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Poemas Grito de Mujer 2016 Berazategui Buenos Aires Argentina


Poemas Grito de Mujer 2016 Berazategui Buenos Aires Argentina













Marga Mangione
Coordinadora Grito de Mujer en
Berazategui, Buenos Aires



Te regalo mi ausencia                                           

“Aprende a obsequiar tu ausencia
a quien no aprecia tu presencia”
                                                 Segulot (*)
Hoy me alejo de ti, ya no te quiero;
queda un lugar vacío en nuestra cama,
me voy hacia el futuro sin temores,
no puedo continuar con quien no me ama.

Te regalo mi ausencia, es toda tuya;
y aunque te dejo aquí parte de mi alma,
tal vez ni te des cuenta que me he ido, 
pues nada puede perturbar tu calma.

He aprendido a estar sola en compañía
caminando del brazo de una sombra
con el horror de haber permanecido,
debajo de tus pies, como una alfombra.

La humillación cruzaba en mi camino,
y el tiempo junto a ti me acongojaba;
¡tanto luchar por no perderte nunca,
mientras mi amor con fe se prodigaba!

Ya no estaré para sufrir desdenes
fruto de tu soberbia sin fronteras,
te regalo mi ausencia, es toda tuya,
ya no andaré fabricando quimeras.

Te digo adiós, ya no volveré nunca,
te libero de mi presencia odiada,
nada me llevo de esta vida mustia
solo dejo mi pena abandonada.

Antes de mi partida te pregunto,
y espero me respondas con franqueza;
poniendo el corazón, si aún lo tienes,
y guardas dignidad en tu cabeza:

¿Alguna vez notaste mi presencia,
o  mi loca ilusión lo imaginaba?
¿Me amaste alguna vez o eran mentiras,
las palabras que tu boca pronunciaba?

Nada digas, ¿por qué mentir de nuevo,
entregándome una excusa inventada?
Déjalo así, seguiré en mi camino,
¡feliz por encontrarme liberada!

(*) Segulot: Mística fórmula judía para atraer la suerte.







Raquel Graciela Fernández
Poeta argentina


SORAYA M.


Un fracaso de pájaros se multiplica en piedras.
Una mujer se rompe.
Se rompen los racimos oscuros de su cuerpo.
Se rompe su garganta.
Su olor a flor de sílice se desdice en el aire.
La mentira es el caldo donde la muerte cuece
sus garras de desierto y agonía,
su sínodo de machos desertores  de estrellas,
sus nubes  de holocausto.

Un naufragio de azahares se multiplica en piedras.
Una mujer se agota.
Se agotan sus misterios.
Su piel es un espejo de azúcar degustado
por una ciclón de hormigas.
Sus faltas son su ombligo, su vagina, sus labios.
Su pecado es su cuerpo.
El violín que gorjea en un vientre propicio.
La luna de los pechos.

A pedradas se dice lo brutal y lo adverso.
A pedradas se dicta la huida de los mares.
A pedradas se firma la sentencia del alba.

Una mujer se rompe, se agota, se desgaja.
Se escurre entre las grietas de un sótano de arena.
Pero su nombre, vivo,  nos endulza los labios.
Nos la devuelve inmensa.
Más  poema, más cielo.
Pero su nombre, vivo, nos estalla en la boca.

Pero su nombre, vivo.















Silvia  Ester  Dardayrol
Quilmes, Buenos Aires



Hermosa flor del desierto

Hermosa flor del desierto,
perfumada piel morena,
que vas creciendo en la arena
curtida de sol y viento.

Te negarán el amor,
y te asignarán un dueño,
no importa si tienes sueños,
y no importa tu dolor.

Entre la arena y las rocas,
vas ocultando tus penas,
tu sabes que si te quejas,
tu vida será muy corta.

Tu alma irá endureciendo,
con el cruel paso del tiempo,
y el cielo te dará aliento,
hermosa flor del desierto











©Elisabet Cincotta
Hudson, Berazategui, Buenos Aires



Ella


Ella,
violada,
golpeada,
interrogada.

Ella,
dolorida, con un pimpollo
amaneciendo en su vientre,
susurrada,
amenazada,
gritada.
Muchas veces vejada,
permanece en memoria
sin tumba,
sin cuerpo,
con llanto,
con rezo,
con ruego.

Ella,
y muchas ella
son aridez de cielo,
flores en niños,
sin nombre,
con historias perdidas
con sueños sin madres.









Corina Nelson
Quilmes Buenos Aires



La flor del desierto

Hago mi grito de mujer
y que no sea un oasis en el desierto.
Soy como una flor que baila en el viento
y tú, hombre cactus
que cuando te acercas a mí
me lastimas con tus espinas
marchitas mis sentimientos,
y habré de necesitar este desierto
para que pienses en mí.
En la aridez de la arena,
se hace insomnio a mi soledad.
La arena sobrevuela como un remolino
que el viento me da,
entre el amor y la violencia.
Lástima que no haya un mar,
donde pueda mirar una esperanza,
un eco que no quede detenido en la espera.
En esta necesidad de agua,
en esta sed que a mí me impulsa,
cae una lágrima
espiando mis sueños…










Silvia Mansur.
Marull, Provincia de Córdoba, R. Argentina, 26 de febrero de 2016.



"Grito de mujer: Flores del desierto"


Pétalos delicados perfumando el desierto
frágiles mariposas, adornando un jardín,
regalando su néctar a la vida
a través de su vientre primoroso,
continuando la obra del Altísimo -servidora del Padre-
dulce esposa, madre abnegada en noches de desvelo,
a veces hija pródiga y otras, prodigiosa, fiera salvaje
y dulce almíbar con sus hijos.
Reina absoluta, monarca de su hogar,
respaldo firme de quien se cree fuerte
ante su apariencia de fémina tan frágil
haciendo de ella, una esclava sumisa,
ahogándole su grito con violencia,
dejándola a pedazos ante el mundo,
creyendo que ha vencido a esta leona
que vuelve a resurgir de sus cenizas
y a gritar su dolor desde el martirio.
Dueña de una belleza subyugante,
con ese andar sutil tan elegante,
aun cuando sus canas y sus manos c
omienzan a mostrar los calendarios
que han marcado batallas en sus vidas.
Es la que otorga fuerza a los más débiles,
que piensan-con error-que ella es endeble,
puede sacar sus garras,
rugiendo enloquecida
o ser todo ternura y puro amor.
Mezcla humana y divina aquí en la tierra
con el poder de llevar vida en sus entrañas,
siempre serás mujer, privilegiada,
aunque rompan tus pétalos o destrocen tus alas,
porque Dios te eligió desde el principio
para sembrar de amor estériles desiertos,
para ser flor, en medio de la nada,
porque naciste mujer,
para dar luz y ser brillante estrella
que guías por la vida.









Marta Beatriz Mangione
Berazategui, Buenos Aires



Eras mi amor…

A veces me pregunto ¿que pasó con nuestro amor?
Y entonces recuerdo los años vividos junto a ti.
Cuantas veces perdone tus engaños,
si bien nunca peleábamos ya que siempre me callaba,
era por miedo a tus gritos que terror me causaban.
Tu mirada dura en mis ojos se clavaba
entonces mirando el suelo mis lágrimas secaba.
Y pasaron los años y mi amor se fue secando
ya nada era lo mismo que al principio de los años,
cuando te esperaba ansiosa que llegaras del trabajo.
Hoy siento abrir la puerta y mi cuerpo se estremece
deseando que no llegues a pelearme otra vez,
el acoso psicológico es peor que los golpes
vivir en armonía solo pido por favor.
Y así paso lo años entre llantos y mucho miedo
quiero irme de su lado pero él me amenaza
si te vas y me dejas te juro que te mato.
¿Qué mal hice en esta vida para merecer este castigo?
Si yo estaba enamorada y él amor me juraba,
¿dónde está ese hombre que antaño conocí?.
¿Dónde se quedó el amor que en el aire nos giraba?
Hoy vivo encerrada llorando sin consuelo
mi vida es una agonía y siento que me muero.

















María Rosa Rzepka
Florencio Varela
Buenos Aires


Ay del agua, mujer de cuerpo y alma


Hay lirios que florecen en la arena
luego de soportar tantos infiernos.
Se yerguen, hacia el sol, que los abraza.
Lejos está la sombra en el desierto.
Son juncos que se inclinan, son mujeres
que cargan en la médula el eterno
dictamen ancestral del menosprecio.

Las sombras de su piel son como un río
al comenzar el día en la mañana.
Largo y delgado río que trajina
en busca de ese mar que se distancia.
El cénit alcanzado por el astro, las transforma.
Son solamente un punto en la sabana.
Crispado punto, siempre en movimiento.
Jugando en espejismos.
Ay del agua. No calmará la sed que nunca acaba.

Ya próximo el ocaso serán, si no sucumben
otra vez sombras largas. Serpientes zigzagueantes.
Al acecho el horror de la ignorancia. Ese,
que desconoce el amor y el respeto.
La importancia.
La igualdad de derechos en la infancia,
y en la mujer adulta que no alcanza
a ser más que un objeto. Hembra y carga.
Ay del agua. No lavará las grietas ni las lágrimas.

No conozco tu nombre ni tu raza.
Desconozco tu voz y tu mirada.
Pero siento mujer de los desiertos,
el frío de tus noches, mientras la vida pasa.
Siento sobre mi piel el sol de mediodía arrasándote
en llamas. Y la arena viajera nublando mi mirada.
Y te ofrezco tan solo mis palabras. Porque las hagas tuyas.
Porque oigas en el viento mi voz que te acompaña.
Ay del agua. Que te llegue muy suave, que te acaricie el alma.









Mario Rojman - “El Payador Urbano”
Entre Ríos – Argentina


“A la mujer, en su día”

En este duro accionar
de nuestra vida compleja,
comenzando por la vieja,
las debemos venerar.
Es menester recordar
que, ama de casa o estrella,
fue en esta gran epopeya
mano derecha de Dios.
Convengamos, entre nos,
estamos aquí por ella.

La mujer, fuente de vida,
eterna y universal,
por mandato celestial
marca el punto de partida.
Es por todos conocida
su lucha por la igualdad
y si en esta sociedad
halla piedras por doquier,
el honrar a la mujer
nos confiere dignidad.

La mujer ennobleció,
desde su veta humanista,
a un mundo donde el machista,
sin piedad, la relegó.
Si algún lugar se ganó
después de tanto luchar,
sin ceder ni claudicar,
contrariando pareceres,
demuestra que las mujeres
nos pueden reivindicar.

Queda mucho por hacer
a la luz de este presente,
donde lisa y llanamente
se somete a la mujer.
Todavía podemos ver
aquí, en nuestro propio infierno,
el destino subalterno
de mujeres desdichadas,
y vilmente asesinadas
por ciertos “machos” modernos.

Hoy en tren de tributar
mi homenaje a la mujer,
siento un sagrado deber
que no debo soslayar.
En forma, tiempo y lugar,
sirva esta ocasión propicia
para extender mi caricia
a las mujeres del mundo,
cual un tributo profundo
al amor y a la justicia.

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