Poemas grito de mujer 2017 Aguilas Murcia España
Pedro Vera Sánchez, Trinidad
A Malala.
La poesía es un arma cargada de futuro.
(Gabriel Celaya)
La palabra, tan ágil como el viento,
nos arma, nos protege y alimenta
nos da vida, fuerza que nos sustenta
y es escudo contra el sometimiento.
La palabra es puro atrevimiento
y Malala muy bien lo representa,
sus heridas hablan de la tormenta
y constatan su enorme sufrimiento.
Tu palabra, cargada de futuro,
es el germen que espera ya sembrado
en un mundo plagado de discordia.
Tu palabra, puedes tener seguro,
hará que el corazón más acerado
torne ejemplo de paz y de concordia.
Cuando me pongo a escribir
Nuestras vidas son dos ríos
que van a dar a la mar…
(J. Manrique)
a veces cierro los ojos
por no ver
quienes pretenden vivir
ofreciéndonos despojos
de comer.
Intento hacer mi trabajo
de la forma más decente
y me afano
sin buscar el agasajo
me arrastra el viento de frente
muy ufano.
Y si acaso leo la prensa
en titulares me quedo
y un café
es mi única defensa,
no coincide con mi credo
y lo sé.
Pero me queda la vida
me queda el sol, el amigo
y su mano
que siempre encuentro tendida
y es refugio ante el castigo
del tirano.
María José Valenzuela Cánovas
Trazos
Mi corazón ebrio de sueños y rosas,
traza los signos
en un mundo de manos vacías.
Aunque habrá palabras,
mañanas de nieve
y luto en los árboles, cada otoño.
Intenté ser inmortal, como el silencio,
pero no recuerdo nada.
María Dolores Rodríguez
Cartas a Miguel
Tierra de promisión y de bonanza
será, Miguel, la tierra que soñabas:
“Dios vendría de nuevo
cargado de esperanza”.
El campesino enjuto y acerado
sacrificado el fin y acorralado,
sin poder respirar su propia brisa
le han de devolver su parva y su ganado
y la expropiada luz de su sonrisa.
Tú que viviste escaso en todo
y abundante en nada,
soñaste ser jardín de tu alborada
y dormir en paz
en tus noches de majada.
Se te quedó en los sueños
el alma desgastada.
No puedes ordeñar
la leche derramada
y añoras el cuerpo de tu esposa,
que de campo florido
pasó a ser grama.
¡Ay, Miguel! Amante campesino.
En ti recuerdo:
Arado fuerte y masculino,
Que cuidarás la tierra
Con mimo y cariño.
Igual que aras y siembras
el surco femenino.
Hojarasca
Lloraré,
porque fui la hojarasca
que pisaba tu pie.
Es así.
Ese triste recuerdo
de congojas extrañas.
Son igual
que el dolor desgarrado
de las alas del tiempo.
Gritaré,
por todo lo vivido,
cuando una cruel borrasca
que pasó
me llevó a esta región
de los vuelos perdidos.
Lloraré,
por tu helado desprecio,
por este exilio inútil
que sin ti,
me condenó a vivir
en sangrante aleteo.
Y seré,
con un nuevo plumaje
tembloroso recuerdo.
María José Martínez Peña
Sin voluntad ni paciencia
Qué más decir. Qué más justificar,
cuando se agoten estos versos
que ahora escribo.
Nunca tuve voluntad ni paciencia,
y con tanto exceso de fe,
se vuelve uno un poco idiota
y llega a confundirse,
como algo indefinido o aparente,
entre filosofías que ocupan este mundo.
Ese rincón del café, por ejemplo,
para quedar citado con la lluvia
y ver a través de los vidrios
esa tonta alegría de paraguas
al otro lado de la calle.
Y qué sé yo qué haré
cuando se agoten estos versos
que ahora escribo.
Tal vez mire a través de las ventanas
con mi paraguas cerrado,
con mi viejo bloc y sus versos rotos,
precisamente,
donde cierra la noche su codicia y abre
su página de otoño.
A cal y canto
Todo es único en su forma.
Un hombre que medita un bosque
sigue el rastro de sus raíces
y… sabe contemplar a solas.
Vuelven las golondrinas
y ordenan en el aire
los escombros del cielo.
Los lirios y la luna
con su gris impreciso,
encumbran la tarde, cicatrizan recuerdos,
resucitan la luz.
Se reúne la lluvia y corre
donde limita el mar
con su magia extrema.
Porque todo vuelve, todo se reúne, todo cicatriza.
Un hombre que medita un continente
sabe cerrar su verso a cal y canto,
sabe perder a solas.
Porque nunca hay tardes perfectas
ni lugares desafortunados,
el día deriva sus horas
sobre el trazo del destino
y algo sucede.
(Este poema se puede leer de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba)
Tomás Soler Borja
La mujer azul
“Hay un solo pensamiento que basta para matarme:
estuve bien, sano, despierto...
paseando con ella; y ahora...”
John Keats
La vida con los ojos ahí mismo
en la inmensidad.
Viendo pasar barcos y más barcos.
Siempre en idéntico horizonte
aun con distintos rumbos.
Alguno dejó ramas de olivo.
Otros ni viento.
Una vida de esfuerzo y salitres
mordiendo la piel.
Estas mismas pupilas
aguardando en horas oscuras
y días de temporal
a la mujer azul.
Yo que he escuchado en el rugir de las olas
en el latido de la noche cerrada
sus cantos de sirena
aquellas promesas sin tiempo.
Yo y mis sueños por la borda.
Mi sed de libertad
y la realidad del penúltimo poema.
Demonios
“Sólo los cobardes atacan a los muertos”
Carlos Marzal
Los días que menos me quiero
son aquellos
en los que me miro
con vuestros ojos.
Y entonces comprendo
eso que tanto me pregunto.
He de apartar la mirada
bajar los párpados
no detenerme en esos instantes
y aguardar distinta luz
en mejores espejos.
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