a la europea
que pronto nunca más podrán regresar,
que calzaran sandalias y vestirán la melfa,
y que careciendo de todo, pronto las casaran.
Niñas ya mujeres, que han de parir niños,
futuros hombres que poner en pie de guerra,
no pierden la esperanza de volver a su tierra,
saldrán de Tinduf, de su Hamada que quema.






María del Rocío De Vargas Aguilera


Demanda


Nací niña
con una boca para ser alimentada
no penetrada.
Nací niña
con una vagina para dar vida,
no para ser desgarrada.
Nací pobre.
Naci sin red, sin apoyo.
Hoy me llegan noticias:
en vuestras escuelas, iglesias y casas también
hay niñas
de boca penetrada y vagina desgarrada.
Al fin se alzará un clamor
y pararán, pararán, pararán.
Pero lo que creo luz es frío neón
y vuestras bocas reclaman:
"chicas, más chicas, niñas"
Y ahora, vuestras mujeres y nuestras
mujeres, parirán
niñas de boca penetrada y vagina desgarrada.







M. José Sánchez Anguita



Luna


Tú: arriba
Suspendida, vigilante, protectora, madre.
Madre en tu redondez
Embarazo de todos mis pensamientos y anhelos.
Luz que me guía para que no me pierda en la angustia de mi sufrimiento.
Yo; hija.
Hija.
De la nada, violada, maltratada.
Niña, secuestrada , mutilada.
Niña de Thailandia, Europa, Asia, África.
Niña con otras niñas, que lloran, que tienen hambre.
Cosificadas para adultos que nos tocan y cortan nuestra esperanza
De volver a ser las flores de tiempos pasados.
Días de juegos y sueños, días de barro, de ríos, días de besos…
Días …
Estos hombres que vienen a mi dormitorio
Desde donde yo te miro y te hablo, luna.
Sacian  su rabia, su frustración, sus complejos
Sobre nuestros inmóviles, pequeños y frágiles cuerpos.
Aún puedo sentir el dolor, no quiero enmudecer.
Si eso ocurra, no sólo habré perdido la propiedad de mi cuerpo sino también la de mi mente Vagaré sin rumbo  como los barcos de papel que se hunden con el primer golpe de viento.
Oigo los pasos del próximo hombre malo.
Me acurruco en la cama imaginando que soy la hija que llevas
en tu vientre pleno . Cuando tienes forma de sandia,
sonrio  porque soy la niña que monta a caballito sobre tu  mar celeste iluminado.
Luna, madre.
Se abre la puerta, te digo desde mis pensamientos.
Pruebo la sal de mis lágrimas
Aún siento mi cuerpo
Tiemblo de miedo,
Vomito un grito que nadie oye.
Escucho la puerta cerrarse
Un cuerpo se tumba encima de mí
Labios, manos, saliva, mi estómago no puede aguantar
Te miro desde aquí buscándote.
Luna;
Se ha hecho de noche en mi mente
Tú arriba brillando
Yo; niña
Que quiere dejar de respirar







Martín Lorenzo Paredes Aparicio


No mires atrás, no pienses y camina por la vereda cierta que ya por fin pudiste elegir.
No seas esclava de la nostalgia, de esos primeros días donde siempre era verano. El ya
no está. Sus palabras, al principio bonitas, ya no existen.
Ni siquiera merecen ser malos recuerdos. Estos han desaparecido, igual que la luna
mengua y se esconde tras la montaña.
Fue largo tu invierno, muy largo, siempre con miedo, asustada, siempre caminando en
unas aceras mal iluminadas donde siempre reinaba la oscuridad.
Ahora todo ha cambiado, la llave de la puerta no gira a las tres de la mañana, ya no hay
carreras interminables por el largo pasillo del apartamento, ni trozos de cristal de vasos
rotos, ni  puertas que se cierran y no quieren oír. Ya no está, ya se ha ido.
Eres libre de mirar por el balcón, y ver como la ciudad desfila ante ti, y  observar al niño
que con premura va al colegio, y a la muchedumbre que inicia otra jornada más.
Ya has dejado de temblar, nunca podrás decir que el sufrimiento ha merecido la pena,
pero si podrás decir que después de mucho tiempo eres libre de verdad.


Febrero 13 de 2017







Matilde Bolívar Moreno


¿Alguien me Puede Explicar?


Desánimo e impotencia,
desacuerdo e indignación.
Escuchar dicha injusticia,
la de la circuncisión.

Debemos manifestar
con nuestros cinco sentidos,
que dichas atrocidades
deben estar prohibidos.
Que estas niñas sean libres,
y decidan escoger,
el poder gritar muy alto
el placer de ser mujer.
Tal vez sea su cultura
sexista discriminada,
no deja de ser injusta,
drástica y exagerada.
¿Alguien me puede explicar,
si es que hay explicación,
someter a estas pequeñas,
a dicha mutilación?
 Haremos una cadena,
contra esta injusta injusticia,
el permitir o aprobar,
dando paso a la malicia.
Mujeres Occidentales,
Africanas y demás
defender vuestros derechos,
no os dejéis mutilar.
Que no decidan por ti,
cuéntalo a los cuatro vientos,
muestra tu capacidad,
de decidir por tu cuerpo.
Es la expresión del poder,
dominación masculina,
pensando salvajemente,
deciden por estas niñas.










Miguel Medina Torres


Vidas truncadas


Tienes diecisiete años,
y  ya has conocido el amor.
El chico guapo de aquella fiesta,
te ha robado el corazón.
Ya sales con él a menudo,
ya sin él en la garganta se te hace un nudo.
Ya haces planes de boda,
ya tu vida se acomoda.
El te hace su esposa,
tú en el banquete eres dichosa.
Pero para él esposar es ponerte grilletes,
tú a eso no te comprometes.
Siempre dice que eres de su propiedad,
piensas que quizás lo diga sin maldad.
Esa vida ya no te satisface no te gusta ese cordel,
quieres romper con ella y quieres romper con él.
El te rompe la cara de un bofetón,
de inmediato te pide perdón.
El te quiere mucho,
solo ha sido un calentón.
Sin que pase mucho tiempo la escena se repite,
tu le dices que esto no puede seguir así y él lo admite.
Al final en un arranque de celos te mata a cuchilladas,
en el periódico del día siguiente tu recuerdo queda solo en unas letras calladas.





Paco Velázquez


Ruido, mi niña



Ruido,
mucho ruido, mi niña.
Quiero que hagas ruido
para que te oigan,
para que escuchen
el estrépito de tu corazón,
para que atiendan tus quejíos,
para que vivas sin lamentos.
Eleva las manos y grita…
Estoy aquí,
sincera y con alma.
Atiéndeme.
No busques al mar en su oleaje,
sólo asómbrate por lo que eres,
por lo que tienes y mereces.
Ruido, mucho ruido, todo el ruido,
para que no te rindas,
para que nunca bajes los brazos,
para que estés siempre ahí,
en el horizonte vital,
en el arcoiris del futuro recreado.
Quiero que hagas mucho ruido
para trepar hasta los apretados ojos
de la libertad atormentada,
cegados por el sueño y la umbría,
para pertrecharlos de vitalidad, de bravura,
inexorablemente fértil de vida.
Ruido, todo el ruido, mi niña.





Pedro Pablo García


Ojos negros



Es el desierto,
siempre el desierto,
como una playa infinita,
como un mar sin agua.
Es la tristeza,
siempre la tristeza,
como una larga noche,
como una ausencia eterna.
Sí, tienes que cerrar los ojos
para  verlo todo
dentro de la jaima ,
las olas del océano lejano,
las casas de tu pueblo malherido,
los veranos y  los inviernos perdidos.
Una sonrisa de henna
dibuja tus labios,
a pesar de las heridas.
Sí, tienes que cerrar los ojos
para no ver  la muerte
que anda por las dunas oscuras,
para pintar el cielo de otro color,
que no sea negro,
para ser un pedacito
de papel al viento
que vuele al amanecer.
Sí, tienes que cerrar los ojos
para olvidar tardes y noches
de infinitas pesadillas,
la sed y el hambre de tantos días.
Sí, tienes que cerrar los ojos
para no escuchar
las estelas de luz blanca
que han matado a tantos.
Sí, tienes que cerrar los ojos
para derribar el odio
de esos muros
que no te dejan ver tu mar.
Te  sientes un grano de arena
en tu desierto infinito,
pero cuando la historia
se convierta en palabras
hablará de ti,
de una lucha lejana,
de unos sueños clavados en la tierra.
Hoy quiero, desde este
maldito silencio cobarde,
desde esta obscena mesa repleta
desde esta indecente casa gigante,
quiero cantarte un beso,
un beso que no huya,
que se quede contigo
cuando tus sueños echen a andar
y  puedas abrir
tus infinitos ojos negros
para siempre.

(Pedropa)





Rocío Biedma



Ablación


Hoy sólo tengo tres años
y una muñeca de trapo,
que me dejó mi hermana,
cuando jamás regresó,
de andar por las arenas,
aquella fría tarde.
No sé si me la quitó el viento,
o alimañas terribles la llevaron,
o, si toda la ralea misógina
la acurrucó en su cruel talle.
Hoy cumplo mis tres años
me llevan, creo que lejos,
lo mismo que a mi hermana,
allí, donde no escucha nadie.
Allí donde su pureza,
se fraguó a borbotones,
de arena reseca y sangre,
y fue encarnado reguero,
líquido de soledades.
Sólo tengo tres años,
y un verbo entre las piernas
que no podrá conjugarse,
porque un lubricán reseco,
lo encharcará con mi sangre.
Tal vez hoy ya no vuelva,
descumpliré mis tres años,
lo mismo que mi hermana
que se extinguió en negro fango.
Y sé que me acoge el miedo,
del silencio de las piedras,
del vientre de todas las sombras,
de la serpiente y del valle.
 En mi epiléptico llanto
tendré una herida obstinada,
que clausura una hendidura
de cuchillos ignorados,
que el cristalino sigilo
indulta porque es cobarde.
Mi médula será guarida
de los pecados de nadie,
un griterío de gaviotas,
baúl de sus debilidades.
Oigo débil su voz,
como un temblor de ave.
El cielo me arroja espinas
cual  ponzoña de alacranes.
En medio de este desierto,
brotó de ella una rosa,
también quedará mi simiente,
en la escisión del aire, virginal…
y sólo tendrá tres años.







Sara Álvarez Silva



Como ángel muerto


Como hojas secas
caídas del árbol en otoño.
Como hojas arrastradas por el viento
así me siento yo.
Como árbol sin vida,
como ramajos muertos,
así me siento yo.
oscura como noche sin luna,
como río seco,
como día sin luz,
así me siento yo.
inerte.
No lo puedo contar.
Mi boca se cierra,
solo, llorar, llorar!
Como flores mustias en un cementerio,
como ángel muerto,
así me siento yo.
No recuerdo el día,
ese día en que se fijó en mí.
Me acariciaba los cabellos,
me traía golosinas,
¿cuando confié en él?
sí, me acuerdo,
de su repugnante jadeo,
de como me tapaba la boca con sus dedos.
¡Que culpable me creo!
Así me siento yo.

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