Poemas Grito de Mujer 2016 San Juan Puerto Rico
Poemas Grito de Mujer 2016: Flores del Desierto San Juan Puerto Rico
Coordinadora Zulma Quiñones
Lourdes Collazo Algarín
Coordinadora Zulma Quiñones
Lourdes Collazo Algarín
Ofidio
"Se
están escondiendo las miradas, se doblan y se contorsionan para entrar en ese
pequeño espacio entre tus párpados".
Lynette Mabel Pérez
Figura serpentina, sombra de otra sombra,
esta vez la mujer no pudo pisar tu cabeza,
vives en la enredadera de una fuga
mientras te buscan por las calles,
tu piel se esconde detrás de la letrada de ojos
vendados
la que semeja ser la Justicia
pero es tan solo la insania
disfrazada de mujer,
tu deleite es la espada clavada a mi espalda,
mis labios partidos, el látigo marcado,
el puño cerrado que rompe mis sienes
y la quijada torcida.
Tú, necesitas entrar en ese espacio,
porque airado te apetece (des)doblarme,
romper los pedazos de mí
que van cayendo en el tablero,
fragmentos rojos y negros
de una partida inacabada.
Antonino Geovanni
Punto Final
Hoy arranco de mi
armario mi vestido de muerte, mis pendientes favoritos, mi sonrisa más
reluciente. Esta noche estreno lágrimas nuevas, dolores que había guardado para
este momento: El momento de la gran decisión. Diluyo fantasías en mis
realidades. Mi copa está llena. Brindo por esta nueva luz. Danzo con mis
sombras. La música apenas comienza. Se escucha un concierto de gemidos, pero
esta vez son diferentes. Me vestiré con tu ausencia, dormiré con lo que fuiste
y con lo que ya no serás. En mi cuarto hay un desconcierto de almas. Un abrupto
silencio. Son tus voces las que flagelan mis noches. Tus risas, las que
pavimentan mis huellas. Renaceré en el lugar donde nacen los tiempos, ese donde
mueren los soles despiertos. Llegó el momento de ponerle punto final a nuestra
historia.
Solimar
Ortiz
¡Silencio!
Silencio de memorias rondan
por mi vientre.
Reviven momias estiradas por
el pasar del tiempo.
¡Silencio! Que se hacen
aguas los témpanos de hielo
que me queman, que torturan
el inconsciente.
Tu rostro se divide en mil
rostros y se hace eco de fuerzas
que empuñaste contra mi
cuerpo.
¡Silencio! Porque fue mi
culpa,
yo me lo busqué…
¡Silencio! Dejé que tu
rudeza
perdurara en las pisadas que
doy descalza, devaluada…
¿Silencio?
¿Por qué?
Si quien anda en silencio no
soy yo, es tu disfraz.
¿Silencio de qué?
Si no todas soy yo, ni todos
son tú.
¡Silencio! No puedo
desprestigiarte.
Pero tú pudiste pisotearme a
tu antojo,
siendo el demonio en mi
hombro izquierdo
que me decía “Por puta.
¿Quién te manda?”
¡No más silencio!
¡Púdrete!
Quiero silencio de tu
recuerdo, de tu nombre, de tu rostro, de tu silueta.
Lanzarte al olvido como
desperdicio sin historia.
Macho sin hombría que no
merece ser hombre.
Mara
Colón Quiñones
Por tus manos
Si en mi jardín, en mi
vientre
o en una esquina del clóset
hay un reloj que esté a mi
favor,
yo apostaría esta vez por un
ruego a tus manos.
Recordarles las melodías de
tarde cuando transitaban por mis cabellos.
Ahora.
Cuando retumban en la mesa.
El sonido se traga la
habitación como un vil hueco que limita nuestro espacio.
No te antepongas en mi
espejo.
No mal fluyas el vino con
palabras de suspiros minúsculos.
No desalientes más las nubes
por donde descienden ángeles a caminar por mi espalda.
Ruego ahora y en la hora,
del afán muerto de nuestras manos,
que servían café en tazas
desbordadas de conversaciones
y en el mantel no jugaban a
ser anzuelos.
Ruego ahora por la muerte
que me acecha entre los azulejos que dibujan las sombras de tus manos.
Susie
Medina Jirau
Arrinconado
en el insomnio
Él tiene un ojo
que castiga y desarma
los pies
fatigados.
Cierra y abre demonios
desde la boca espumosa del
olvido.
Es como un círculo oscuro
resguardado en el silencio
de su sexo
bañado en el sudor de la
muerte
donde él sació la
podredumbre
de sus caprichos.
Es un fantasma
con hedor a pez muerto
un lamento roído por la
asfixia
cubierto en ropaje enlutado
que esgrime su espectro en
las arterias de esa mujer.
Quiere encarcelarla en el
exilio de las cenizas.
Lucha por deshacerse de esa
voz
que sangra en el reverso del
agobio
En esa escarcha que la
atenaza
el dolor rasga
arrinconado en el
insomnio.
Luis
Francisco Cintrón Morales
Lunas
Ellas fueron la estirpe de
una hambruna;
cosechas de una noche
avasalladora,
dentro de un artificial sol
ascendente.
Avanzó el invidente,
mecanizado,
dirigido hacia la planicie,
con el tembloroso índice
extendido
mientras fluía hacia su
aterrizaje.
Explosión fugaz, misógina,
carcelera, industria de
crepúsculos humanos.
La Tierra olvidó la anécdota
donde los brazos quedaron
impregnados
unos con otros,
brazos de todas,
apatía hacia las células.
¡Maldito sol de hidrógeno,
mayordomo del verdugo!
Décadas, deformaciones,
reencarnaciones,
poderes que se reconstruyen
con miras a repetir el mismo
silencio de lo nefasto.
Ellas,
nuevas,
crecientes,
llenas…
menguantes.
Carolyn
Colón Lebrón
Rescate
Me olvidé de mi existencia
mientras te esperaba en aquella banca fría y
solitaria.
Me olvidé de mi esencia
mientras me entregaba a ciegas.
Me olvidé del estruendo de mi voz
mientras anhelaba la fuerza de tus palabras.
Me olvidé de la juventud que enardecía mi alma
mientras revivía tu alma ya perdida.
Me olvidé del resplandor de las rosas
mientras aspiraba marchitar tu ira.
Me olvidé del ardor de verano
mientras te buscaba en el gélido invierno.
Me olvidé de mi candor
mientras descubría tu picardía.
Me olvidé de soñar
mientras ahuyentaba tus pesadillas.
Me olvidé de la vida
mientras viajaba por carreteras desoladas.
Me olvido hoy de ti
mientras me rescato a mí.
María de los Ángeles Camacho
En carne viva
Hay una criatura acolmillada rondando
con el poder de una palabra por los confines de la
piel
penetra cercenando allí, barrenado allí
allí con su ejército de garrapatas robustas
allí abarcando más allá de los muros de la clemencia
allí digiriendo la guerra con su corona de
laureles
allí en el lagrimeo que esgrime desde las raíces del
alma.
Conozco muy bien a esta especie
es un Cerbero apostado en la entrada del sosiego
escudriñando con sus garras la presencia de la
esperanza.
Sé muy bien de lo que hablo.
No necesito ojos para identificar
aguijones, cobras, escorpiones, incisiones, desgarres,
masacres
espinas, fracturas, venenosas serpientes, erizos,
el loboveja desdoblándose…
Así -¡y peor!- es el dolor de la traición.
Lynette Mabel Pérez
La vergüenza de ser libres
"Y si es necesario
llevar el odio en el corazón,lo llevaremos. Y el rencor y la saña. Porque
estamos obligados a ser inexorables; porque han sido muchas las veces en que el
infortunio ha violado nuestras puertas".
Miguel Guardia
Hoy disfrutamos la libertad de las desalojadas,
la de las sumariadas por el guante negro de la
justicia,
la que asume el pueblo extraviado
o abandonado de sus líderes,
aquella que suma muertos
y resta almas en el censo de sus calles.
Mi libertad es muy pequeña,
es por eso que me avergüenza,
me hace dudar y me atropella.
Mi libertad es tan pequeña
que a veces la he visto saltar al vacío,
otras intentar apurar el veneno y el wisky
que dejó Carranza sobre su mesa de noche,
muchas otras la vi recoger el revólver
que cayó de la mano de Violeta Parra,
caer al piso víctima de las circunstancias,
igual que lo hiciera Clementina Suárez,
pobre de mi libertad pequeña,
tiene instintos suicidas, porque que más le da
vivir o morir en el reborde de una cornisa,
si fue ultrajada por los que gobiernan
y es víctima de violencia doméstica.
Hay un árbol grande que le hace sombra,
una lluvia fina de brea y pólvora
que enrojece las aceras de tan negra
y yo lloro mi vergüenza de mujer libre
sobre este cadáver de sal, tierra y agua.
Idalisse Colón Ferrer
Rojo
Si me caso de nuevo
me caso de rojo
vestida de deseo, ceñida de
pasiones
gritando al mundo
mis ganas de vivir y de amar
no taparía lo que soy
detrás de un vestido blanco
buscando demostrar
la inocencia que no está en
mí
me casaría de rojo, rojo
fuego
así como las emociones mías
que no se extinguen, ni se
apagan
aun con la fuerza de muchas
aguas
mis zapatos serán color
semilla
que resurge como flor de
desierto en Atacama
cuando la lluvia le llega al
sur
red velvet sería el
bizcocho,
regaría chocolates por las
mesas
y nueces saladas que
contrasten
mis labios pintados de rojo
también darían el sí
con la misma fuerza que
dirían no
de violentarse el mutuo
acuerdo.
Si me caso de nuevo, me caso
de rojo
aunque vestida de Eva,
preferiría
uniendo con mi Adán el
cuerpo
que suyo, sigue siendo mío
Si me caso de nuevo
ante Dios y solo ante El,
me casaría.
Nora Cruz Roque
Grito Sediento
¡Malditos!
¿Me apedrean porque soy mujer?
¡Malditos!
¿Me insultan porque callo, sin haber escuchado mis
penas?
¡Malditos!
Me humillan porque ya no me quedan fuerzas
¡Malditos!
Me acusan porque su conciencia y sus acciones los
delatarían
Sed tengo…
El sol de este desierto interno y externo me quema
Mi voz se apaga…
La deshidratación social no me permite votar lagrimas
No puedo germinar…
Las semillas de mi vientre las secaron
Las hojas de mis manos las cortaron
Las raíces de mis pies las quemaron
Y en este desierto…tengo sed…
Sed de justicia
Sed de verdad
Sed de comprensión y compasión
Sed de respeto
¡Malditos! ¡Malditos!
No más… Sería como ellos
El sol de este desierto interno y externo me quema
Mi voz se apaga…
Mi interior recobra fuerzas
Pues en cada semilla no germinada
En cada hoja cortada
En cada raíz quemada
Estoy y estaré yo
Te cuento Soraya
Yolanda
López López
Te cuento, Soraya,
desde el universo las Pléyades lanzaron destellos de
luz
y en una tina viva se formó una perla,
para ser mujer,
para ser princesa,
para ser tú.
Los vientos te formaron con belleza y gracia,
el cielo alimentó tu intelecto
y el sol incrustó brillo a tus ojos
y bordó estrellas sobre tu piel.
Mas cierto día, y sin aviso,
llegó la palabra a cubrirte de mentira,
a martillarte dentro de la tierra
en aquella sábana Persa, inmensa,
que desparrama su blancura por las calles y las casas
de Kupahyeh.
La infamia alimentó una justicia injusta,
barbarie imposible de aceptar en nuestros tiempos,
y la mano de la bestia se prestó a lapidar tu cuerpo,
a destruir “la princesa”, “la rica”.
Mas el ónix, amarró el odio del mármol y el travertino
y te ha llevado a otros espacios de luz,
de vuelta a “ Las siete hermanas”,
muy lejos de la mancha roja que dejaste sobre la arena
blanca.
En tu nombre, Thurayya, las flores del desierto nos
convirtieron en voces
y las voces gritaron y siguen gritando,
que no exista injuria que pueda lastimar una mujer,
que no exista dueño sobre una mujer,
porque somos todas,
perlas nacidas de una tina viva,
solitarias, brillantes, únicas,
Natalie A. Martínez Valles
Juego de muñecas
Soy solo un cuerpo, un cuerpo marcado de odios sin
tiempos
una leve luz pululante amenazada por el viento.
Un Dasht-e Lut de silencios cargados de sufrimientos.
Gritos que no salieron, gritos aguantados en su agonía,
que murieron antes de nacer.
No fueron, no serán, no anunciarán la verdad en las
mentiras...
Soy solo un cuerpo, un cuerpo que en sus odios no
conoce el silencio,
esculpida de gritos ajenos. Gritos que duelen como
dagas que desgarran pieles.
Exigencias de alzada voz hombruna,
Me hacen muñeca, frágil muñeca en manos de niños.
Niños hombres, niños ególatras, niños que chillan,
amenazan
y ante la negativa fuertes reclamos alzan. Como premio
al berrinche
un nuevo juguete estará en sus manos, en sus mañas.
Frente a sus ojos nueva muñeca que romperán porque los
niños no juegan con muñecas.
No, los niños juegan con deseos y despedazaran cuerpos
que antes no lo fueron.
Y este, este cuerpo que soy, que fue antes entera, con
alma, hoy se niega a ser solo cuerpo
Ya no será la luz pululante en riesgo de desfallecer
porque se acabó el desierto.
Las lágrimas cayeron sobre la arena y brotaron flores
vestidas de sangre
que revelaron el acto final.
Dijeron en susurros: "Serás el silencio que
anuncia el grito tormenta"
y fui paria, un leve suspiro que se decidió a nacer en
la hora de su muerte.
Y entonces, la verdad en las mentiras se reveló en la
tormenta.
Y ya no era, pero de las arrojadas piedras de mi tumba
otras hicieron murallas.
Crearon nuevas primaveras en el desierto
y se hicieron oasis de proclamas para no darles ya, a
sus deseos
sumisas muñecas, que arrebatadas de almas callaran sus
derechos.
Iris
Violeta Pujols
Flor del desierto
A
Soraya Manutchehri
Ni una palabra, ni un quejido
solo lágrimas surcaron tu rostro
siendo el grito agazapado
al quedarte sin aliento.
Tu sangre rodó como río
en el suelo confundiéndose
con la arena de un mar árido.
Y volaste remontaste vuelo
en el viento a cada rincón del universo
donde tu historia llegó.
Nadie levantó una mano en tu defensa.
Dolía más la mirada inocente de tus hijos
que las piedras arrojadas por los detractores.
Todos te señalaron con desprecio
pudo más la ambición que la razón.
Pero tu fuerza, tu temple
tu verdad no fue acallada
porque hoy llegaste a mi puerta
y me hiciste tu voz
Para que diga tu verdad
Y germine la justicia
como la
Flor del desierto
que eres tu Soraya.
Gricelis Torres Cruz
No
me dañas
No me dañas...
Soy yo quien me hago daño...
Me lastimo al pensar
que tengo que dejar de ser, para ser feliz.
Me lastimo cuando tu felicidad me hace infeliz.
Nací en donde no podía vivir.
En el tiempo que me toca trascender.
Cuando sola quería andar, desnuda
de injusticias por ser mujer.
Vivo obligada a respirar,
para centrarme en mi libertad.
Oigo tan lejos el susurro del amor...
Mas tengo que aceptar que soy y no todos son.
Entre las batallas del ego, busco hacer tregua con lo
que me inventaron.
Duele tener tetas que sean más que tu alimento.
Ni mi piel, ni mi pelo,
quiero cambiar para cumplir.
Soy más, que lo que tu ojos quieren ver.
Ojalá pudiese drogarme de ustedes para entender
el viaje inhóspito que les hace señalar
mis defectos perfectos para poderme humillar.
No me dañas...
Soy yo quien me hago daño...
tratando el silencio,
pudiendo gritar.
Génesis Zoé Socorro Montalvo
Aprendí a vivir
La noche silente comenzó a gritar,
un superhéroe villano soltó un golpe.
‘esbarató el único hilo que nos mantuvo juntos.
Destrucción masiva de los ligamentos del amor.
El rostro se manchó de morado.
Le dio,
Se fecundó una criatura de heridas perfectas
a sufrir sin morir mientras sangro.
Se me ‘esgarró el ser...
La sangre se derramó.
La noche corrió despavorida.
Mi voz rezaba al infinito.
El interior fue consumiendo:
el miedo, los gritos, la furia...
Aprendí a vivir...
Marieli
Calderón
Sonatina para XX
Suspira la arena con la oferta de sangre.
Arde el alquitrán de llanto y piel.
El maquillaje corrige pero no sana.
La sonrisa, mueca de papel.
El sol irradia, pero no ilumina.
El miedo, carroña para los cerdos.
Desnaturalizada en propiedad privada,
aquella quimera enjaulada.
Sonríe flor del desierto;
que las piedras te acarician.
Sonríe luciérnaga de adoquines;
que los puños te decoran.
Sonríe zorra blanca;
que tiñes de carmesí la nieve.
Sonríe delfín alado;
que ahora vives en el parque de atracciones.
Evolución involutiva que sabe a azufre.
La cronotopía del miedo ahoga al carcelero.
Ser presea del portaestandarte gran cazador
o stigmata de un femicidio.
Paradoja de una canción de cuna,
asalta al que transita.
Anula su esencia en la ecuación
de la existencia.
Pertinencia para la ciencia, el misterio.
No se somete el viento;
No se calla el silencio;
No se cancela la canción de XX.
Eugene
Retollos
Enterraron media mujer
en el centro de mi pecho,
su torso expuesto
ensangrentó cada piedra que llovió
del cielo de otro dios.
¡Sus ojos, ay sus ojos!
monumento al grito esculpido en lo eterno
frente a falsos escalones divinos
del Reino en que las bestias
se visten de hombres.
No habrá más sequía
porque los hombres nos vestimos
de lágrimas,
de suspiros de campo, de aña ñucas
de patas de guanaco, garras de león en su nombre.
Somos huevos de su útero inocente.
Esquejes al sol retollamos
de cada poro en su piel desierta
de perdón,
florecemos violeta, alfombra amarilla,
blanca gratitud,
a su puerta, que es vida,
a su agua, aire, vientre redentor.
Por ella,
nacemos repudio al trato malo
derrocamos la historia del látigo
crecemos equidad.
Con ella, germinamos paz.
Ketshandrivel
Bermúdez
Pariente
“No duermas con él”.
Susurraría en el tímpano de mi madre desnuda.
“No duermas con él, huye ahora”
Le diría a mi abuela abierta de trasmundos
cuando jadeaba feliz su fe ciega
en el monstruo que entraba en el ojal de su tela
cuando su cubículo virginal se destrozaba.
Me han tejido tantas sombras de mujeres domadas.
Todas geniales dando el seno y la vida.
Sospecho que de tantas luchas solitarias
debo ser pariente de los peores hombres.
Emma
Jeannette Rodríguez
¿Qué cosa es tu cuerpo?
Quisiera
llorar por que la noche es un árbol que no podemos sacudir con las manos
José
carlos Becerra
A
Francelis Ortíz Pagán
Las rosas se descubren
en la madrugada del martes. Un final violento casi habitual
de arañas salpicadas en un cuerpo dormido. Mujer alzada en su lámpara que se
extingue en la extraña pesadilla. El amanecer aún vestido de escorpiones aúlla en la
tristeza. Hay cabezas que se extinguen en la angustia de los miedos. Hay
direcciones que se amarran a las horas clandestinas. Hay castillos donde las reinas
simulan sus deseos congelados. Es el sostén que finge una sonrisa, aunque no
pueda. Hay secretos en el juicio del número telefónico que se arrastra en la ropa
sangrienta. Son las mandíbulas del viajero violento que se dormita en el mar de los
incendios. Es la voluntad de la fuerza cómplice de los tiros envenenados. Todas las
luchas son libradas en los párpados de la muerte.
de arañas salpicadas en un cuerpo dormido. Mujer alzada en su lámpara que se
extingue en la extraña pesadilla. El amanecer aún vestido de escorpiones aúlla en la
tristeza. Hay cabezas que se extinguen en la angustia de los miedos. Hay
direcciones que se amarran a las horas clandestinas. Hay castillos donde las reinas
simulan sus deseos congelados. Es el sostén que finge una sonrisa, aunque no
pueda. Hay secretos en el juicio del número telefónico que se arrastra en la ropa
sangrienta. Son las mandíbulas del viajero violento que se dormita en el mar de los
incendios. Es la voluntad de la fuerza cómplice de los tiros envenenados. Todas las
luchas son libradas en los párpados de la muerte.
Félix
Castro
Plegaria flor
recito una plegaria con los dedos
para volverte piedra
compactar la arena que te abraza la cintura
pausar la hegemonía de los canes siniestros
para alejarte de los nudillos viscosos
de la pared ensangrentada que late
recito unas líneas [en blanco y en hombre]
para intentar nombrarte
para enhebrar los trazos invisibles
de las hermanas sombras de la injusticia
como si erradicara a quienes te han ninguneado
recito una canción que no durara la semana
sin ya poder avisarte
y sin poder regar tus pies con agua de muhadamí
queriendo gritar la muda resistencia bajo el manto
mientras la torre de marfil cae en pedazos
recito una visión de universo paralelo
para encenderte
para creer que un millón de soles te han mirado
mientras intento abrazarme con recortes de periódicos
le digo a mis pequeños que dios no tiene pene
apago la luz junto a la entrada
y a los lejos otra flor muere de frío
Laura
M. Rodríguez
Sin
título
Ando fuera de mi. Sin
piernas... sin ojos. Regreso sin tiempo; y las cadenas del momento arrastran mi
lengua cubierta de fuego... Así ando... coja, desnuda, ciega, quemada...
Alborotada en gritos
incoherentes que
reclaman nada... y para qué, me pregunto, si simplemente se escucha el tiempo
en su marcha... y me sumerjo en lodo, degollando cuantos intentos de vida
amanezcan en mis sueños... silvando canciones de odio... arrullando a un eco...
pero sigo andando... sin brazos, sin boca... y me visto de blanco sedienta de
sangre, mirando una vagina impotente de lucha... arrancando mi piel de
ceniza... aullando a los cinco cielos y sus religiones... siempre sin
respuestas... falsas explicaciones...
Karina
Gómez
Corona
de piedras
El cielo se derrama sobre sus sienes,
una corona de piedras la lapida.
Cuánto dolor en su mirada,
cuanto grito silenciado en su desespero.
Un velo de impotencia cubre su rostro,
la humedad entre sus piernas cruza la frontera.
Cada trozo de escritura exige heridas ensangrentadas,
el desierto se tintura con las tradiciones del
profeta.
Ninguna piedra es demasiado grande para no ser
lanzada,
ninguna mano es demasiado pecadora como para no
lanzar.
Un manjar de huesos, carne y morbo les aguarda.
Sus manos indefensas caen sepultadas por la gravilla,
mientras su silueta se desploma sin resistencia
y en su boca, una rosa de pétalos rojos
advierte la sentencia excéntrica de lo incomprendido.
Josefa Pabón
Soy
Soy de fibra salada bajo el sol.
Soy de aguas turbulentas.
Soy silencio claro de luna.
Soy sonámbula.
Tengo el espíritu de abuela.
Tengo puñales, machetes, tijeras.
Camino mi pueblo pobre.
Me duelen los ojos.
Veo mi ensueño de siglos.
Me entristece a muerte.
Despierto bajo las palmas reales.
Vuelo con alas de zumbador.
Atreverme a gritar es mi parto.
Soy ex esposa de Dios.
Soy divorciada de Dios.
Soy amiga íntima de Dios
Soy muchas y soy una.
Tengo cofres con pequeñeces.
Tengo una caja de música.
Tengo dónde reclinar mi cabeza.
Tengo tantas tristezas.
Tengo tantas alegrías.
Atreverme a gritar es mi parto.
Soy muchas y soy una.
Wilmarie Lebrón García
Calle Silencio
Le tapa la boca... la desilusión,
un soso nirvana,
reflexión de un poema muerto.
Bienvenido sea a la masacre.
¿El menú?
Un sorteo de estereotipos,
JUGUETES DE INFOMERCIAL,
y Carne,
sazonada con cadencias de hambre
y con todas las demás carencias.
un soso nirvana,
reflexión de un poema muerto.
Bienvenido sea a la masacre.
¿El menú?
Un sorteo de estereotipos,
JUGUETES DE INFOMERCIAL,
y Carne,
sazonada con cadencias de hambre
y con todas las demás carencias.
Rizos de venenos
(las ideas entre los sesos),
algún capullo de puñal eléctrico,
(las ideas entre los sesos),
algún capullo de puñal eléctrico,
o un coquí con balas
cerca del entorno,
(por si se le ocurre encima
querer mirarle el alma,
o llevarla a los huesos).
cerca del entorno,
(por si se le ocurre encima
querer mirarle el alma,
o llevarla a los huesos).
Después:
Calle Silencio, Avenida Rutina,
Esquina Sex-tante.
Toca-hala-puerta: La Sabina y su trauma,
y sigue marcando el precio
de la piedra en los ojos...
Calle Silencio, Avenida Rutina,
Esquina Sex-tante.
Toca-hala-puerta: La Sabina y su trauma,
y sigue marcando el precio
de la piedra en los ojos...
Celia Altschuler
Somos Julia
Hoy mi espíritu se funde con el tuyo Julia
Somos, navegando juntas el afluente Rio Grande de Loiza
donde tus poemas brotan cuan camándulas silvestres
y el amante fauno marino te espera en la embocadura
Mis alas abren sus frágiles lunas acariciando con ellas
contornos de laderas, valles, y montes de verde
ropaje
visuales sueños que delimitan la tierra borincana
Mi verso es rosa, que toma espada y machete
Yo soy la fortaleza indómita, grito que cabalga
sobre coloridos atardeceres, aquellos cuya paleta
pintó Dios sobre Puerto Rico, mi querida Patria
palpito entre el amante fauno marino y el rio
reclamando al verso poético la sabia libertad
que poseen las criaturas humanas
para elegir su propia ruta, su destino.
Mas yo me pregunto ¿Puerto Rico hará lo mismo?
Jessika Reyes Serrano
Políglota
Una piedra suelta sus demonios en todos los idiomas.
En Irán, varias mujeres son insultadas en persa y
apedreadas hasta morir.
Una piedrita se mete en mi zapato y duele.
En Latinoamérica, miles de mujeres tropezaron con
verdugos hechos de piedra
que gritaban, en español, ella es mía y de nadie más.
Una piedrita se mete en mi zapato y duele.
En Somalia, una niña de trece años fue acusada, en
somalí,
a ser lapidada y fue enterrada viva.
Una piedrita se mete en mi zapato y duele.
En Turquía, una mujer fallece
antes de ver cómo su hijo
llega muerto a la orilla de la
playa.
Su foto dio la vuelta al mundo
y nuestros ojos se convirtieron en piedras.
Una piedrita se mete en mi zapato y duele.
En Estados Unidos, una mujer se sienta frente a una
piedra cuadrada y escucha,
en inglés, las medidas de los cuerpos de las
concursantes de Miss Universo.
Vomita para que la imperfección no sea castigada.
Una piedrita se mete en mi
zapato y duele.
En YouTube, Una mujer es
golpeada. Una mujer es apedreada.
Una mujer es humillada. Una
mujer es asesinada.
El video tiene dos millones de
visitas. En todos los idiomas.
Una piedrita se mete en mi
zapato y duele.
En Puerto Rico,
una mujer que cantaba en
español es arrollada por una piedra de metal mientras
caminaba de noche sola.
Una piedrita se mete en mi
zapato y duele.
Otra mujer que llora mientras
escribe
se convierte en pájaro
para leer estas palabras en
español.
No tiene dos millones de
seguidores.
Pero ha logrado quitarse los
zapatos.
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