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Poemas Grito de Mujer 2016 Jaén España

Poemas Grito de Mujer 2016 Jaén España









Alicia Hortelano Nuño



Decisión


Decidí olvidarte estado aún en mi recuerdo,
 y borrar las huellas que tus manos habían dejado invisibles en mí.

Quise olvidar el olor profundo de tu existencia,
 que impregnaba un rincón oculto de mi alma.

Quise olvidar tú mirada ausente y perdida,
 cuando la mía te buscaba para poder encontrarme.

Quise olvidar tus palabras,
 que acariciaban con suavidad mi aliento.

Quise olvidarte, pero mis ojos quedaron unidos a los tuyos,
 y descubrí que la vida que yo tenía me llevaba siempre a ti.

Quise olvidar que los sueños se acaban y después, no los recuerdas.
Pero sólo en ese espacio de tiempo, yo era feliz.

Decidí  olvidarte. Esperando no despertarme nunca.










Ana María Serrano Piedra





Silueta De Mujer”


En la noche oscura, una silueta de mujer
se despierta entre albahaca y aroma a incienso,
oscuridad embriagada que despierta en sus venas un desasosiego.
Una ráfaga de viento, alimenta su anhelo en el atardecer sombrío de
la noche negra, cuando su amado se detiene frente a ella,
y como un relámpago, le arrebata la vida y le arranca de cuajo su estrella.
¡Ay mujer!... ¡qué triste se te fue la vida ¡…
Cuando ya no cantan los ruiseñores al amanecer
ni florecen las flores extendiendo sus pétalos a tu querer.
Silueta de mujer, que moribunda de tus labios brotan palabras
llenas de dolor y candor
 y de tu corazón laten suspiros de amor.
¿por qué te tuvo que arrebatar la vida a ti?...
Que eras todo esplendor y color
en mitad de la oscuridad y con tu andar, dejabas un manto
de sabor al caminar.
Amarga y fría  noche, en la que abandonaste
tu silueta de mujer, por aquella mano asesina
que tiempo atrás lo fue todo para ti.
¡Ay silueta de mujer!...

                                                               






Consuelo Galiano Santiago



A solas


Cuando me miro tras el cristal opaco del hastío,
el mundo en el que habitose me resbala,
las palabras se acomodan, nacen los silencios,
espectros sigilosos
que escalan los muros de mi pecho,
y muerden la voz de mi garganta.

Bajo el peso de este falaz desvarío,
aúllo como loba herida,
muerdo con ansias desmedidas
el rumor de las lunas en cuarto creciente,
invoco a la metáfora, al ritmo y a los versos que no escribo.

Pero cuando yo me miro de frente,
cara a cara, sin tapujos, sin mentiras,
veo la tierra fecunda preñada de vida,
y las ascuas que prenden el volcán de mi alegría.

 Despojada de mordazas, empuño el cálamo y escribo:
soy mujer, soy fuerte, soy libre, soy bella,
todo lo puedo y el peso de este mundo lo sostengo,
tan solo con bordar en el filo de mi alma,
tres palabras: yo me quiero








Encarnación Sánchez Arenas


A wallada: simulacro de un monólogo dramático


Abro mi salón literario y
me instruyo con mujeres, con esclavas
en poesía y canto.
Me paseo sin velo por la calle,
llevo versos bordados en la orla del vestido
y rindo tributo en la historia
a la libertad amorosa.
Me fue infiel Ibn Zaydun
¿podré ser libre?
Determinar que la traición
me impide volver, doblegarme,
que quiero ser libre y digna
después de tí  Ibn Zaydun
y en los anales de la historia
¿habrá libertad amorosa
para mujeres musulmanas?
El visir Ben Addús
me acoge en su morada,
vivo con él
sin casarme
¡Ben Addús,
Ben Addús!
¿habrá libertad amorosa
para mujeres musulmanas?







Eufrasio navarro Fdez.



Los egos matan


Siento miedo, en la agónica templanza de la paz
cuando veo, la tristeza en un rostro de mujer golpeada
siento miedo, cuando sin llover se juntan las nubes negras
para que caigan, violencias enquistadas.

Con espinos para, que brote la sangre torturada
y evacuen cuantas ilusiones, que se van por el wáter
en oscuros senderos subterráneos..,
siempre llega la violencia en forma de falsos amantes
con lujurias y celos que, tiñen la sangre en el suelo
¡Esta la mujer herida o está muerta!

Palmadas de hombres traicioneros en los hogares
nunca aprendieron a interpretar los sueños,
entienden la violencia con falsos egos
por un poder, que nunca tuvieron, es desesperante.

Ver como mueren y mueren, no estamos en circos romanos
y no hay, ningún camino que nos lleve..,
a ningún santuario de alabanzas, para con la muerte.

Pero las nubes negras que empañan al cielo
sueltan.., no agua, sueltan solo golpes enmascarados
¿Cuándo acabará la violencia, con los criminales egos?







José Martínez Calabria



Retratos

Sobre la mesa del comedor hay un jardín
de ardorosos claveles y azucenas de nieve.
Banderas son de paz y amores nuevos,
levantadas al viento en mástiles de plata.

Los hijos que se fueron. Sus  retratos.  La vida
les trasplantó a otros brazos y a otras tierras también;
Con sus bocas selladas nos dicen cada día
que nunca dejaron de ser nuestros, aunque ahora
tengan sueños nuevos escritos en la frente.

Desde el misterio de su presencia presentida
 todavía viven con nosotros. La distancia           
jamás pondrá en ellos los huevos del olvido.

Les vemos con gozo sonreír cuando la madre
les limpia el polvo con su propio corazón,
como si quisiera desvanecer con su sangre
la niebla gris que la ausencia pone en los retratos.

 ¡Esta es mi obra  –debe pensar  ella- con toda
la verdad  y  la razón, llenándole las manos!








José Sarria Cuevas

 




Mujeres Transparentes

          Existen mujeres transparentes que fueron concebidas por los dioses. Son, como el perfil del aire: livianas, ingrávidas, etéreas.
           Su delicado tacto se asemeja al beso de los ángeles y la fragilidad de su mirada a la de la porcelana china. Cuando lloran liberan minúsculos cristales que se evaporan al contacto con el aire y su piel deja al descubierto con igual proporción el alma, las arterias, los órganos vitales o el pensamiento.
          De noche, cuando duermen, reflejan en las sábanas imágenes oníricas o apasionadas escenas de jóvenes amantes; sus pechos parecen vidrieras por donde asoma los ojos el amor.
          Son criaturas de largas piernas, con muslos interminables, cabellos de fuego y delicadas cinturas. Al andar imitan el movimiento de un océano de trigo movido por el viento y en sus brazos siempre habita la vida.
          Me gustan las mujeres transparentes, sencillas, sin cubiertas ni máscaras. Siempre tuve debilidad por la delicadeza con que fueron agraciadas.





Josefina Buitrago Serrano



Acomplejado, Cobarde, Maltratador.


Pertrechado con un arsenal de violencia justificada,
regresa.

Escondidos tras el silencio, unos ojos observan:
¿Cómo viene hoy? ¿Cuánta munición descargará?.
Un temblor del corazón rompe el silencio,
arrebatan la habitación, golpes y gritos.

Aparecen sin venir a cuento
sus pensamientos de convicciones irreales,
cuyos razonamientos, empequeñecen su cerebro
cegándolo aún más, como los ojos del topo.

Por desgracia la historia siempre se repite
la genética involuciona en su pensamiento.
Más no  se reconoce: “El mayor dictador
es quien tiraniza su propia vida.

El descanso, que insufló una nueva viveza
en los maltratados, comienza a marchitarse.
Una voz pequeña, arrodillada pregunta ¿cuando la paz?
    
Es la hora de la tregua eterna, ¡no más victimas!.
Es hora de  renovar el espíritu,
educar, empatizar, vivir en convicción plena,
si no es para amar no levantes la mano,
ni desperdicies las energías de tu vida.











Juan Manuel Villar




Poema del día de la mujer 

Modelada, barro, agua y fuego… a partes iguales
1/3 de dulzura, autodeterminación,
Para que seas tú y lo que quieras ser
Dentro de las posiblidades de lo que quieras,
En lo que eres o en lo que tengas
(Pausa)
Una pizca de maldad,
pues como humanos
Amamos en cantidades proporcionales al daño que recibimos

Unos toques de perfume a ser, ser que es y no deja de ser aunque lo maten
Aunque siendo al tiempo, vida que da vida, a veces maltratada con la excusa
De una pérfida mentira, acumulada en anaqueles de un canalla, de una canalla
De cualquier cruel de otro planeta tan ciego como para cegarte
Como para no dejarte ser, mujer.

Y ni Dios sabe con cuanta tela de tafetán
Han cubierto mi torso y tus pechos
Mi pelvis y tu monte,
Distantes pero equitativos a ojos moleculares de la raza que padecemos
Musas, temblantes y pálidas. Vivas y moribundas, ¿que destino nos aguardais?
Siendo compañeros cuyo fín es ofrecernos entre nosotros y vosotras.
No somos de nosotros; somos hijos e hijas de una madre naturaleza
Que nos da la vida y a veces nos la quita antes del tiempo del mañana.

Pieza cazada, confín de flechas cruzadas y artillería pesada,
no es de nuevo el cobarde que calla
Es la diosa Diana, Némesis que aguarda la venganza







Lola Fontecha



Si te dijera que la luz se ha apagado


Barro y ceniza a espalda cargada
que acusan soledad abocada,
manos esculpiendo figuras de cera
 que el fuego come entre llamas.

Ilusiones, sueños y esperanzas, barridos de una sola pasada.

Si te dijera que la luz se ha apagado,
¿me creerías o tendrías que comprobarlo?
Si te contara que la luz del sol no me calienta,
¿sería entendible para tus oídos tapados?
Y si te digo que el camino se hace largo,
¿Serías capaz de imaginarlo?

Ojos que no ven, desaliento amortizado.
Velas que se apagan antes de ser encendidas,
por el aire del embargo que dejaste en mi vida.

¿Cómo era que me decías te quiero sin palabras?
¿Cómo era que estremecías mi piel en cada surco?
Escasamente recuerdo tu ausencia y siento nostalgia,
levemente un roce en mi cara, revierte a torpeza entre lágrimas.

Y comienzo de nuevo vomitando la alegría,
doy paso a la vida que aguarda,
a traspiés con el mundo entero,
aventurando nuevos horizontes,
aferrada fuerte a mis alas
y no permitir que vuelvan a estar cortadas.







Lucía de la Chica Reyes



Perdón



Bendita eres como el agua
y dulce como el amanecer
te amo mas que a mi vida
no sabria vivir un dia
si me faltaras mujer...
son palabras perdidas
que un día a ella le  decías.

¿Por qué? le amenazas otra vez
¿por qué? te atreves a poner tu mano sobre su piel
para maltratarla después
esa ira te domina y te puede
eres incapaz de comprender
la respuesta triste e ingrata del dolor
al escuchar el latido de una desesperación
llena de falsas necesidades sin amor.

Déjala no la maltrates
no eres dueño de su alma
dos cuerpos que se amaron
no se pueden hacer tanto  daño
pídele perdón que le has fallado
que le  has dañado su orgullo de  mujer
           






María del Rocío De Vargas Aguilera.


“Sí, Quiero”


No te ofrezco mi mano para salvarte;
No te pido tu mano para que me rescates.

No te ofrezco mis brazos para refugiarte;
No me ofrezcas tus brazos como amarre.

Te propongo continuar un camino
que no borre pasados.
Y que no midas los pasos
por miedo a embarrar los zapatos
en el lodo de lo hollado.

Quiéreme oxigeno;
Quiero respirarte.

No te quiero nuevo;
No me quieras estrenando.

Te quiero como me siento:
Mano abierta;

Quiéreme como yo me siento.







Martín Paredes Aparicio




No Tengas Miedo  A Ser Bonita


Cae la tarde, de este mes frío
de enero que nunca termina.
Buscas encontrarte al cobijo
del crepúsculo. Sola.
El viento seca tus lágrimas y
recuerdas aquellos besos que
se clavan como puñales en tu
corazón que ya paró de sangrar.

Invocas el sosiego de la montaña,
de las nubes que desparecen por
el horizonte, del vuelo del pájaro
que cualquier mañana de este invierno
triste, se posa en el alfeizar de la ventana.

Piensas, otra vez, que tu luz ha desparecido.
No temas, ya no estás sola, aunque el se haya ido.
No tengas miedo a ser bonita, que tu sonrisa sea
la melodía que todas las mañanas despierta tu salón dormido






Miguel Ángel Cañada Castellano



Niñas de la guerra


Si fui niña,
no me acuerdo,
sé, que fui sombra
en la arena, fui coces
de bestias ciegas
manoseando mi cuerpo;                                                                                                  
hija del yugo
que separan mis piernas,
esclava del dolor
mudo de mi silencio.
Seré la madre de tus hijos ciegos
y la desidia mansa
omisa de los pueblos.
Seré camino sin senda,
eslabón sin cadena,
capricho del mundo
que mira hacia otro lado
su vergüenza ajena.
Mujer que llevas
el éxodo en tus venas,
dejaste de ser niña
antes, de que lo fueras. 








Pedro Pablo García Aparicio (Pedropa)



Mujer Sin Nombre


La primera vez que te vi,
mujer de cristal,
te confundí  con el viento,
pisabas las hojas muertas
de un otoño eterno.
La segunda vez que te vi
volvías del mundo,
de perder contra el amor,
me dijiste que apostaste fuerte,
que no sabes jugar de otra manera.
La tercera vez que te vi
ni siquiera me miraste
reías entre  la gente,
pero tus ojos temblaban
como el primer día.
Nunca te he vuelto a ver,
alguien me contó que te fuiste lejos,
detrás de  nuevos recuerdos
y con las manos cargadas
de poemas viejos.







Rocío Biedma



Encuentra la salida


No voy a doblarme cual espiga.
Aun herida de muerte,
me arrancaré el vendaje.

No escucharás lamentos,
ni verás sangre en mis adverbios.
Ni sentirás derramárseme la amnesia,
donde anidan las sístoles,
que sólo me conciernen a mí
y al abismo de la noche.

Caminaré erguida,  como hice siempre,
entre lirios de un pavimento
que no llevará tu huella,
porque no te pertenece.

Tú mismo, encuentra la salida.
Esa que te amordaza
en la libertad de los pájaros cáusticos
de tu lengua, que aletea,
desnucando a quemarropa,
el desahucio aprendido,
al dorso de una balada incompleta.

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