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Poemas Grito de Mujer 2016 San Juan Puerto Rico

Poemas Grito de Mujer 2016: Flores del Desierto San Juan Puerto Rico

Coordinadora Zulma Quiñones












Lourdes Collazo Algarín



Ofidio

"Se están escondiendo las miradas, se doblan y se contorsionan para entrar en ese pequeño espacio entre tus párpados".  Lynette Mabel Pérez

Figura serpentina, sombra de otra sombra,
esta vez la mujer no pudo pisar tu cabeza,
vives en la enredadera de una fuga
mientras te buscan por las calles,
tu piel se esconde detrás de la letrada de ojos vendados
la que semeja ser la Justicia
pero es tan solo la insania
disfrazada de mujer,
tu deleite es la espada clavada a mi espalda,
mis labios partidos, el látigo marcado,
el puño cerrado que rompe mis sienes
y la quijada torcida.
Tú, necesitas entrar en ese espacio,
porque airado te apetece (des)doblarme,
romper los pedazos de mí
que van cayendo en el tablero,
fragmentos rojos y negros
de una partida inacabada.




Antonino Geovanni


Punto Final

Hoy arranco de mi armario mi vestido de muerte, mis pendientes favoritos, mi sonrisa más reluciente. Esta noche estreno lágrimas nuevas, dolores que había guardado para este momento: El momento de la gran decisión. Diluyo fantasías en mis realidades. Mi copa está llena. Brindo por esta nueva luz. Danzo con mis sombras. La música apenas comienza. Se escucha un concierto de gemidos, pero esta vez son diferentes. Me vestiré con tu ausencia, dormiré con lo que fuiste y con lo que ya no serás. En mi cuarto hay un desconcierto de almas. Un abrupto silencio. Son tus voces las que flagelan mis noches. Tus risas, las que pavimentan mis huellas. Renaceré en el lugar donde nacen los tiempos, ese donde mueren los soles despiertos. Llegó el momento de ponerle punto final a nuestra historia.





Solimar Ortiz


¡Silencio!



Silencio de memorias rondan por mi vientre.

Reviven momias estiradas por el pasar del tiempo.

¡Silencio! Que se hacen aguas los témpanos de hielo

que me queman, que torturan el inconsciente.

Tu rostro se divide en mil rostros y se hace eco de fuerzas

que empuñaste contra mi cuerpo.

¡Silencio! Porque fue mi culpa,

yo me lo busqué…

¡Silencio! Dejé que tu rudeza

perdurara en las pisadas que doy descalza, devaluada…

¿Silencio?

¿Por qué?

Si quien anda en silencio no soy yo, es tu disfraz.

¿Silencio de qué?

Si no todas soy yo, ni todos son tú.

¡Silencio! No puedo desprestigiarte.

Pero tú pudiste pisotearme a tu antojo,

siendo el demonio en mi hombro izquierdo

que me decía “Por puta. ¿Quién te manda?”

¡No más silencio!

¡Púdrete!

Quiero silencio de tu recuerdo, de tu nombre, de tu rostro, de tu silueta.

Lanzarte al olvido como desperdicio sin historia.

Macho sin hombría que no merece ser hombre.






Mara Colón Quiñones


Por tus manos




Si en mi jardín, en mi vientre

o en una esquina del clóset

hay un reloj que esté a mi favor,

yo apostaría esta vez por un ruego a tus manos.

Recordarles las melodías de tarde cuando transitaban por mis cabellos.

Ahora.

Cuando retumban en la mesa.

El sonido se traga la habitación como un vil hueco que limita nuestro espacio.

No te antepongas en mi espejo.

No mal fluyas el vino con palabras de suspiros minúsculos.

No desalientes más las nubes por donde descienden ángeles a caminar por mi espalda.

Ruego ahora y en la hora, del afán muerto de nuestras manos,

que servían café en tazas desbordadas de conversaciones

y en el mantel no jugaban a ser anzuelos.

Ruego ahora por la muerte que me acecha entre los azulejos que dibujan las sombras de tus manos.





Susie Medina Jirau


Arrinconado en el insomnio   


  Él  tiene un ojo

que castiga y desarma

los pies  fatigados.

Cierra y abre demonios

desde la boca espumosa del olvido.

Es como un círculo oscuro

resguardado en el silencio de su sexo

bañado en el sudor de la muerte

donde él sació la podredumbre

de sus caprichos. 
 
Es un fantasma

con hedor a pez muerto

un lamento roído por la asfixia

cubierto en ropaje enlutado

que esgrime su espectro en las arterias de esa mujer.

Quiere encarcelarla en el exilio de las cenizas.

Lucha por deshacerse de esa voz

que sangra en el reverso del agobio

En esa escarcha que la atenaza

el dolor rasga

arrinconado en el  insomnio.





Luis Francisco Cintrón Morales


Lunas



Ellas fueron la estirpe de una hambruna;

cosechas de una noche avasalladora,

dentro de un artificial sol ascendente.

Avanzó el invidente, mecanizado,

dirigido hacia la planicie,

con el tembloroso índice extendido

mientras fluía hacia su aterrizaje.

Explosión fugaz, misógina,

carcelera, industria de crepúsculos humanos.

La Tierra olvidó la anécdota

donde los brazos quedaron impregnados

unos con otros,

brazos de todas,

apatía hacia las células.

¡Maldito sol de hidrógeno,

mayordomo del verdugo!


Décadas, deformaciones, reencarnaciones,

poderes que se reconstruyen

con miras a repetir el mismo

silencio de lo nefasto.

Ellas,

nuevas,

crecientes,

llenas…

menguantes.





Carolyn Colón Lebrón



Rescate



Me olvidé de mi existencia
mientras te esperaba en aquella banca fría y solitaria.
Me olvidé de mi esencia
mientras me entregaba a ciegas.

Me olvidé del estruendo de mi voz
mientras anhelaba la fuerza de tus palabras.
Me olvidé de la juventud que enardecía mi alma
mientras revivía tu alma ya perdida.

Me olvidé del resplandor de las rosas
mientras aspiraba marchitar tu ira.
Me olvidé del ardor de verano
mientras te buscaba en el gélido invierno.

Me olvidé de mi candor
mientras descubría tu picardía.
Me olvidé de soñar
mientras ahuyentaba tus pesadillas.

Me olvidé de la vida
mientras viajaba por carreteras desoladas.
Me olvido hoy de ti
mientras me rescato a mí.






María de los Ángeles Camacho



En carne viva




Hay una criatura acolmillada rondando
con el poder de una palabra por los confines de la piel
penetra cercenando allí, barrenado allí
allí con su ejército de garrapatas robustas
allí abarcando más allá de los muros de la clemencia
allí digiriendo la guerra con su  corona de laureles
allí en el lagrimeo que esgrime desde las raíces del alma.
Conozco muy bien a esta especie
es un Cerbero apostado en la entrada del sosiego
escudriñando con sus garras la presencia de la esperanza.
Sé muy bien de lo que hablo.
No necesito ojos para identificar
aguijones, cobras, escorpiones, incisiones, desgarres, masacres
espinas, fracturas, venenosas serpientes, erizos,
el loboveja desdoblándose…
Así -¡y peor!- es el dolor de la traición.





Lynette Mabel Pérez


La vergüenza de ser libres



"Y si es necesario llevar el odio en el corazón,lo llevaremos. Y el rencor y la saña. Porque estamos obligados a ser inexorables; porque han sido muchas las veces en que el infortunio ha violado nuestras puertas".
Miguel Guardia



Hoy disfrutamos la libertad de las desalojadas,
la de las sumariadas por el guante negro de la justicia,
la que asume el pueblo extraviado
o abandonado de sus líderes,
aquella que suma muertos
y resta almas en el censo de sus calles.
Mi libertad es muy pequeña,
es por eso que me avergüenza,
me hace dudar y me atropella.
Mi libertad es tan pequeña
que a veces la he visto saltar al vacío,
otras intentar apurar el veneno y el wisky
que dejó Carranza sobre su mesa de noche,
muchas otras la vi recoger el revólver
que cayó de la mano de Violeta Parra,
caer al piso víctima de las circunstancias,
igual que lo hiciera Clementina Suárez,
pobre de mi libertad pequeña,
tiene instintos suicidas, porque que más le da
vivir o morir en el reborde de una cornisa,
si fue ultrajada por los que gobiernan
y es víctima de violencia doméstica.
Hay un árbol grande que le hace sombra,
una lluvia fina de brea y pólvora
que enrojece las aceras de tan negra
y yo lloro mi vergüenza de mujer libre
sobre este cadáver de sal, tierra y agua.




Idalisse Colón Ferrer



Rojo



Si me caso de nuevo
me caso de rojo
vestida de deseo, ceñida de pasiones
gritando al mundo
mis ganas de vivir y de amar
no taparía lo que soy
detrás de un vestido blanco
buscando demostrar
la inocencia que no está en mí
me casaría de rojo, rojo fuego
así como las emociones mías
que no se extinguen, ni se apagan
aun con la fuerza de muchas aguas
mis zapatos serán color semilla
que resurge como flor de desierto en Atacama
cuando la lluvia le llega al sur
red velvet sería el bizcocho,
regaría chocolates por las mesas
y nueces saladas que contrasten
mis labios pintados de rojo
también darían el sí
con la misma fuerza que dirían no
de violentarse el mutuo acuerdo.
Si me caso de nuevo, me caso de rojo
aunque vestida de Eva, preferiría
uniendo con mi Adán el cuerpo
que suyo, sigue siendo mío
Si me caso de nuevo
ante Dios y solo ante El,
me casaría.





Nora Cruz Roque




Grito Sediento




¡Malditos!
¿Me apedrean porque soy mujer?
¡Malditos!
¿Me insultan porque callo, sin haber escuchado mis penas?
¡Malditos!
Me humillan porque ya no me quedan fuerzas
¡Malditos!
Me acusan porque su conciencia y sus acciones los delatarían
Sed tengo…
El sol de este desierto interno y externo me quema
Mi voz se apaga…
La deshidratación social no me permite votar lagrimas
No puedo germinar…
Las semillas de mi vientre las secaron
Las hojas de mis manos las cortaron
Las raíces de mis pies las quemaron
Y en este desierto…tengo sed…
Sed de justicia
Sed de verdad
Sed de comprensión y compasión
Sed de respeto
¡Malditos! ¡Malditos!
No más… Sería como ellos
El sol de este desierto interno y externo me quema
Mi voz se apaga…
Mi interior recobra fuerzas
Pues en cada semilla no germinada
En cada hoja cortada
En cada raíz quemada
Estoy y estaré yo





Te cuento Soraya 



Yolanda López López



Te cuento, Soraya,
desde el universo las Pléyades lanzaron destellos de luz
y en una tina viva se formó una perla,
para ser mujer,
para ser princesa,
para ser tú.
Los vientos te formaron con belleza y gracia,
el cielo alimentó tu intelecto
y el sol incrustó brillo a tus ojos
y bordó estrellas sobre tu piel.
Mas cierto día, y sin aviso,
llegó la palabra a cubrirte de mentira,
a martillarte dentro de la tierra
en aquella sábana Persa, inmensa,
que desparrama su blancura por las calles y las casas de Kupahyeh.
La infamia alimentó una justicia injusta,
barbarie imposible de aceptar en nuestros tiempos,
y la mano de la bestia se prestó a lapidar tu cuerpo,
a destruir “la princesa”, “la rica”.
Mas el ónix, amarró el odio del mármol y el travertino
y te ha llevado a otros espacios de luz,
de vuelta a “ Las siete hermanas”,
muy lejos de la mancha roja que dejaste sobre la arena blanca.
En tu nombre, Thurayya, las flores del desierto nos convirtieron en voces
y las voces gritaron y siguen gritando,
que no exista injuria que pueda lastimar una mujer,
que no exista dueño sobre una mujer,
porque somos todas,
perlas nacidas de una tina viva,
solitarias, brillantes, únicas,








Natalie A. Martínez Valles



Juego de muñecas



Soy solo un cuerpo, un cuerpo marcado de odios sin tiempos
una leve luz pululante amenazada por el viento.
Un Dasht-e Lut de silencios cargados de sufrimientos.
Gritos que no salieron, gritos aguantados en su agonía, que murieron antes de nacer.
No fueron, no serán, no anunciarán la verdad en las mentiras...
Soy solo un cuerpo, un cuerpo que en sus odios no conoce el silencio,
esculpida de gritos ajenos. Gritos que duelen como dagas que desgarran pieles.
Exigencias de alzada voz hombruna,

Me hacen muñeca, frágil muñeca en manos de niños.
Niños hombres, niños ególatras, niños que chillan, amenazan
y ante la negativa fuertes reclamos alzan. Como premio al berrinche
un nuevo juguete estará en sus manos, en sus mañas.

Frente a sus ojos nueva muñeca que romperán porque los niños no juegan con muñecas.
No, los niños juegan con deseos y despedazaran cuerpos que antes no lo fueron.
Y este, este cuerpo que soy, que fue antes entera, con alma, hoy se niega a ser solo cuerpo
Ya no será la luz pululante en riesgo de desfallecer porque se acabó el desierto.
Las lágrimas cayeron sobre la arena y brotaron flores vestidas de sangre
que revelaron el acto final.

Dijeron en susurros: "Serás el silencio que anuncia el grito tormenta"
y fui paria, un leve suspiro que se decidió a nacer en la hora de su muerte.
Y entonces, la verdad en las mentiras se reveló en la tormenta. 
Y ya no era, pero de las arrojadas piedras de mi tumba otras hicieron murallas.
Crearon nuevas primaveras en el desierto
y se hicieron oasis de proclamas para no darles ya, a sus deseos
sumisas muñecas, que arrebatadas de almas callaran sus derechos.






Iris Violeta Pujols




Flor del desierto

A Soraya Manutchehri



Ni una palabra, ni un quejido

solo lágrimas surcaron tu rostro

siendo el grito agazapado

al quedarte sin aliento.

Tu sangre rodó como río

en el suelo confundiéndose

con la arena de un mar árido.

Y volaste remontaste vuelo

en el viento a cada rincón del universo

donde tu historia llegó.

Nadie levantó una mano en tu defensa.

Dolía más la mirada inocente de tus hijos

que las piedras arrojadas por los detractores.

Todos te señalaron con desprecio

pudo más la ambición que la razón.

Pero tu fuerza, tu temple

tu verdad no fue acallada

porque hoy llegaste a mi puerta

y me hiciste tu voz



Para que diga tu verdad

Y germine la justicia

como la Flor del desierto

que eres tu Soraya.







Gricelis Torres Cruz


No me dañas



No me dañas...

Soy yo quien me hago daño...
Me lastimo al pensar
que tengo que dejar de ser, para ser feliz.
Me lastimo cuando tu felicidad me hace infeliz.
Nací en donde no podía vivir.
En el tiempo que me toca trascender.
Cuando sola quería andar, desnuda
de injusticias por ser mujer.
Vivo obligada a respirar,
para centrarme en mi libertad.
Oigo tan lejos el susurro del amor...
Mas tengo que aceptar que soy y no todos son.
Entre las batallas del ego, busco hacer tregua con lo que me inventaron.
Duele tener tetas que sean más que tu alimento.
Ni mi piel, ni mi pelo,
quiero cambiar para cumplir.
Soy más, que lo que tu ojos quieren ver.
Ojalá pudiese drogarme de ustedes para entender
el viaje inhóspito que les hace señalar
mis defectos perfectos para poderme humillar.
No me dañas...
Soy yo quien me hago daño...
tratando el silencio,
pudiendo gritar.




Génesis Zoé Socorro Montalvo

Aprendí a vivir



La noche silente comenzó a gritar,

un superhéroe villano soltó un golpe.

‘esbarató el único hilo que nos mantuvo juntos.

Destrucción masiva de los ligamentos del amor.

El rostro se manchó de morado.
Le dio,
Se fecundó una criatura de heridas perfectas
a sufrir sin morir mientras sangro.
Se me ‘esgarró el ser...
La sangre se derramó.
La noche corrió despavorida.
Mi voz rezaba al infinito.
El interior fue consumiendo:
el miedo, los gritos, la furia...
Aprendí a vivir...






Marieli Calderón



Sonatina para XX




Suspira la arena con la oferta de sangre.
Arde el alquitrán de llanto y piel.
El maquillaje corrige pero no sana.
La sonrisa, mueca de papel.
El sol irradia, pero no ilumina.
El miedo, carroña para los cerdos.
Desnaturalizada en propiedad privada,
aquella quimera enjaulada.
Sonríe flor del desierto;
que las piedras te acarician.
Sonríe luciérnaga de adoquines;
que los puños te decoran.
Sonríe zorra blanca;
que tiñes de carmesí la nieve.
Sonríe delfín alado;
que ahora vives en el parque de atracciones.
Evolución involutiva que sabe a azufre.
La cronotopía del miedo ahoga al carcelero.
Ser presea del portaestandarte gran cazador
o stigmata de un femicidio.
Paradoja de una canción de cuna,
asalta al que transita.
Anula su esencia en la ecuación
de la existencia.
Pertinencia para la ciencia, el misterio.
No se somete el viento;
No se calla el silencio;
No se cancela la canción de XX.








Eugene

Retollos

Enterraron media mujer
en el centro de mi pecho,
su torso expuesto
ensangrentó cada piedra que llovió
del cielo de otro dios.
¡Sus ojos, ay sus ojos!
monumento al grito esculpido en lo eterno
frente a falsos escalones divinos
del Reino en que las bestias
se visten de hombres.
No habrá más sequía
porque los hombres nos vestimos
de lágrimas,
de suspiros de campo, de aña ñucas
de patas de guanaco, garras de león en su nombre.
Somos huevos de su útero inocente.
Esquejes al sol retollamos
de cada poro en su piel desierta
de perdón,
florecemos violeta, alfombra amarilla,
blanca gratitud,
a su puerta, que es vida,
a su agua, aire, vientre redentor.
Por ella,
nacemos repudio al trato malo
derrocamos la historia del látigo
crecemos equidad.
Con ella, germinamos paz.










Ketshandrivel Bermúdez




Pariente




“No duermas con él”.

Susurraría en el tímpano de mi madre desnuda.

“No duermas con él, huye ahora”

Le diría a mi abuela abierta de trasmundos

cuando jadeaba feliz su fe ciega

en el monstruo que entraba en el ojal de su tela

cuando su cubículo virginal se destrozaba.

Me han tejido tantas sombras de mujeres domadas.

Todas geniales dando el seno y la vida.

Sospecho que de tantas luchas solitarias

debo ser pariente de los peores hombres.








Emma Jeannette Rodríguez



¿Qué cosa es tu cuerpo?


Quisiera llorar por que la noche es un árbol que no podemos sacudir con las manos
José carlos Becerra

A Francelis Ortíz Pagán

Las rosas se descubren en la madrugada del martes. Un final violento casi habitual
de arañas salpicadas en un cuerpo dormido.  Mujer alzada en su lámpara que se
extingue en la extraña pesadilla. El amanecer aún vestido de escorpiones aúlla en la
tristeza. Hay cabezas que se extinguen en la angustia de los miedos. Hay
direcciones que se amarran a las horas clandestinas. Hay castillos donde las reinas
simulan sus deseos congelados. Es el sostén que finge una sonrisa, aunque no
pueda. Hay secretos en el juicio del número telefónico que se arrastra en la ropa
sangrienta. Son las mandíbulas del viajero violento que se dormita en el mar de los
incendios. Es la voluntad de la fuerza cómplice de los tiros envenenados.  Todas las
luchas son libradas en los párpados de la muerte.





Félix Castro




Plegaria flor




recito una plegaria con los dedos
para volverte piedra
compactar la arena que te abraza la cintura
pausar la hegemonía de los canes siniestros
para alejarte de los nudillos viscosos
de la pared ensangrentada que late
recito unas líneas [en blanco y en hombre]
para intentar nombrarte
para enhebrar los trazos invisibles
de las hermanas sombras de la injusticia
como si erradicara a quienes te han ninguneado
recito una canción que no durara la semana
sin ya poder avisarte
y sin poder regar tus pies con agua de muhadamí
queriendo gritar la muda resistencia bajo el manto
mientras la torre de marfil cae en pedazos
recito una visión de universo paralelo
para encenderte
para creer que un millón de soles te han mirado
mientras intento abrazarme con recortes de periódicos
le digo a mis pequeños que dios no tiene pene
apago la luz junto a la entrada
y a los lejos otra flor muere de frío






Laura M. Rodríguez


Sin título




Ando fuera de mi. Sin piernas... sin ojos. Regreso sin tiempo; y las cadenas del momento arrastran mi lengua cubierta de fuego... Así ando... coja, desnuda, ciega, quemada... Alborotada en gritos
incoherentes que reclaman nada... y para qué, me pregunto, si simplemente se escucha el tiempo en su marcha... y me sumerjo en lodo, degollando cuantos intentos de vida amanezcan en mis sueños... silvando canciones de odio... arrullando a un eco... pero sigo andando... sin brazos, sin boca... y me visto de blanco sedienta de sangre, mirando una vagina impotente de lucha... arrancando mi piel de ceniza... aullando a los cinco cielos y sus religiones... siempre sin respuestas... falsas explicaciones...










Karina Gómez


Corona de piedras



El cielo se derrama sobre sus sienes,

una corona de piedras la lapida.

Cuánto dolor en su mirada,

cuanto grito silenciado en su desespero.

Un velo de impotencia cubre su rostro,

la humedad entre sus piernas cruza la frontera.

Cada trozo de escritura exige heridas ensangrentadas,

el desierto se tintura con las tradiciones del profeta.

Ninguna piedra es demasiado grande para no ser lanzada,

ninguna mano es demasiado pecadora como para no lanzar.

Un manjar de huesos, carne y morbo les aguarda.

Sus manos indefensas caen sepultadas por la gravilla,

mientras su silueta se desploma sin resistencia

y en su boca, una rosa de pétalos rojos

advierte la sentencia excéntrica de lo incomprendido.








Josefa Pabón




Soy




Soy de fibra salada bajo el sol.

Soy de aguas turbulentas.

Soy silencio claro de luna.

Soy sonámbula.

Tengo el espíritu de abuela.

Tengo puñales, machetes, tijeras.

Camino mi pueblo pobre.

Me duelen los ojos.

Veo mi ensueño de siglos.

Me entristece a muerte.

Despierto bajo las palmas reales.

Vuelo con alas de zumbador.

Atreverme a gritar es mi parto.

Soy ex esposa de Dios.

Soy divorciada de Dios.

Soy amiga íntima de Dios

Soy muchas y soy una.

Tengo cofres con pequeñeces.

Tengo una caja de música.

Tengo dónde reclinar mi cabeza.

Tengo tantas tristezas.

Tengo tantas alegrías.

Atreverme a gritar es mi parto.

Soy muchas y soy una. 







Wilmarie Lebrón García 


Calle Silencio



Le tapa la boca... la desilusión,
un soso nirvana,
reflexión de un poema muerto.


Bienvenido sea a la masacre.
¿El menú?
Un sorteo de estereotipos,
JUGUETES DE INFOMERCIAL,
y Carne,
sazonada con cadencias de hambre
y con todas las demás carencias.

Rizos de venenos
(las ideas entre los sesos),
algún capullo de puñal eléctrico,
o un coquí con balas
cerca del entorno,
(por si se le ocurre encima
querer mirarle el alma,
o llevarla a los huesos).


Después:
Calle Silencio, Avenida Rutina,
Esquina Sex-tante.
Toca-hala-puerta: La Sabina y su trauma,
y sigue marcando el precio
de la piedra en los ojos...



Celia Altschuler  

Somos Julia


Hoy mi espíritu se funde con el tuyo Julia
Somos, navegando juntas el afluente Rio Grande de Loiza
 donde tus poemas brotan cuan camándulas silvestres
 y el amante fauno marino te espera en la embocadura

Mis alas abren sus frágiles lunas acariciando con ellas
 contornos de laderas, valles, y montes de verde ropaje
 visuales sueños que delimitan la tierra borincana
Mi verso es rosa, que toma espada y machete
Yo soy la fortaleza indómita, grito que cabalga  
 sobre coloridos atardeceres, aquellos cuya paleta
 pintó Dios sobre Puerto Rico, mi querida Patria

Y empuñando mis poemas contigo Julia
palpito entre el amante fauno marino y el rio
reclamando al verso poético la sabia libertad
que poseen las criaturas humanas
para elegir su propia ruta, su destino.
Mas yo me pregunto ¿Puerto Rico hará lo mismo?










Jessika Reyes Serrano



Políglota



Una piedra suelta sus demonios en todos los idiomas.

En Irán, varias mujeres son insultadas en persa y apedreadas hasta morir.

Una piedrita se mete en mi zapato y duele.
                           
En Latinoamérica, miles de mujeres tropezaron con verdugos hechos de piedra
que gritaban, en español, ella es mía y de nadie más.

Una piedrita se mete en mi zapato y duele.

En Somalia, una niña de trece años fue acusada, en somalí,
a ser lapidada y fue enterrada viva.

Una piedrita se mete en mi zapato y duele.

En Turquía, una mujer fallece antes de ver cómo su hijo
llega muerto a la orilla de la playa.
Su foto dio la vuelta al mundo y nuestros ojos se convirtieron en piedras.

Una piedrita se mete en mi zapato y duele.

En Estados Unidos, una mujer se sienta frente a una piedra cuadrada y escucha,
en inglés, las medidas de los cuerpos de las concursantes de Miss Universo.
Vomita para que la imperfección no sea castigada.

Una piedrita se mete en mi zapato y duele.

En YouTube, Una mujer es golpeada. Una mujer es apedreada.
Una mujer es humillada. Una mujer es asesinada.
El video tiene dos millones de visitas. En todos los idiomas.

Una piedrita se mete en mi zapato y duele.

En Puerto Rico,
una mujer que cantaba en español es arrollada por una piedra de metal mientras
caminaba de noche sola.

Una piedrita se mete en mi zapato y duele.

Otra mujer que llora mientras escribe
se convierte en pájaro
para leer estas palabras en español.

No tiene dos millones de seguidores.
Pero ha logrado quitarse los zapatos.

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