Poemas Grito de Mujer 2016 Jalisco Zapopan Mexico
Silvia
Favaretto       (Venecia, Italia)
A
Farkhunda, asesinada en Kabul por los fundamentalistas
“Este
momento me pertenece
y
se lo regalo a mi madre
que
durante toda su vida ha bordado sus deseos
sobre
retazos de algodón
sólo
para permitirle a mi padre
sonarse
en ellos la nariz..”
(Basir Ahang)
No ensucien su cuerpo de
marfil
No toquen su pelo de
ébano
No chafen su ropa morada
No se adueñen también de
su tumba
Si ya han escrito su
destino
Ahora sólo nosotras
levantaremos su ataúd
Sólo nosotras la
acompañaremos en la luz
Sólo manos femeninas la
untarán de ungüentos
y la vestirán para el
más allá
Nunca les perteneció a
ustedes su cuerpo
Ni su vida
Ni su muerte
José A. Maynat  Barcelona. España
ME AVERGUENZO
Yo como hombre escribo
con vergüenza
de tener en mi especie a
hombres de ese calibre,
aunque  para 
mi  no son hombres, no son
nada                                                                                           
solo  son un trozo de carne hueco, vacía,
sin sentimientos, sin
alma.
Eso sí, con mucho miedo,
mucha cobardía
de reconocer  ese 
pilar  que tienen a su lado                                                         
su pareja, su esposa, la
mujer que lo quiere                                                                
que lo cuida ,la madre
de sus hijos,
la que les  recuerda que ellos también tienen madre.                                                                                   
Por eso no concibo  que se hagan llamar hombres
y desde mis humildes
palabras les pregunto.
¿No os acordáis del
cariño de vuestras madres,
que en los buenos y
malos momentos  recibisteis de ellas?
¿no os acordáis de lo
que sufrieron para que no os faltara de nada?
Incluso dejaban de vivir
ellas para que vivierais vosotros,
 y los que no tuvisteis esa infancia tan
dulce                                                                 
pasándola  entre golpes sabéis lo mal que se pasa                                                            
 en esos momentos de maltrato.                                                                                                       
 A sí que no comprendo esa rabia, esa cobardía,
ese desprecio,
 esos golpes, esas muertes injustificadas hacia
vuestras mujeres.
Sarah
Grimaldi  (Roma, Italia)
 “Quédate tranquila, no te muevas”. “Está bien”. Shuruq sabe siempre
como hacerse obedecer, sobre todo cuando se trata de hacer secar el henna en la
mano. Nunca le prestó demasiada atención al dibujo, confío ciegamente en ella.
La veo inclinada sobre mí, con su aire concentrado, atenta a no equivocarse,
tan seria en su trabajo transmitido de generación en generación. El henna
cuando se apoya en la mano pica un poquito. Está frío y un poco blandito, de
color a veces rojizo, a veces más verde o marrón. Espero con ansiedad que se
seque. Tengo ganas de lijar ese dibujo en relieve y descubrir lo que se esconde
abajo. Falta un poquito y... ya está. Empiezo a desmigajar esa segunda piel
encima de la mía. El dibujo es hermoso como siempre. Shuruq me sonríe pero no
está muy satisfecha. Podía hacerlo mejor, esto es lo que me dice. Esta es mi
Shuruq, fuerte y determinada, nunca satisfecha sólo porque sabe que de sí misma
quiere lo máximo. Miro mi mano y la urdidumbre, Shuruq. “Te decoraron las manos
ese día?”. Le pregunto de repente. Un momento después ya me arrepiento de la
pregunta. “Claro”. Me contesta. “Traía también un bonito Sari y joyas y
maquillaje como los grandes”. Sonríe y su sonrisa es una mezcla de fuerza y
ternura. “Así que: te gusta el dibujo?”. Asiento y la abrazo como hago siempre.
Ella me guiña el ojo y se va dejando atrás el inconfundible olor del henna.
Este polvo tan antiguo y tan apreciado para muchos pueblos hizo de pegamento
para nuestra amistad y ha preparado nuestras almas para el intercambio y la
confrontación. Ha sido así aun la primera vez que nos hemos encontrado. Tú
habías llegado a Italia hace poco tiempo y cursabas los talleres de socialización
para aprender  mejor el italiano. Desde
lejos parecías muy chiquita. De cerca lo parecías aun más. Luego tomaste mi
mano y empezaste con tu arte. Flores, 
entramados, plantas, hojas, espirales. Yo podía ver de todo tomar vida
en la piel. También tu vida. Como si en esos momentos las manos fueran tus
diarios y el henna el bolígrafo.  “Me
encanta estudiar”. Me decías. “Me encanta locamente mi colegio, mis compañeros,
los profesores y por sobre todo amo hacer lo que amo: pintar”. Y cuando me lo
decías se te iluminaban tus ojos negros como los de un pez y afloraba tu
sonrisa, aquella sólo tuya. Cierro los ojos y regreso al pueblito en donde
naciste, alrededor de 21 años atrás. Tu mamá es hermosa y dulce, tu papá  comprensivo y 
atento. (Debieron dejarlas cuando tú tenías sólo tres años por el sueño
europeo. Hoy tú me sigues contando del pequeño mundo que tú y tu mamá se habían
construido, sólo ustedes dos. El regreso de 
papá después de siete años es para tí un encuentro particular. “Hoy
regresa papá” anuncia mamá. Tú te sientes emocionada pero no sabes bien lo que
significa el regreso de papá. Estabas acostumbrada a tener a tu mamá toda para
ti, compartir con ella cada momento de tu día y largos sueños entre sus brazos.
Ahora ese lugar lo tendrás que compartir con otro ser que aprenderás a llamar
papá. Pasa un año y ves el cuerpo de tu madre cambiando, el rostro asume una
expresión serena y su vientre hincharse. Otra vida estaba por llegar, la más
preciosa para ti: tu hermano Faysal. 
Mañana
Shuruq y yo iremos a correr. Mañana por la mañana a las ocho nos damos cita en
plaza Roma, al comienzo del Puente de la Libertad. La pereza
nunca me ha permitido afrontar semejantes empresas) pero el hecho de atravesar
corriendo un puente que se llama “Libertad” vuelve la experiencia muy
fascinante. Intento encontrar todas las energías que poseo y al día siguiente
empiezo a andar hacia nuestra cita. Venecia es toda blanca.  Distingo con esfuerzo los bordes de las
cosas. Puentes, barcos, viviendas. Las pocas personas que cruzo en mi camino
parecen como sombras ligeras que ondean en el aire y de las bocas afloran
respiraciones que salen cálidas y se confunden con la atmósfera que las rodea.
Tú ya estás allí, envuelta en un abrigado chándal, con los ojos que intentan
abrirse camino y escrudiñar la imagen mía que se acerca lentamente. Estamos
juntas en esta pequeña franja de tierra. A derecha e izquierda sólo agua.
Detrás mío Venecia, delante mío la tierra. Este puente se llama “Libertad”. Me
detengo a pensar y me pregunto cuál sea el camino correcto hacia la libertad.
¿Cuál dirección tomar? ¿Correr hacia la tierra o hacia el mar? Miro a Shuruq y
le pregunto: “¿En donde reside la libertad?”. Adentro tuyo, Sarah, la libertad
está siempre adentro tuyo y también adentro mío. Acuérdate de eso. Puedes
correr al infinito, hacia la tierra, hacia el mar o el desierto que tanto
quieres, pero  si las cadenas resuenan en
tu corazón, cualquier lugar seguirá siendo una prisión. Cuando “me” casaron, la
libertad la he tenido que buscar en mi corazón. No ha sido fácil pero así me he
salvado a mi misma. Sólo la libertad que aprendí a construir en el corazón me
ha permitido buscarla también al exterior. Ahora, a correr, a correr y listo.
Mañana por la tarde nos pintaremos el pelo y quizás en ese entonces te contaré
toda mi historia. 
Quisiera
que el amasado de henna fuera especial hoy. Son tan solo las nueve de la mañana
pero empiezo ya a preparar el polvo, el agua y un poco de karkadé para Vittoria
que ha decidido regalarle a su pelo un matiz más fuerte de rojo. Vittoria es la
casi hermana de Shuruq. Se encontraron en Venecia, en donde comparten el mismo
techo junto a chicas que proceden de cada rincón de Italia. Vittoria tiene
dulces ojos de (del) color de la miel que parecen estar listos para abrazar todo
la que rodea. Tiene un cuerpo suave, movimientos lentos y sabios y una sonrisa
consciente y nunca banal. El encuentro entre Shuruq y Vittoria lo he
considerado siempre como un evento natural. Como el sol que sale cada mañana,
la lluvia, el viento, la marea.Cuando Shuruq ha vuelto a aparecer en mi vida,
después de un par de años de ausencia, Vittoria estaba con ella y era como si
yo la hubiera visto con ella desde siempre, su presencia estaba allí aún antes
de que se manifestara en la realidad. Vittoria ha abierto las puertas de su
vida y le ha permitido a Shuruq entrar.
Espero
que estén satisfecha con mi amasado. Dejo que descanse durante algunas horas
para que el color brille más intenso y las propiedades benéficas resulten más
eficaces. Falta poco a su llegada. Ya me lavé y sequé el
pelo. Perfuma a
coco pero no brilla como el de Shuruq. Aquí están,
llegaron. “Les preparo un té?” pregunto. “¿No lo hiciste ya?” me contesta ella.
Luego me da un
pellizco en la mejilla. Tomo el té negro de la cajita de lata y lo vierto en la
tetera llena de agua hirviendo, El vapor danza subiendo y se apoya al vidrio
frío de mis lentes. Le añado canela y cardamomo para Siria y clavos de clavel
para mi abuela. Todo está listo: el té, el amasado de henna y nuestros
corazones abiertos para escuchar. Después de poco nuestras cabezas están
envueltas en coloridos turbantes que vuelven los movimientos más lentos y nos
obligan a mantener una posición  casi
regia. El aroma a especias se ha difundido ya por todo el departamento.
Podríamos estar en cualquier lugar ahora, en la casa de Shuruq en el pueblito
cerca de Dakka, o en mi Damasco querida o simplemente aquí a donde estamos, en
la ciudad que flota en el agua. “Sarah!” me detiene de repente Shuruq, “he
obtenido el divorcio!”. Nos abrazamos y en ese abrazo percibo toda la fuerza de
una mujer diminuta que decidió  vivir de
una forma distinta de la establecida. Me dice: “La noche antes de la boda
trataba de pensar que era todo una broma, que yo era una actriz y que aquello
no era mi boda sino un recital. La mente puede hacer cosas muy grandes. No
tenía más mis documentos, no tenía dinero pero sobre todo la miraba a mi madre
y adentro mío yo gritaba: ¿Por qué? Mi mamá, la misma mujer con la que había
dormido todas las primeras noches de mi existencia, la que yo abrazaba, la mamá
que cuidaba de mí cada día, aquella con la que yo había creado mi pequeño
mundo. La miraba y no entendía. Otras mujeres me han ayudado: mi prima, mi
tía, las profesoras de mi bachillerato, Vittoria. Me he tenido que escapar dos
veces y una única vez he querido dejar este mundo, pero no lo hice, también
gracias a todas ellas y gracias a mi hermano Faysal que era tan chiquito y sólo
quería protegerme y seguir jugando conmigo”. Abro los pasteles que ha traído
Shuruq. Mis ojos a la primera mirada ya entienden su infinita y desmesurada
dulzura. Tomo uno de ellos con las manos y ya sé que esa melaza me quedará
encima mucho tiempo como el recuerdo de estas vidas entrelazadas. Observo
Shuruq desde lejos y veo a una mujer feliz y satisfecha de su vida, la que
eligió con todas sus fuerzas. Y sin embargo la fuerza más grande de Shuruq es
una y es el arma más poderosa de todas: el perdón. 
Vestigios
Otras
mujeres me acarician
cuando
recojo cáscaras de nueces
en
la calle –un lugar
al
que no pertenecen luz ni tiempo–
¿qué
mano ha estrujado su blandura de fruta?
así
me miro yo frente al mapa de cicatrices
que
traza el mediodía
mientras
besa una muchacha mi cuerpo
a
la intemperie: me recuerda
aquella
uva madura que derramó azúcar en mi boca
Otras
mujeres como lobas     como chacalas y
perras
escarban
mi entraña
semilla
de árboles perennes
que
me visten de cortezas
Aún
me arropa la raíz de un pubis moreno
donde
crecían las yerbas   los malos
pensamientos
las
traiciones     No fui nunca
hija
predilecta de la noche
fui
en cambio la más amada por sátiros
y
ninfas     la más pequeña de las Furias
el
último verso estampado en ruinas
Carlos Parada Orozco                               
Guadalajara, México.
ANGY
Parafraseando
a Alberto Cortez:
“
Cuando un Amigo se va
Queda
un espacio vacío, 
que no
lo puede llenar 
la
llegada de otro Amigo. 
Sin
embargo, si quien nos abandona,
nos
deja un legado de: Amor, Amistad,
Camaradería
y sobre todo, una sensibilidad
Artística
como lo hizo Angy, no necesitamos
llenar
ningún hueco, pues con solo recordar
sus
conversaciones, su hambre de ver, 
al
plasmar los ojos en los lienzos, 
una
magia que solo “ Ella “ puede hacer,
lograr
que el dolor de su partida, 
se
truque en un agradecimiento a Dios,
por
habernos permitido: conocerla, tratarla y amarla.          
Cuando
al final, te presentas ante Dios,
“El”
te abraza cariñosamente y dice:
“
Cuanto bien has dejado en el Mundo”
Te da
la bienvenida y te Bendice.
Kary
Franco                       Monterrey,
México 
LLORA MI CORAZON
Llora mi alma al pronunciar tu nombre 
te siento y no estás aquí 
tus labios me besan sin rozarme 
tus manos me acarician sin tocarme. 
Combato el frio de mi soledad 
con el calor de tu mirada, 
una mirada ausente de ti 
las plegarias de mi corazón 
como plegarias al cielo 
llora mi corazón 
mi amor grita tu nombre. 
Tu ausencia quema 
y tu presencia duele 
tu cuerpo flota entre las paredes 
el eco de tu voz es un invitado ausente 
me  estremece el frio de tu
corazón. 
Te siento y no estás aquí 
la soledad se ciñe a mi cuerpo 
absorbe mi alma 
como el reloj al tiempo 
absorbe las horas 
 en esta fría noche 
llora mi corazón.
Bertha Castro        D.F., México
MUJER
Símbolo
grandioso de toda la humanidad.
Es
un emblema en todos aspectos. 
Con
un corazón enorme
 para sobrellevar la vida como se presente,
 pero 
aun así  También ¡ella proclama!
-Perdón
por ofender y no callar a tiempo
-Perdón
por ser egoísta sin medir las consecuencias
-Perdón
por no querer a mis semejantes como ellos se los merecen
-Perdón
por no apreciar la vida agradeciendo los dones que nos da  
y
recibir todo con amor ya que eso llega como ráfaga de viento,
soplando
con intensidad y he ahí no dejar pasar esos momentos 
porque
lo contrario sería debilidad o cobardía,
pero
hay que juntar las manos poniéndolas
en
el corazón  decir: ¡perdón vida¡
 “ SOY MUJER”
Luicia
Guidorizzi       (Venecia, Italia)
Alfombras
Qué dicen las mujeres
adentro de sus silencios
hechos de polvo
Recorren con ágiles
dedos
laberintos secretos,
pistas ásperas,
túneles de penumbra
Cierran el puño
hilos de lana
para salir del laberinto
pero más a menudo
ese hilo contra ellas se
petardea
Hermanas en Sharazade
cuentan ciudades
de polvo de tocador
rosado
al atardecer
Construyen castillos de
arena
narran de verdes
jardines
de fuentes secretas
Y el duro cansancio del
cubo
de la paca de heno
del cachetazo
imperdonable
Escriben palabras de
amor
con el cucharón en la
sopa
escriben maldiciones
con el trapo en el piso
Acarician gatos
callejeros
que mean viejas
almohadas
y algunas veces lloran
bajo sus pesadas
pestañas
Cuentan del himen
desflorado
del vientre preñado que
se abre
de la herida que no se
sana
ni después de 13 lunas
Y escriben con el
azafrán,
con la cochinilla,
con la trampa de la
anilina
la soledad del sueño
Tejer, tejer,
tejer sin cesar
es la venganza
de su lenguaje secreto
Y en el dibujo regresa
lo que ha sido callado,
lo que ha sido negado
lo que ha sido
sustraído.
En la urdidumbre se lee
la denuncia
de su antiguo padecer
el silencio que habla
a través de trazos
evidentes
Qué dicen detrás
de esas paredes espesas
detrás del enrejado de
las rejillas
dobladas todo el día
sobre el telar
traman insidias
urden venganzas
En el pecho esconden
amapolas en llamas
aunque sus dedos
sean gélidos
No serán derrumbadas
ni después de mil noche
juntas
en la oscuridad no se
rendirán
mientras vierten té
en un chorro de pálido
oro
adentro de verdes vasos
Comen almendras de luz
picotean semillas de
calabaza
dejando rastros secretos
Cuántos universos
adentro de un hilo de lana
cuántos nudos, cuántas
batallas
ni ganadas ni perdidas
sino en un perpetuo
punto muerto
El telar es la trinchera
en la que se han
refugiado
hilando símbolos
creando universos
destruyendo certezas
Mientras el desinformado
déspota
recorre atareado
las calles de la caasbah
entregándose a sus
comercios
seguro de tener en el
bolsillo
las llaves de su reino




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