Poemas Grito de Mujer 2011-2013 Las Tunas, Cuba
Xiomara Maura Rodríguez, coordinadora del festival en Las Tunas, Cuba
(Marzo 2011, 2012, 2013)
LA BALADA DE JOHN Y YO
Yo fui la muchacha de un grupo
y en las tardes hirsutas de miel celeste y silencio
oíamos la melodía del tiempo vasto
derramarse en licores altruistas
sobre la montaña del sureste irredento.
Oh John no te apartes de mi camino,
no suplantes mi cuerpo por una galaxia,
mi sonrisa por una crisálida de Abril,
como hicieras ese ayer que hoy persiste.
Oh John no destierres la caricia,
hazme galopar a deshora otra vez por los montes de tu lecho,
bebe la arena sabia de una lenta embestida,
donde tus cabellos se muevan a contraluz
y los cirros escondan el vapor de los soles moribundos
en tu semen.
John el de los cabellos silvestres,
tanteador de guitarras
en el rebelde y brioso abismo
de la ciencia.
John el de las algas y las mareas del universo,
los caracoles se esconden en tu legendario paraíso,
con un holluelo al centro,
las nubes desatan su curva en el océano de la espera,
donde la imagis bruma hierve como el arrebol de los sueños.
Pon tu mano otra vez sobre la pelambre de los animales montaraces,
busca uvas calcáreas y dunas debajo de la tierra,
desteje la arenisca de los cirros y los pedruscos
hasta labrar una sirena hacia el horizonte y el viento,
eterniza un prisma a la paz,
un teorema a la primavera y el estío,
destierra el albo invierno por el beso del sol
sobre la luz de la tez enfebrecida.
No te estanques en la subterra
a la hora de los parques y los trapecios lentos
ante el disparo que sepultó tu imagen
en la furia de los poemas.
John no encabrites en el dominio de la irrealidad
todo tu maleficio,
como las aspas del molino agreste
que agencian a la estancia de tu alma
las luchas del tiempo.
Vuelve.
Hazme una parábola a la paz
En el futuro inverso del presente,
detén ese ímpetu en el eterno big bam de una estrella viajera,
desata una vez más tus cabellos
y vuelve.
Oh John no te pierdas.
EL HECHIZO Y EL PAJARO
Oh lejanía lejanía,
bermejo vapor hechizado,
cómo tientas en silencio mi alma,
cómo tientas mis pasos en el silencio,
el acallado rumor de mis armazones celestiales,
el anticipo curvo de mis encristaladas quimeras.
Yo tenía una espiral en mi canto
y echábale humo,
cierto vapor cósmico que mi canto licoreaba.
Por su árbol augural y difuso
desplazábanse granos guijarros y manojos de algas fosforescentes,
semillas estaciones y cometas.
Ese humo era la esencia de los quásares,
era el fin y el comienzo era el universo.
Oh lejanía,
de ti yo bebía mi agua clara,
contemplaba en ti mi rostro,
por ti desfilaban mis veranos,
los ciclos ascendentes cual trapecios en la bruma
arrullaban las mañanas de mi vuelo,
las pobladas estrellas desprendíanse de ti,
venías a mi encuentro viajero sideral,
alada carroza de niebla.
Eras madreperla,
arpegio de grana,
aquella flor diminuta obsequio del amado.
Creció la sinfonía agreste en mi garganta,
huyó de mí huyó lejos mi pájaro salvaje.
Oh lejanía lejanía,
hazte de nuevo eco de ruiseñor en mi canto,
hazte lumbre volátil en mi alborada,
hiende el marfil,
rompe el hechizo rompe esta cárcel,
dulce pájaro que encantabas mis amaneceres,
que tintineabas la alegría en mis cascadas sacramentales.
Lejanía,
cómo vapor de añoranzas teje vuelo contigo en mi palabra,
para que vuelva por conjuro mi pájaro,
para que arrulle nuevamente mi esperanza.
(Marzo 2011, 2012, 2013)
LA BALADA DE JOHN Y YO
Yo fui la muchacha de un grupo
y en las tardes hirsutas de miel celeste y silencio
oíamos la melodía del tiempo vasto
derramarse en licores altruistas
sobre la montaña del sureste irredento.
Oh John no te apartes de mi camino,
no suplantes mi cuerpo por una galaxia,
mi sonrisa por una crisálida de Abril,
como hicieras ese ayer que hoy persiste.
Oh John no destierres la caricia,
hazme galopar a deshora otra vez por los montes de tu lecho,
bebe la arena sabia de una lenta embestida,
donde tus cabellos se muevan a contraluz
y los cirros escondan el vapor de los soles moribundos
en tu semen.
John el de los cabellos silvestres,
tanteador de guitarras
en el rebelde y brioso abismo
de la ciencia.
John el de las algas y las mareas del universo,
los caracoles se esconden en tu legendario paraíso,
con un holluelo al centro,
las nubes desatan su curva en el océano de la espera,
donde la imagis bruma hierve como el arrebol de los sueños.
Pon tu mano otra vez sobre la pelambre de los animales montaraces,
busca uvas calcáreas y dunas debajo de la tierra,
desteje la arenisca de los cirros y los pedruscos
hasta labrar una sirena hacia el horizonte y el viento,
eterniza un prisma a la paz,
un teorema a la primavera y el estío,
destierra el albo invierno por el beso del sol
sobre la luz de la tez enfebrecida.
No te estanques en la subterra
a la hora de los parques y los trapecios lentos
ante el disparo que sepultó tu imagen
en la furia de los poemas.
John no encabrites en el dominio de la irrealidad
todo tu maleficio,
como las aspas del molino agreste
que agencian a la estancia de tu alma
las luchas del tiempo.
Vuelve.
Hazme una parábola a la paz
En el futuro inverso del presente,
detén ese ímpetu en el eterno big bam de una estrella viajera,
desata una vez más tus cabellos
y vuelve.
Oh John no te pierdas.
EL HECHIZO Y EL PAJARO
Oh lejanía lejanía,
bermejo vapor hechizado,
cómo tientas en silencio mi alma,
cómo tientas mis pasos en el silencio,
el acallado rumor de mis armazones celestiales,
el anticipo curvo de mis encristaladas quimeras.
Yo tenía una espiral en mi canto
y echábale humo,
cierto vapor cósmico que mi canto licoreaba.
Por su árbol augural y difuso
desplazábanse granos guijarros y manojos de algas fosforescentes,
semillas estaciones y cometas.
Ese humo era la esencia de los quásares,
era el fin y el comienzo era el universo.
Oh lejanía,
de ti yo bebía mi agua clara,
contemplaba en ti mi rostro,
por ti desfilaban mis veranos,
los ciclos ascendentes cual trapecios en la bruma
arrullaban las mañanas de mi vuelo,
las pobladas estrellas desprendíanse de ti,
venías a mi encuentro viajero sideral,
alada carroza de niebla.
Eras madreperla,
arpegio de grana,
aquella flor diminuta obsequio del amado.
Creció la sinfonía agreste en mi garganta,
huyó de mí huyó lejos mi pájaro salvaje.
Oh lejanía lejanía,
hazte de nuevo eco de ruiseñor en mi canto,
hazte lumbre volátil en mi alborada,
hiende el marfil,
rompe el hechizo rompe esta cárcel,
dulce pájaro que encantabas mis amaneceres,
que tintineabas la alegría en mis cascadas sacramentales.
Lejanía,
cómo vapor de añoranzas teje vuelo contigo en mi palabra,
para que vuelva por conjuro mi pájaro,
para que arrulle nuevamente mi esperanza.
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