Poemas Grito de Mujer 2017 Molina de Segura
Irel Faustina Bermejo
1- El agua se desliza
por las rocas con murmullos
que encierran secretos.
Por el surco descienden
escalofríos, elevando
el son de una flauta que esconde
gritos inocentes.
La piedra pulida por la corriente
rueda con un triste lamento;
la sonrisa arrancada
a las jacarandas que se inclinan
con sus brazos hacia las lágrimas
que nunca se vertieron
porque nada se supo de tu muerte.
2.- Hoy te has ido. Pregunté
a nuestra madre y dijo
que te habías desposado
con un mercader rico.
Te he estado esperando todo el día
pero madre dice que no espere,
que ya no jugaremos juntas,
que ésta ya no es tu casa.
Te has llevado tus escasas
pertenencias. Madre me dice
que dejaste para mí tu muñeca
porque ya no te hará más falta.
He acostado a tu muñeca en mi cama
y me he abrazado a ella
para no sentir temor
cuando las ramas de palmeras
se transfiguren en atroces figuras.
Ya no me arrullarán tus nanas.
Madre dice que pronto
también yo me
desposaré
con otro comerciante
y tendré que dejar la muñeca
a nuestra hermana más pequeña.
3.- Los soldados nos emborrachamos
antes de la batalla
y cazamos a nuestra presa
para eliminar el temor a la muerte.
No tenemos más opción que ser crueles.
Nuestro corazón no puede ablandarse,
seríamos entonces tan vulnerables.
Todo está permitido:
apoderarme de
las niñas
es tan válido como disparar
al enemigo.
4.- No digas a nadie que me fui.
Sabrán de mi ausencia
cuando vean la casa cerrada.
Sentiré abandonarte
entre los escombros,
viéndote sollozar por mi destierro.
Envejeceré en
otra patria
atado a los fantasmas de la tristeza.
Llevo en mis
manos
el aroma de la tierra sagrada.
Mantén borrachos a los hombres
hasta el amanecer
para que no consigan alcanzarme,
para ganar el suficiente tiempo
y cruzar la frontera.
Maneja tus embrujos, usa los brebajes
y conjuros de gitana si es inevitable.
Me llevaré una flor de tus jardines
para saturar con su fragancia
mis manos privadas de sueños
y destinos.
Me voy a una hora intempestiva
dejando sobre tu lecho
la huella del último abrazo
y mi último beso.
5.- Cuántas
voces calladas
quisieran salir de los labios
como el manantial
que brota de la tierra.
Cuántas gritos prohibidos
para obviar vergüenza e infamia.
El miedo cierra y cose las bocas.
Aquellos rostros hermosos,
marcados para siempre.
Ya no era la boca la que hablaba
sino el cuerpo lo decía todo.
Los ojos de arco Iris
perdieron los colores
y obediente y sumisa
a una fuerza sin razones,
sola, en algún lugar escondido
de la primavera,
perseguirás mariposas
con la ilusión de volar en las alas
lejos de este
laberinto
que te enclaustra en un reloj de arena.
6.- Estás dentro del laberinto
y tu antorcha
se apagará en cualquier momento.
Las trayectorias se cruzan.
Preguntas de dónde partiste
para retroceder a tu origen,
pero las vías se bifurcan.
Cautiva,
dentro del laberinto,
desconoces el rumbo
que te empuja a los abismos.
Túneles sin luz
donde no existe el tiempo.
Los trazos, en círculos
concéntricos, no conducen
a la salida.
Ninguna puerta conocida.
Desorientada,
recorriendo
los mismos
pasadizos,
subiendo y descendiendo
por grutas parecidas.
Los peligros acechan.
Los pájaros
a veces se confunden con las nubes
y sobrevuelan los estrechos
corredores.
Tú nunca fuiste un pájaro.
El enemigo te abraza
entre hierbas y flores deshojadas
donde nadie puede escuchar
el doliente desgarro de tu grito.
¿Hasta Cuándo?
ESE FUTURO no
fue buscado
nadie me habló
ni me previno
contra él
y, ahora,
inclinada, sumisa,
escondida bajo
un anonimador
la ansiedad
le agarra el
cuello
y el ánimo
empujando su
espalda
y con ella los
pies.
No, nadie le
previno
de una vida de
parto en parto
¿hasta cuándo?
Lamiendo
SU DESTINO
lame las orillas
de tu camino,
se desplaza junto a él,
pero no
consigue emerger
un simple
beso, una gota de titubeante saliva
sellada por un
libro
franqueada en
sangre
coagulada de
vida
que aspira a
algo más
que lamer las
huellas
de sus pies.
La Presencia Del Hombre
EN UNA ladera
inclinada
sobre el valle
escondido
entre montañas
donde una
diminuta labrada
delata la
presencia del hombre,
el mismo que,
siendo padre,
me encadenó a
un perro.
Una Paz Mortal
ESTA PAZ que
pesa
me toca con
dedos helados,
tengo el sol
siempre de
espaldas
y el alma,
arrancada,
me fue
arrojada a los pies
esfumándose
como voluta de humo.
Esta paz que
me has dado
es una
gigantesca serpiente
que devora mis
deseos
cuando sólo
deseo
abrazar a una
madre acobardada
que me entregó
a esta muerte
aborrecible.
8 De Marzo
UNA titilante
llama,
una mujer
desnuda
unos ojos
cansados
una esperanza
gastada
un corazón
desgarrado
un alma
escondida
un tiempo
agotado
una mujer
desnuda
una luz que se
apaga.
Concha Lavella:
Palabras En Lo Alto
Hay palabras
escritas en el cielo
que nunca irán a
la Tierra,
ni en días de
lluvia y rayos,
ni en días de nubes y claros.
No bajarán a la
tierra,
allí no las
quieren,
no las
entienden.
¿Qué harían con
ellas?
Hay palabras
escritas en el cielo,
que solo son
milagros cuajados
de estrellas,
reventados de tanta espera.
Sin embargo,
nunca irán a la Tierra,
se quedarán allá
en lo alto,
en la quinta
esfera.
No llores, el
llanto no es necesario,
es mejor salir
con los brazos en alto a los bosques
y pronunciar silencio en mitad del valle
y seguir con
anhelo
a los
pájaros en su huida.
Poner solo el
testigo principal
en la bandera de
la paz tardía
de una guerra
donde se
perdieron los zagales,
barrotes de un
hierro que ruge bajo tierra
y se desvela en
el rojo grito del atardecer.
Antígonas
Hay un silencio
guardado, lleno
de horror pasado
por contarme.
Es un río que pasa
deprisa y siento
el murmullo
alejarse
mientras mi
memoria
corporal lo
recuerda.
Yo solo puedo
llorar a gritos y
sentir que
abandono la muerte que me aprieta.
Reconozco
los nombres, los
hechos, las ausencias,
sus raíces, sus
ramas, su absurdo,
las burlas, los
vacíos, la tenebrosidad
de estar a
solas.
Hay, sin
embargo, savia dentro de mí
y me hago una
mujer nueva,
llena de fuerza
y de riqueza,
de amor y de
limpieza de las hierbas
que taparon mi
existencia.
Descubro un
nuevo sol
en la letra que
me lleva.
Sigue despierta
la rabia atenta
Para no dejar
pasar más
la tiniebla y el
engaño.
El führer nazi
de la metralla siniestra
de estar en una
continua tumba de Antígonas seguidas.
Eternidad
Creía en la
eternidad
haciendo aviones
de papel,
construyendo un
mundo que no es
y tejiendo las
líneas de mi vida.
Salí de mi casa
al encuentro de mi sueño
y se esfumó en
mi anhelo azul.
Me inventé una
nube
y la empujé
hacia el cielo,
se perdió en su
azul
y lloré de
nuevo.
Conseguí trazar
una línea entre mis zapatos y tu camino.
Se torcieron las
líneas.
Haciendo aviones
de papel,
solo pude mirar
su blancura en dirección al suelo.
¿Quién recogerá
flores para mi canción?
Ya no te espero
en mi portal de siempre,
en la calle
manchada de sueños.
En mi casa se ha
roto tu silla,
donde me decías
«te querré».
Los manteles se
han guardado solos en los armarios,
las sábanas se
cansan dentro,
los rayos de
ayer son oscuridad de hoy
en la sala de
tus promesas la mañana se quiebra.
Salen a correr
mis viejos deseos,
hacen una danza
de hojas en forma de ave,
son tan pequeños
los corazones de tu calendario
que cada día que
pasa se pierden
en los números
de su almanaque
Tinta Azul
Ayer te escribí
con letras de tinta azul versos verdes y rosas.
Recibí tu carta
casi borrada por la lluvia de abril.
A la altura de
tu sombra más gris y menos oscura,
como un poco de
amanecer roto.
Saqué de la
almohada el mañana,
algunos sueños
naranjas y soles de media tarde
con un poco de
luna al anochecer.
Sílabas de aire
se hicieron palabras
y se juntaron
para decir tu nombre
de fresa, de
frutas del bosque
y un aroma de
vainilla...
Se iba... por
todas las calles de tu aldea...
hasta la
escuela.
José María López Conesa
La
Hermosura De Tu Estrella
Insomne en noche brumosa,
al alba pedí con
fervor,
Y vino
con dulces
sueños de amor.
Quedé celando tu
sueño
inmerso en
blanda almohada.
La luna escondía
su ceño
Para sumirte en
la nada.
Miré los ojos de tu alma
Que me robaron la calma
en la hermosura
de tu estrella.
Descubrí nuevos
paraísos,
Lució el sol en
lontananza,
Decenas y
cientos de avisos
Mandaste, amor,
de bonanza.
Flotabas en
nubes abigarradas
Y prometí besar
las vías
Que horadaran
tus pisadas
Tu presencia
Me trasladó a
cielos azules,
envuelto en
plena locura.
Inundado por tu
grata frescura,
Creí morir con
la pena
De no atraparte
en mis brazos,
De no rozarte
tus labios
¡Los gritos que
daban mis manos
Por circundar tu
cuerpo en abrazos!
Para gozar de tu
olor
Prometí
Quitarte la
tristeza,
llenar tus horas
de risas,
adherirme a tu
alma,
gozar de la mar
con sus brisas
abrazados en plácida calma.
Aquella Muchacha
Aquella muchacha
De edad
quinceañera
Pisaba la calle
Con lindos
andares
De reina de
amores.
La peña de
ancianos
Rodea la fuente
Y queda cautiva
De niña tan
linda
Con cuya
presencia
Se llena de
aromas
El cielo plomizo
Y el aire
airado.
Anda la niña
Mostrando
temblores.
Nocivos temores
Atenazan su
mente.
Falsas promesas,
crueles engaños.
Aquella muchacha
De edad
quinceañera
Pisaba la calle
Con lindos
andares.
Nadie Responde
Ando buscando
respuestas
Al dolor que te
acompaña,
Niña de cara
broncínea,
Envuelta en esa
maraña
De tanques y
explosiones
Que te
arrancaron el alma.
Y como nadie
responde
Y como nada me
calma
Me uno a tanta
tristeza
Que tu corazón
embarga.
Llegará La
Luz
Es momento de
callar.
Tiempo de
silencio
para que el
corazón arda
crepitando.
Lejos el sentido
y la esperanza
de tu vida,
la oscuridad del
alma
cubre con
negro manto
tu vana gloria,
tu vida inane,
tu oculto amor ,
acabado por
desansia.
Maquiavelo te
visita
y en pugna
interna
sumerge tu
sentir.
Y te vas
muriendo
mientras vives.
Ya tu fuerza se
desmaya,
ya no puedes
más.
Pero a lo lejos
emerge el rayo
que busca
iluminarte.
Abres los ojos
y, cual sierpe
dolorida,
arrastras
tu cuerpo
entumecido
para fundirte
con la luz
que oscureció la
tiniebla.
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